Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Luego de la pandemia que estamos padeciendo del COVID-19, tanto en la Asamblea Legislativa como en el Ejecutivo y otras dependencias de Estado como es Salud y Educación, piden oraciones con el fin de parar la infección que nos afecta, otras veces porque alguien salga avante luego del tratamiento. Al final nos damos cuenta que no hubo resultado positivo. Quienes están en primera línea son más sacrificados, muere un doctor, una doctora, muchas veces de la misma familia dejando en orfandad a sus hijos e hijas. Todo ello se hace por la misma situación precaria en que se ha mantenido siempre el sistema de salud y ahora con este virus, todo el personas de salud se siente impotente para lograr vencer dicha pandemia, ya que no es solamente a los países subdesarrollados (en vías de desarrollo) a quienes ha atacado vorazmente, sino también a potencias del primer mundo o países desarrollados.
Como menciona Pablo Chaverri (https://www.larepublica.net/noticia/el-fanatismo-religioso-y-el-coronavirus) en su artículo sobre fanatismo religioso y coronavirus, al decir: Tenemos muchos ejemplos. Algunos son los siguientes. En Corea del Sur, los integrantes de una iglesia cristiana se han infectado en una gran proporción por seguir congregándose, pese a la recomendación médica de no hacerlo. En Nicaragua, el Gobierno está convocando a marchas para rezar y pedir ayuda divina, pese a que esta clase de aglomeraciones multitudinarias son contraindicadas. En Estados Unidos, un pastor evangélico le dice a sus seguidores que les puede curar y proteger de esta enfermedad a través de la pantalla del televisor en el nombre de Jesús.
Aprovechemos la actual coyuntura para reflexionar sobre las herramientas con las que contamos para hacer frente a esta pandemia y ponderemos la evidencia de mayor calidad existente: ¿qué funciona y qué no?, ¿cuáles son los mejores métodos y estrategias para enfrentar una enfermedad altamente contagiosa como la que nos está afectando? Concluye.
Por lo tanto, lo que está en juego en la noción de laicidad es la cuestión de saber cómo unir nuestras diferencias, con respeto, serenidad y con un espíritu de convivencia, garante de una sociedad respetuosa de valores universales.
*Lic. en Relaciones Internacionales.