Por Roberto García Hernández *
La Habana/PL
Con varias guerras pendientes y pocas posibilidades de terminarlas a corto o mediano plazo, la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, enfrenta difíciles escenarios en el plano político-militar y estratégico.
A estas complejidades se suma el ambiente de caos que existe en la Casa Blanca con la inestabilidad de funcionarios clave para la política exterior del país, en particular el despido reciente del secretario de Estado, Rex Tillerson y su sustitución por el hasta ahora director de la CIA, Mike Pompeo.
Al mismo tiempo, la agencia de espionaje queda en manos de Gina Haspel, una funcionaria de dudosa profesionalidad, según algunos de sus conocidos, y que está involucrada en las prácticas de torturas aplicadas por los integrantes de dicha entidad y otros servicios similares tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Entretanto, el ultra reaccionario John Bolton tomará posesión el próximo 9 de abril como asesor de seguridad nacional, para relevar a H.R. McMaster, quien estuvo en el cargo desde febrero de 2017, lo que complica el escenario.
El nuevo consejero fue subsecretario de Estado de 2001 a 2005, durante la administración de George W. Bush (2001-2009).
Sin ningún tipo de pruebas, en 2002 Bolton acusó a Cuba de poseer un programa de armas biológicas y de compartir esos conocimientos con países adversarios de Washington, alegaciones rechazadas por el Gobierno de la isla caribeña y especialistas de alta calificación en Estados Unidos.
El exembajador en ONU (2005-2006) es partidario de bombardear a Irán para destruir el programa nuclear de la nación persa, rechaza la constitución de un estado palestino, es afín a Israel y acusó a Obama de ser demasiado débil en la arena internacional, en especial con Siria.
Algunos especialistas auguran que Bolton intentará acomodar a su antojo el Consejo de Seguridad Nacional, sacar de allí a los individuos poco confiables, así como poner fin a algunos males, entre otros las filtraciones de datos clasificados, tareas difíciles de llevar a la práctica.
Preocupación en el pentágono
El temor a las posibles pifias de Bolton como el hombre que le susurra al Presidente la forma de afianzar la hegemonía estadounidense en el mundo, no se circunscribe a Gobiernos aliados, amigos o adversarios de Washington.
Hasta el propio secretario de Defensa, James Mattis, admitió recientemente que tiene percepciones diferentes a las de Bolton sobre los problemas mundiales, a pesar de lo cual predijo que ambos mantendrán una relación de trabajo positiva y anunció que dicho funcionario visitará el Pentágono en los próximos días.
Mattis prefiere evitar un conflicto armado en la península coreana porque tendría un alto costo político y militar, al contrario de Bolton, que está a favor de una acción de fuerza contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
Sobre Irán el jefe del Pentágono discrepa también con el exsubsecretario de Estado de Bush, quien clama por el abandono total del convenio alcanzado entre Teherán y las naciones miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania en 2015.
Al respecto, Mattis prefiere seguir adelante con el arreglo mientras la nación persa también cumpla su parte.
Por otra parte, un artículo reciente publicado en el sitio digital de la cadena canadiense CBC News, reproduce declaraciones de Mark Lowenthal, exdirector asistente de la CIA, quien considera que la combinación de Bolton y Pompeo en la Casa Blanca hará que esta administración sea mucho más belicosa.
En las últimas semanas se ha mantenido en un segundo plano en todo esta controversia una persona clave: el presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor del Pentágono, general Joseph Dunford, el oficial de mayor rango en las fuerzas armadas y por ley el principal asesor militar del Presidente.
Afilar las espadas
Quizás quien mejor resumió el significado de la llegada de Bolton como asesor de seguridad nacional fue el almirante retirado James Stavridis, decano de la Escuela de Leyes y Diplomacia de la Universidad de Tufts, quien fuera jefe del Comando Supremo Aliado en Europa (2009-2013) y del Comando Sur (2006-2009).
El exoficial declaró recientemente a la cadena MSNBC: ‘Es tiempo de ajustarse los cinturones, para los militares les tengo tres palabras: afilen sus espadas, porque él (Bolton) va a utilizar el poderío bélico de Estados Unidos’.
