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Esperando a Rivera

Iosu Perales

Pedro Sánchez espera a Rivera. Confía en que los resultados del 10 de noviembre cuadren para lograr un gobierno con el apoyo de Ciudadanos. Esta es la verdad que preside el actual escenario de la política española. Ya desde finales de abril, Sánchez lo tuvo claro y junto con sus asesores diseñó una estrategia con un doble objetivo: golpear a Podemos que es su auténtico enemigo y debilitar a Ciudadanos alejándolo de la hegemonía de las derechas para de este modo hacer más fácil su desplazamiento hacia un acuerdo con el PSOE. El vector de esta estrategia bien urdida era y son las elecciones de noviembre.

El PSOE espera aumentar sus escaños, al tiempo que Podemos y Ciudadanos pierden y el PP toma aliento y se recupera en parte (volver al bipartidismo es el sueño de PSOE y PP). Este es el tablero en que Sánchez juega la partida y no otro. Todo lo demás, los amagos de negociación, las peticiones a unos y otros para que faciliten la formación de Gobierno, todo eso no es otra cosa que electoralismo. Para Sánchez la campaña comenzó nada más conocerse el escrutinio del 28 de abril. Desde el primer minuto el pilar básico no ha sido otro que desacreditar a todos los demás partidos porque no le regalaban la presidencia. Con ello pretendía difuminar su propia responsabilidad, que es máxima habida cuenta que era el candidato designado por el Felipe VI.

Hasta el 10 de noviembre proseguirán las declaraciones sin mayor valor que lo puramente electoral, en una lucha de relatos y por hacerse con espacios rentables en las urnas. Así por ejemplo, que ahora Rivera diga no pactará con el PSOE no tiene ningún valor cuando la realidad es que se disputa con el PP los mismos caladeros de votos. Las verdaderas intenciones se conocerán a partir del 11 de noviembre.

Que el máximo responsable de estas nuevas elecciones es Sánchez es algo irrefutable. Él sabe que es así y se limita a repartir culpas en un intento de mitigar las suyas. Hay gente que me pregunta ¿cómo es posible que PSOE y Unidas Podemos (UP) no hayan llegado a un acuerdo? La respuesta es clara y contundente: el PSOE nunca ha querido un gobierno con UP, pues sería algo así como meter a la voz de su conciencia en el consejo de ministros. Esa voz sería insoportable para un partido que esta haciendo un viaje hacia el social-liberalismo y tiene ya poco que ver con la izquierda.

Juzguen si quieren: Sánchez prometió derogar o modificar la reforma laboral de 2012, pero no lo ha hecho; dijo que suprimiría la ley mordaza; prometió sacar a Franco del Valle de los Caídos en el verano; aseveró que no se harían devoluciones de migrantes en caliente, y lo esta haciendo; se sumó a la idea de retirar las medallas a torturadores franquistas, pero no ha hecho nada; afirmó que publicaría la lista de amnistiados fiscales; aseguró que implementaría  impuestos a la banca y a las grandes multinacionales tecnológicas que operan en España; reconoció que hay que reformar el sistema electoral para garantizar el voto rogado (de quienes viven en el extranjero), nada de nada… Si, es verdad que aumentó el salario mínimo, pero lo hizo por la presión de Unidas Podemos que es el partido que organizó la moción de censura para que Sánchez fuera el presidente en funciones.

No obstante, si tuviera que seleccionar un solo argumento, uno solo, para dar la espalda a este PSOE, sería su comportamiento ante la crisis del Open Armas. Alguien me dijo recientemente: “yo, con un gobierno y un partido que han prohibido salvar vidas en el Mediterráneo, he roto para siempre”. Lo cierto es que los ataques al Open Arms vinieron primero de VOX, luego de las otras derechas y enseguida de la ministra Carmen Calvo quién amenazó al barco salvavidas con sanciones severas al más puro estilo Salvini. Para entonces el ministro José Luis Ábalos ya había dicho más de una barbaridad sobre la tragedia. La señora Calvo y el señor Ábalos son personajes oscuros, desconocen el significado de la palabra empatía.

Pero lo que realmente me tiene sobrecogido es la capacidad de mentir de dirigentes del PSOE encabezados por Sánchez. Debe ser algo compulsivo.

Tratan de construir un relato imposible cuando lo cierto es que gran parte de sus propios votantes mueven la cabeza negativamente cuando oyen a Sánchez. Trata de ir de víctima cuando en realidad es un tipo peligroso por su capacidad de tergiversar la realidad y los hechos, es como si hablara de un país que no existe. Su intento de imputar a Unidas Podemos la responsabilidad de unas nuevas elecciones es propio de una personalidad sin escrúpulos, inmoral. Ningún líder político ha hecho lo que Iglesias, echarse a un lado para facilitar un gobierno de coalición. Sánchez dijo que ese era el problema, pero en seguida buscó nuevas excusas para seguir aferrado a su “con Podemos no es no”.

Me ocurre que cuando escucho decir que Sánchez y su partido son de izquierda me duelen los oídos. Siempre pregunto en qué se nota ese distintivo, y en general pongo a mis interlocutores en un aprieto. Hay algo que no admite discusión: los socialistas se dicen a sí mismos ser de izquierdas lo que no deja de ser un elemento a tener en cuenta.

Pero la sociedad esta llena de personas y organizaciones que dicen ser lo que no son. Veamos, un candidato y su partido que rechazan gobernar con otro partido de izquierda y lo que buscan es pactar la gobernabilidad con las derechas, ¿en qué punto de la geometría política se encuentra?, ¿y si ese mismo partido trata las muertes del Mediterráneo con semejante frivolidad y negligencia, qué tiene de izquierdas?

Es verdad que en lo que tiene que ver con derechos civiles es un partido progresista, pero sus política nunca tocan el modelo económico y a sus poderes fácticos. Ese es el grave problema de una corriente ideológica y política venida a menos y a la que le viene grande decirse socialdemócrata.

¿Qué tiene de izquierda un partido que en Europa vota habitualmente con el Partido Popular, decisiones muchas veces alentadas por la extrema derecha?, ¿saben cómo fue elegida Úrsula von der Leyen presidenta de la Comisión Europea? La exministra alemana, conservadora, fue votada por el PSOE, el Partido Popular Europeo, los liberales donde se encuadra Ciudadanos y los ultraconservadores polacos que representan a la extrema derecha europea. Al menos ocho delegaciones socialistas, entre ellas, Alemania, Holanda y Austria, rechazaron votar a la exministra de defensa alemana. Claro que el PSOE buscaba el nombramiento de Josep Borrell como Alto Representante de la Política Exterior. Ya lo tiene.

Sí, Sánchez quiere un aliado que guste a los círculos de empresarios, al IBEX 35, a los poderes fácticos y a los nacionalistas españoles.

Quiere a Rivera que es un político de cartón, voluble y manipulable. Unidas Podemos haría bien en cerrar filas y machacar la verdad de que el candidato socialista solo ha esperado y espera a Ciudadanos, un partido servil a los poderosos que odia la idea de plurinacionalidad y quiere cargarse las autonomías. Con semejante gobierno no dormiremos bien.

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