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«Esos años de colegio». Por Mauricio Vallejo Márquez

Mauricio Vallejo Márquez

Bitácora

El 507 fue un estupendo grado. Nos auto bautizamos como: “la crema de la desvergue” y en verdad que hacíamos nuestras cosas. Tantas que a cada rato pasaba en la oficina del coordinador de bachillerato, Edgar Abrego, que en verdad fue a todo dar ese año. El coordinador de nuestra sección era Milton Alemán (un gran tipo) y se preocupaba mucho por nosotros, en esa época nunca le pusimos importancia, pero ahora, gracias Alemán. Recuerdo cuanto quiso ayudarme a mejorar mis calificaciones, pero el mal ya estaba hecho.

Fue en 1997 cuando 47 compañeros pasábamos desarmando al mundo y algunos sufriendo para los exámenes. Otros, los más listos, no estudiamos para nada y terminamos aplazando el grado. Pero de que nos divertimos e hicimos estupendos amigos no hay ninguna duda. ¡Qué años man!

En ese grado había toda una gama de personajes, muchos valdrían una novela, otros un par de cuentos y algunas todo un poema. Creo que nadie se salva de ser nombrado, pero por respeto a sus cargos públicos omitiré algunos nombres. Entre los inolvidables estaba René Calderón Nieto, alias Suster, un tipo inmejorable, sensacional, todavía al acordarme de él me río. Todo lo que hacía y decía era gracioso. Era imposible enojarse con él, aunque un tipo de los 600 se encanchimbo con él en un partido de fútbol. El Suster se le acerca y le dice “¿qué te pasa, porque jugás tan loco?”, el otro no respondió con palabras sino con un golpe que dejo al pobre Nieto todo mayugado. La mara se rió, pero a nadie le gustó que le pegaran a nuestro chero, menos al gran Suster que entre sus características estaba lanzarse desnudo a la piscina (y a este maje nunca lo llevaron a la dirección ni al psicólogo) y pintarse con lapicero negro un bigote, y después con toda tranquilidad salir al recreo sin quitárselo. Otra inolvidable era Karla Solís, quién nos dejó hace algunos años. La Karla era una tipa genial, siempre alegre y metida en el desorden. Fregábamos con ella. Lastima que haya muerto en los Estados Unidos y por la culpa de su ex novio que iba encurtido en alcohol. Según cuenta Stanley la mitad del carro en el que iban quedó bajo un camión.

Nestor Planas y Bernardino terminaron siendo amigos inseparables. Planas era bolo y desorden y Berni era un niño bueno que se llevaba con todos, pues que creen el Nestor se volvió compañero de chupa del Berni, quien ahora visita los bares con frecuencia, además de ser un importante empresario de Lorocosal. Otro relajo era Talavera, ese maje era experto en lanzar aviones de papel, pero no al vacío, no, tenía pulso. Una vez puso el bolsón del Chele en la ventana sostenido por uno de los brazos del bolsón. Cuando abrieron la ventana pum, cayó en la primera planta (nosotros estábamos en la segunda). Si no sabías Oscar quién fue, ya tenés el nombre del culpable.

La variedad

En el famoso 507 había de todo: la estudiosa que lloraba si sacaba un nueve (Susana), los relajos (La Zarigüeya, Larios y su servidor), el guapo (Stanley Boronof), el musculoso y a la vez tierno (el Gori), los buena honda (Villalta, Bernardino, la Vicky, Mogly( el Divino), Ceci, Reyes y casi todos), el nerdo con un relajo dentro (Vaquerano), el cae mal (el Chele Oscar) y tantos más como el Barbas que también era un gran relajo y el único que no bebía de nosotros y tenía un carro Toyota Crown pintado de verde que todos le llamaban el “aguacate”. Estaba la Hazel y la Belia que eran tremendas y ahora según dicen son muy serias, la primera es una estupenda abogada y la segunda según dicen se fue para el Norte. El gran trío femenina era La Celina, la Martita (eterna musa de la Zarigüeya) y la Karla Solís también eran candela y súper chéveres. Me acuerdo que a la Celina le dibujaba en el tobillo un alambre de púas. Casi siempre para natación. La Celina también es abogada y pronto tendrá su sello.