En ese contexto, el conflicto en la península coreana es uno de los asuntos que requiere mayor sensatez por parte de los asesores de Trump, para evitar que este intente resolverlo con amenazas de un ataque nuclear devastador contra Pyongyang, al estilo de lo que prefiere Bolton.
La posible entrevista del mandatario con el líder norcoreano Kim Jong Un en mayo -encuentro que según el diario The New York Times la mayoría de los estadounidenses ve poco probable- pudiera estar en peligro.
A pesar de las señales esperanzadoras que llegan de una y otra parte de los involucrados en este conflicto, Estados Unidos y Corea del Sur siguen adelante con sus grandes ejercicios militares en esa región.
Washington y Seúl reanudarán sus maniobras conjuntas Foal Eagle y Key Resolve a partir del 1 de abril.
Los entrenamientos incluyen la participación de unos 23 mil efectivos estadounidenses y 300 mil surcoreanos, e incluyen grandes desembarcos aeronavales, por lo que las autoridades de Pyongyang los consideran verdaderos ensayos de agresión y simulacros de bombardeos a la RPDC.
Afganistán
Otro conflicto prolongado y con una solución aún fuera del alcance de la vista de los principales estrategas estadounidenses es Afganistán, después de casi 17 años de involucramiento.
El jefe de las tropas norteamericanas en ese país, general John W. Nicholson, dijo recientemente que los aspectos castrenses de la estrategia de Trump para la nación asiática están dando frutos e incluyen un mayor apoyo aéreo y de inteligencia, entre otros aspectos.
Añadió que el Pentágono dejó de ver a Iraq y Siria como prioridades y ahora los esfuerzos principales se concentran en Afganistán.
Aunque el presidente Barack Obama finalizó formalmente la participación directa de los militares norteamericanos en combate en Afganistán desde diciembre de 2014, en ese país asiático hay unos 15 mil 800 efectivos en tareas de asesoramiento y asistencia en las operaciones contrainsurgentes, cuyo futuro parece incierto.
Siria
La agresión contra Siria, que ya llegó a su séptimo aniversario, tiene en Estados Unidos su principal promotor y financista, como líder de la coalición internacional que actúa allí con el pretexto de combatir al Estado Islámico (EI).
La agrupación de unidades terrestres que Estados Unidos mantiene en el noreste de Siria -unos dos mil efectivos- tiene entre sus misiones asegurar la porción de ese territorio, apoyar a las bandas antigubernamentales sirias y avanzar en dirección sur hacia Damasco, cuando las condiciones en el terreno lo permitan.
Otros conflictos
Trump y su equipo tendrían que reparar sus deterioradas relaciones con Rusia, debido entre otros factores a los intentos de Washington de reforzar la presencia bélica en Europa del Este, planes rechazados por Moscú.
La decisión del jefe de la Oficina Oval de elevar a niveles sin precedentes las capacidades militares, en particular el poderío nuclear, es otro motivo de enfrentamiento con las autoridades rusas.
Las tensiones con el Kremlin se agravaron en las últimas semanas, por la campaña orquestada por Occidente que acusa a la nación euroasiática de atentar contra el doble agente Serguei Skripal en la ciudad inglesa de Salisbury, un verdadero montaje para justificar acciones hostiles. Con ese pretexto, Estados Unidos, Noruega, Ucrania, Canadá, Australia, Moldova, Croacia y 16 países de la Unión Europea, así como organizaciones internacionales como la OTAN, decidieron expulsar a más de 140 diplomáticos rusos.
A juicio de expertos en el tema, la expulsión de estos funcionarios sin presentar pruebas de ningún tipo, forma parte de una amplia operación para neutralizar las capacidades de Moscú destinadas a detectar y contrarrestar los planes de Occidente contra la soberanía y la estabilidad rusas.
Estos y otros asuntos de política exterior deberán ser enfrentados por el fragmentado equipo de asesores en materia de seguridad nacional que rodea al Presidente, algunos de los cuales, como es el caso de Bolton, intentarán imponer soluciones extremas que pudieran implicar el uso de la fuerza.
Por tales razones, aquellos gobiernos y países considerados por Washington hostiles a sus intereses debieran estar atentos a las decisiones que adopte este equipo de asesores ‘estrella’ y el propio Trump para atacar, al decir de George W. Bush, cualquier oscuro rincón del mundo.
*Jefe de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.