Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Las marchas, caravanas, plantones y mítines en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el país, se fortalecen por la deuda institucional existente con el grupo poblacional mayoritario, 53.11 %; las mujeres aún sufren diversas violencias y escasos entornos seguros ya sean familiares o públicos.
María Esmeralda Delgado es voluntaria de AJUCLAM, se ha comprometido con el Círculo de Atención Integral para la Primera Infancia, coordinadora de este proyecto, una propuesta nacida en el marco de la pandemia de la COVID-19, con el fin de permitir una oportunidad de “estudio” a niñas y niños, en el caserío Vista Hermosa, cantón Los Amates, Comasagua, La Libertad.
“Yo he experimentado aquí, en la zona rural, como más oportunidades para hombres que las mujeres, porque la desigualdad es real por ser mujer en el trabajo y es menos pagado. Siempre el hombre ha tenido oportunidad de tener mejor salario, aunque los empleos son pocos, entonces para las mujeres es mucho más difícil. Con las charlas sobre derechos humanos que tuvimos por CRIPDES, hemos tomado conciencia de nuestros derechos y exigir nuestros derechos y lo que nos toca como población productiva”, sentenció.
Al ser sujeta de derecho, consideró María Esmeralda, es una lucha que aún debe seguir conquistando tanto en las instancias de autoridades y espacios comunitarios. Como el derecho al estudio, que consideró una herramienta que no puede faltar para formar ciudadanía.
“No me crié con mis padres y mi abuelita hizo lo posible porque sacara mi plan básico; pero me tocó al final trabajar desde los 17 años, lo hice como empleada en una farmacia, me dieron una oportunidad y la aproveché durante 8 años ese trabajo. Ahora trabajo con estos niños y niñas, me han ofrecido este puesto y me siento bien, así que lo haré y realmente lo hago por amor a estos niños y niñas. Porque tengo que retribuir lo que me han dado y el mejor ejemplo es este trabajo. A mí me costó terminar mis estudios de bachillerato, ya tenía dos niños cuando lo hice y me tomó varios años, y sí fue difícil, y con la pandemia se agudizó, por la falta de empleos y pudimos sobrevivir de las donaciones que recibimos de las organizaciones”, señaló.
Mientras, a 27 kilómetros de distancia en San Salvador, Rosario de los Ángeles de Flores invierte a diario 20 dólares para echar andar su negocio de alimentos típicos que ofrece a lo largo de las calles Rubén Darío, la 6ª 10a y calle Arce, cada tarde de la semana, residente en la comunidad La Paz, atrás del mercado Cuscatlán, en San Salvador.
Al preguntarle sobre los derechos de las mujeres a una vida digna y sin violencia, afirma de inmediato: “Creo que debería ser una situación en donde no tenga que rebuscarme para sacar una ganancia de 10 o 12 dólares de lo que vendo. Yo no tengo créditos, tengo que trabajar con la ganancia y si no vendo lo tenemos que consumir porque no puedo vender eso a la mañana siguiente, como los cigarros o dulces. Tengo catorce años de trabajar en esto y nunca hemos sido favorecidos con ayuda al trabajo de subsistencia. Y es duro, porque a veces no sacó ni lo que invertí para los típicos, eso podría hacer el Gobierno: ayudar a los más pobres”, señaló.
El Salvador cuenta con la Ley Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, aprobada el 25 de noviembre de 2010, que entró en vigor en el año 2012. Así como, la Ley de Igualdad, Equidad y no Discriminación contra las Mujeres, aprobada en el año 2011, que para muchas organizaciones de mujeres feministas aún existe una fuerte deuda estatal, que lejos de aplicarse de forma integral se encuentran vacíos como la inseguridad social, inequidad salarial y la violencia en todas sus expresiones.
María Esmeralda destacó como un logro en Los Amates que el trabajo en conjunto de orientadores, padres y madres de familia ha tenido eco positivo, lo que consideró un “soplo de cambio”, mientras hace cuenta de mayor presencia de padres y madres, involucrándose en la educación de sus hijas e hijos.
“Es un trabajo difícil, pero estoy entusiasmada con estos niños y niñas y su aprendizaje con el refuerzo de estudios. Y también estamos involucradas con el trabajo de catorce mujeres que a través de la venta de encurtidos y jaleas naturales ha logrado un emprendimiento que les ha dado independencia económica y empoderamiento de sus derechos, tenemos un año de trabajo con el apoyo CRIPDES, es solo el principio, esperamos salir adelante juntos como una comunidad en un ambiente sin violencia y convivencia social”, puntualizó.
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