Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
El Departamento de Estado presentó su informe mundial sobre los Derechos Humanos del año 2016 casi en sigilo y sin la presencia del secretario Rex Tillerson, rompiendo con una tradición en la diplomacia estadounidense.
Al contrario de años anteriores, en que el lanzamiento del voluminoso informe era encabezado por el propio secretario de Estado, el nuevo gobierno republicano optó por colocarlo en la página web del Departamento y convocar a una teleconferencia con un funcionario no identificado.
De acuerdo con ese funcionario, «la situación global de los derechos humanos es mixta. En algunos lugares ha habido mejoras (…). También hay lugares en que hubo a un retroceso o, por diversas razones, la situación ha empeorado».
Para ese funcionario, «la situación global nunca es estática de un año a otro, y es el caso de este año».
El papel de Tillerson en este informe se limitó a firmar un prefacio de una página y media donde informó que el documento está destinado al Congreso para servir a los legisladores como una guía sobre el estado de los derechos humanos en todo el mundo.
Espacios reducidos
En la teleconferencia, el funcionario negó que Tillerson haya querido mantener distancia del contenido del informe, y alegó que en la audiencia en que fue interrogado por el Senado, antes de su confirmación, ya expuso su visión sobre la importancia de los derechos humanos.
Consultado sobre si Tillerson tenía previsto hablar públicamente sobre el informe, la fuente apuntó apenas que el documento «habla por sí mismo. Estamos muy, muy orgullosos del informe».
«Como en años anteriores, el informe documenta una disminución de espacios para la sociedad civil», dijo el funcionario a modo de resumen.
En esta nueva edición, el informe traza un panorama de las políticas públicas aplicadas para los derechos humanos, y en líneas generales es una actualización de la edición de 2015 con casos puntuales.
En el caso de Argentina, por ejemplo, el documento recoge la preocupación de entidades argentinas de derechos humanos con la detención de la activista Milagro Sala, pero no formula ninguna recomendación sobre el tema.
La sección sobre Venezuela, en tanto, arranca con párrafos copiados textualmente de la edición anterior y reitera las denuncias sobre hostigamiento y arresto de opositores así como limitaciones a ejercicio de la prensa.
En referencia a Brasil, el documento menciona rápidamente el juicio político que derribó el gobierno de Dilma Rousseff, y añade que «las autoridades brasileñas por momentos no tienen control efectivo de sus fuerzas de seguridad».
Sobre Cuba, el informe menciona la imposibilidad de los cubanos de elegir su propio gobierno.
Silencio criticado
La ausencia de Tillerson en la presentación del informe provocó reacciones inmediatas.
El ex subsecretario de Estado Tom Malinowski recordó en la red Twitter que «cada Secretario de Estado desde por lo menos Warren Christopher (en 1977) presentó personalmente este informe».
A su vez, la directora de la entidad Human Rights Watch en Washington, Sarah Margon, expresó su preocupación sobre la posibilidad de que el gesto adelante un cambio de política de Estados Unidos con relación al tema de derechos humanos.
«La nueva política anti musulmana del presidente (Donald) Trump para los refugiados y noticias sobre recortes en la ayuda internacional elevan las preocupaciones de que Estados Unidos no será tan protagónico en materia de derechos humanos», añadió.
Inclusive el senador republicano Marco Rubio, un activo miembro del comité de Relaciones Exteriores de esa cámara del Congreso, criticó a Tillerson en la red social Twitter.
«Por primera vez en mucho tiempo, el informe del Departamento de Estado sobre derechos humanos no será presentado por el Secretario de Estado. Tengo la esperanza de que reconsidere», publicó Rubio.