Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
Los gobiernos de Estados Unidos y Japón reforzaron sus «inamovibles» relaciones bilaterales en busca de redefinir su intercambio comercial, pero formularon también una clara advertencia a China.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió en la Casa Blanca al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y luego ambos abordaron el Air Force One para pasar este sábado jugando al golf en un resort del mandatario en Florida.
Al fin de la reunión en el Salón Oval de la mansión presidencial, Trump dijo que los dos países buscarán «una relación comercial que sea libre, justa y recíproca».
Abe llegó a Washington para mejorar las relaciones bilaterales, que se tensaron ante la decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo comercial transpacífico.
También habían contribuido al ruido en la comunicación las críticas formuladas por Trump a empresas automovilísticas, incluidas las japonesas, por instalar montadoras fuera de Estados Unidos pero destinar su producción al mercado estadounidense.
«Deseo firmemente construir una relación de confianza al nivel del liderazgo con mi visita a Estados Unidos, y mostrar a nuestra gente y al mundo la firme alianza entre Japón y Estados Unidos», había expresado Abe en la noche del jueves.
Alerta a China
Sin embargo, la reunión entre los dos líderes no sirvió solamente para recomponer la relación sino que además brindó a los dos países una oportunidad para formular una advertencia a un temible adversario común: China.
Durante una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca, Trump aseguró que la alianza entre Washington y Tokio es «la piedra angular de la paz y la estabilidad en el Pacífico».
Momentos más tarde, la Casa Blanca distribuyó una nota oficial conjunta donde los dos gobiernos tornaron más evidente el alerta a China.
En esa declaración, los dos gobiernos afirmaron que el pacto bilateral de cooperación de defensa, firmado en 1960, se aplica también a las islas administradas por Tokio con el nombre de Senkaku, pero reivindicadas también por China, que las llama Diaoyutai, situadas en el Mar de China meridional.
De acuerdo con la nota, el Artículo V de ese acuerdo «cubre las islas Senkaku», y añade que Washington y Tokio «se oponen a cualquier acción unilateral que afecte la administración japonesa de esas islas».
En un aparente mensaje directamente dirigido a Pekín, Washington y Tokio apuntaron que se «oponen a cualquier tentativa de apoyar reclamos marítimos mediante la intimidación, la coerción o la fuerza».
Al mismo tiempo, formularon un llamado a «evitar acciones que puedan escalar tensiones en el mar de China Meridional, incluyendo la militarización de instalaciones, y a actuar de acuerdo con la ley internacional».
«Larga conversación»
La incendiaria declaración tuvo lugar apenas un día después de una «larga conversación» telefónica entre Trump y el presidente de China, Xi Jinping.
De acuerdo con la Casa Blanca, en esa conversación Trump accedió, «ante un pedido del presidente Xi, a honrar la política de ‘Una Sola China'», que reconoce al gobierno comunista de Pekín y prohíbe cualquier relación diplomática con Taiwán.
Poco después de vencer en las elecciones presidenciales de noviembre pasado, Trump había roto una firme tradición política estadounidense de medio siglo al aceptar una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, gesto que enfureció a Pekín.
Simultáneamente, este viernes el mando de las fuerzas estadounidenses desplegadas en el Océano Pacífico denunció que el miércoles un avión militar chino se acercó de manera «peligrosa» a un avión de Estados Unidos.
El incidente ocurrió en las proximidades de un islote situado en el mar de la China Meridional, el arrecife de Masinloc, cuya soberanía es reivindicada por China, Taiwán y Filipinas.