César Ramírez
@caralvasalvador
Todo mundo opina de pensiones, su mala distribución, el porcentaje del último salario antes de jubilarse, diferencia de género, el dividendo de las AFP, la injusticia contra los trabajadores, etc. recordemos la reforma del año 2017, no olvidar que las derechas calificaron el acontecimiento como el “Robo del Siglo”… Los que apoyaron la votación en la Asamblea Legislativa por esa reforma ahora solicitan un nuevo acuerdo, curiosamente un acuerdo que el partido de izquierda proponía con la instalación de un instituto nacional para las pensiones, no obstante el tema de las pensiones no es únicamente solicitar un porcentaje que disminuya la ganancia de los capitales de las AFP, puesto que en el sistema capitalista, una persona de sesenta años o una mujer de cincuenta cinco, que logre veinte y cinco años acumulados de ahorro para su pensión es un ser “extraordinario”, puesto que son mínimas las personas con estabilidad laboral de tanto años, por ejemplo: el tiempo promedio de un ejecutivo o asalariado en una empresa privada es de siete años, los trabajos (supernumerarios) en ocasiones son meses; en la empresa privada (al igual que algunas instituciones) usualmente contratan a las personas por “servicios profesionales” eso significa empleo sin prestaciones sociales (no AFP, sin generar antigüedad, ni seguro social) en este último caso quien pierde ingreso es el Estado, puesto que no cotiza para nadie, pero tampoco genera ahorro personal; si agregamos el factor de estabilidad laboral, las empresas se encuentran a merced del modelo de capitales internacionales o sus variables de inversión privada, al igual que la captación de ingresos estatales o internacionales, no son pocos los comercios que cierran de un día para otro, ejemplos: los cierres de almacenes o negocios en los grandes centros comerciales, las maquilas que sorpresivamente dejan de funcionar, el embargo de bienes a terceras personas por deuda hipotecaria, en general, el funcionamiento de flujo del capital.
En el mismo plano se encuentran los empleos estatales, el cierre de cuatro secretarías especializadas que dejan en “paro laboral” a miles de trabajadores, los cierres de ECOS, el abandono de la atención primaria en salud, la cesantía forzada de especialistas acusados de vínculos sanguíneos con políticos, sus filiaciones partidarias o sospechas ideológicas, etc… Y todavía piden jubilarse con veinticinco años de trabajo ¿y cómo es eso?, Dios nos libre de una crisis como en 2008-2009.
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