Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Algunas escuelas filosóficas han sido desconocidas por largos períodos en nuestra región latinoamericana, here a pesar que florecieron a mediados del siglo pasado en Norteamérica y Europa, sus aportes son investigaciones sobre las tesis de Hegel, Marx y Freud, además de contribuir a la crítica de los cánones ortodoxos comunistas. Sobre ellos se dice: “El núcleo de la teoría crítica de la escuela de Fráncfort es la discusión crítico ideológica de las condiciones sociales e históricas en las que ocurre la construcción de teoría y la (así mediada) crítica de esas condiciones sociales. La relación resulta de la pretensión de conceptualizar teóricamente la totalidad de las condiciones sociales y la necesidad de su cambio. En la concepción de la escuela de Fráncfort la teoría se entiende como una forma de la práctica” (Wikipedia); éste tema en nuestra nación ha sido muy limitado, la crítica de la práctica y la generación de teoría son poco conocidas, no obstante existen buenos indicios en la actual democracia que facilita el acceso a la diferentes escuelas filosóficas del mundo. En esta Escuela se encuentran Theodor Adorno, Bertolt Brecht, Max Horkheimer, Gershom Sholem, Walter Benjamin. Walter Benjamin tiene aportes notables, los cuales se pueden leer en el libro: Benjamin y Brecht: Historia de una amistad / Erdmut Wizisla – Buenos Aires: Paidos, 2007; donde se detallan capítulos como: Historia de una relación (Primer encuentro, un juicio literario, debate en torno a Trostky), Crisis y crítica, Benjamin sobre Brecht, Brecht sobre Benjamin, etc. Interesan sus aportes en conjunto, esa estructura de pensamiento que adelanto en su momento la caída de la era soviética. La Escuela de Fráncfort aportó a las tesis del Eurocomunismo, socialdemocracia, ecologistas etc. tendencias que aún conservan mucha vigencia en Europa. En nuestra realidad la academia fue subordinada a la ideología, por la simple razón que bajo el régimen militar todo ciencia social era comunista y para las tendencias liberadoras la praxis revolucionarias no necesitaban las críticas académicas, las críticas incluso llegaron a extremos conocidos. Incluso la salida académica sugerida a la eterna polarización es construir partidos políticos que no recuerden la “guerra fría”, de manera que la “Fundación de la nueva democracia” está condicionada a la renuncia de las viejas tesis excluyentes oligárquicas y la lucha de clases, por ahora esto es una absoluta fantasía.
Benjamin sobre literatura dice: “La construcción de la vida se halla, en estos momentos, mucho más dominada por hechos que por convicciones. Y por un tipo de hechos que casi nunca, y en ningún lugar, han llegado aún a fundamentar convicciones. Bajo estas circunstancias, una verdadera actividad literaria no puede pretender desarrollarse dentro del marco reservado a la literatura: esto es más bien la expresión habitual de su infructuosidad. Para ser significativa, la eficiencia literaria sólo puede surgir del riguroso intercambio entre acción y escritura; ha de plasmar, a través de octavillas, folletos, artículos de revistas y carteles publicitarios, las modestas formas que se corresponden mejor con su influencia en el seno de las comunidades activas que el pretenciosos gesto universal del libro”.
Estos elementos quizás nos ayuden a un examen intensivo de las diversas escuelas de pensamiento filosófico, bajo nuestra realidad latinoamericana.