Una vez estábamos quitándonos el traje de baño por la piscina y llegan unas niñas de séptimo y me vieron chulón. Me llevaron con Zepeda, el subdirector de tercer ciclo, y donde el psicólogo. Menos mal que la cosa no pasó a más. Pero es que las bichas aparecieron de pronto.

Ligia, que era la novia de Stanley, siempre miraba con seriedad las cosas y una vez, no recuerdo lo que hicimos vino ella y nos puso el dedo. Toda la mara pensaba que cualquiera hubiera sido, pero ella, no, nunca. Después teníamos cuidado con hacer algo frente a la Ligia porque nos ponía el dedo. Briseida era la mejor amiga de Manuel Villalta (de los pocos que nunca tuvieron apodos). El Manuel era simpático, él fue de los jefes de barra que sólo llegaron a un partido y nada más.

Ese año pase la mitad en los salones y la mitad en el espacio, más entretenido en ser Jefe de Barra que en ser bachiller, saltando entre barriles en vez de aprenderme las ecuaciones y esas cosas que todavía no me intereso en aprender, pero no me quejo. Entre las cosas que recuerdo de la barra está el pobre Zarigüeya que con todo un sacrificio, igual que todos, compramos las chumpas para lucir orgullosos el JJ o el JB. Pues al pobre le robaron la chumpa un día después de tenerla. Dicen que cerca del Zurita vieron a un tipo con esa chumpa.

El ánimo sigue vivo y si fuera otra vez el 97 creo que todos estaríamos contentos menos el Chele que si sufrió y seguramente no quiere recordar ese año en que le arrojaron el bolsón a la piscina con un ladrillo adentro y fue un calvario su vida. No había mediodía en que alguien le quisiera dar duro. Entre ellos Chespi, que era el novio de la Belia, y por supuesto Roger, el novio de la Hazel, todo porque el dundo del chele se peleaba con ellas. Es que la Belia le aventaba bolas de papel en la cara. Lo gracioso de todo era que no sólo lo fregaba nuestro grado sino toda la promoción. No sé que tenía el pobre, pero bueno así la pasó sufriendo. Claro que el Chele tuvo sus amigos, la Paila, por ejemplo con el que aún cultivan una amistad y el tranquilote de Stanley con el que es imposible llevarse mal.

Había chicas muy serias pero también cachimbonas, entre ellas la Valeria y la Cecilia, ambas tenían un humor finísimo. Todavía recuerdo aquello que me dijo Ceci acerca de los milagros.

Todos cambiamos

Ese año conocí la diversidad, entera y plena y lo valioso que puede ser llevarse con toda la mara. Con los nerdos, con los desvirgues, con los callados, con los patos, con todos. Incluso me dio la oportunidad de ver como podemos cambiar. Los que eran sobrios ahora son bolos y los que éramos bolos somos unos grandes abstemios.

Ahora cada quien anda en su mundo viviendo, sobreviviendo, muertos. Todos viviendo ese dulce destino que se forjaron al nacer. Algunos nos encontramos de vez en cuando o al menos tenemos noticias de los otros. Sería bueno que nos reuniéramos todos y revisáramos que fue de nuestra vida. Quizá aún oigamos consejos o algún chiste. Un par de veces he visto el video que sacaron de la promoción y no miento al decir que me gustaría ver aquellas cosas que escribimos en las paredes, pero el editor del video se encargó de borrarlas. Algunas decían: “reciban a los echados del 93 y 94”, hasta la fecha dudo que los reciban o que ellos quieran regresar.

La verdad es que la promoción entera fue excelente, fuimos un estupendo grupo. Casi todos nos llevábamos bien, exceptuando el Chele. Todavía me acuerdo de nuestra despedida y la seguridad que tenía de que me iba a graduar. Fueron chistosos esos días. Y creo que siempre valdrá la pena recordarlos.

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024