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El padre Johnny Flores sostiene que amar a Dios y al prójimo es parte del saber escuchar la palabra del señor. Foto: Diario Co Latino / Samuel Amaya.

Escuchar implica amar a Dios y amar al prójimo

Samuel Amaya

@SamuelAmaya98

El padre Johnny Flores presidió la homilía de este domingo en la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador, donde recordó a los feligreses la importancia de diferenciar entre el oír y escuchar, pues al primero no se le presta atención, mientras que el escuchar va más allá, es hacer propio la palabra, tal y como Jesús hace propias las plegarias que cada uno hace.

Uno de los requisitos del señor, según comentó el padre, es escuchar y guardar la alianza, “escuchar implica guardar y hacer vida”, si cada feligrés hace estos requisitos, Dios promete que hará algo grande “aquel que escucha mi palabra y la atesora, será para mi el tesoro más grande”, decía Jesús en sus evangelios, “qué promesa más grande la que el señor nos hace, que te puede cambiar tu desierto de tu vida y lo puede transformar si tú escuchas y atesora su palabra”, comentó el padre.

“¿Qué significa escuchar y atesorar la palabra de Dios?, tiene dos significados y el mismo Cristo nos lo dice en el evangelio, uno, amar a Dios sobre todas las cosas, con todas tus fuerzas, con toda tu alma, con todo tu ser y la segunda, ama a tu prójimo como a ti mismo, esto es atesorar la palabra de Dios”, enfatizó el padre durante la homilía. El líder religioso comentó que si no se atesora la palabra de Dios no se está bien consigo mismos y con Dios. “Como aquel dicho salvadoreño que dice: por un oído te entra y por el otro te sale, no hermano, cuando vayas a escuchar la palabra de Dios ponte un tapón en el oído para que no te salga la palabra, para que quede dentro de ti y te quede resonando día tras día”.

Flores recordó que escuchar implica amar a Dios y amar al prójimo, justamente los prójimos son las personas que rodean, por ejemplo, “tu primer prójimo son los que viven bajo tu techo, los que comparten contigo el día a día: tus hijos, tus padres, tus hermanos, ahí tienes a tu primer prójimo, al que estás llamado a amar y a respetar. El segundo prójimo es tu comunidad, los hermanos con los que te reúnes en la iglesia que tienen defectos, pero también virtudes y que tienen necesidades, no podemos ser indiferentes ante el dolor de los demás”.

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