Por Alina Dieste
Washington/AFP
Estados Unidos, México y Canadá concluyeron el domingo en Washington la primera ronda de debates para modernizar el TLCAN, el tratado que hace 23 años abolió sus fronteras comerciales, comprometidos a lograr un «resultado ambicioso» en negociaciones a «ritmo rápido».
«El alcance y volumen de las propuestas durante la primera ronda de negociación refleja un compromiso de los tres países con un resultado ambicioso y reafirma la importancia de modernizar las normas que rigen la mayor zona de libre comercio del mundo», señalaron en un comunicado.
Desde el miércoles, «más de dos docenas de temas» fueron puestos sobre la mesa, indicó el texto conjunto, que no detalló el contenido de la discusión, pero subrayó la necesidad de avanzar con rapidez.
«Canadá, México y Estados Unidos están comprometidos con un proceso de negociación acelerado y amplio que mejorará nuestro acuerdo y establecerá estándares del siglo XXI en beneficio de nuestros ciudadanos», apuntaron.
Vigente desde 1994, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) abarca a casi 500 millones de personas y representa una cuarta parte de la economía mundial.
Según lo anunciado, los equipos liderados por John Melle (Estados Unidos), Kenneth Smith (México) y Steve Verheul (Canadá) comenzaron a avanzar un texto y acordaron presentar «comentarios adicionales o propuestas alternativas» en las próximas dos semanas, tras consultas a nivel nacional con empresarios, sindicatos y representantes de la sociedad civil.
La segunda ronda de conversaciones está prevista del 1 al 5 de septiembre en México, con una tercera en Canadá a finales de septiembre, una cuarta en octubre nuevamente en Estados Unidos, y «adicionales planeadas para el resto del año».
«Las negociaciones continuarán a este ritmo rápido», indicó el texto conjunto.
«Un proceso difícil»
Aunque al lanzar los debates los tres países coincidieron en el imperativo de renovar el TLCAN, diseñado antes del auge del comercio electrónico, la renegociación iniciada a pedido del presidente estadounidense Donald Trump se anticipa compleja, en particular por su agenda proteccionista.
«La cuestión es: ¿cómo revitalizar el TLCAN para fortalecer la posición competitiva de la región e integrar a los que han quedado atrás en los beneficios de la globalización?», se preguntó la semana pasada Luz María de la Mora, experta en comercio internacional, en una conferencia organizada por el centro de análisis Wilson Center.
Crucial para la economía mexicana, que con el TLCAN multiplicó exponencialmente sus ventas a Estados Unidos, el pacto ha sido duramente cuestionado por Trump, que amenazó con abandonarlo por considerarlo un «desastre» para los intereses estadounidenses.
Washington cuestiona el déficit de su balanza comercial con México, que desde 1994 pasó de un excedente de 1.300 millones de dólares a un déficit de 64.000 millones. Además, critica la pérdida de empleos por la instalación de fábricas en territorio mexicano por la mano de obra barata.
El representante de Comercio exterior de Estados Unidos, Robert Lighthizer, advirtió el miércoles que el TLCAN requería cambios de fondo y no meros retoques cosméticos, luego de haberle «fallado» a muchos estadounidenses.
«Las opiniones del presidente sobre el TLCAN -que comparto por completo- son bien conocidas. Quiero dejar en claro que él no está interesado en un mero ajuste de algunas disposiciones, y unos pocos capítulos actualizados», dijo.
En contraste, en un tono más conciliador, sus contrapartes subrayaron los beneficios del pacto.
Para la ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, que abogó por un tratado «más progresista» en términos de género, medio ambiente y protección de los aborígenes, la renegociación es «histórica».
Sin dejar de reconocer que el TLCAN está «a prueba», el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, se mostró optimista.
«Puede ser un proceso difícil, pero estoy convencido de que los beneficios que podremos lograr para nuestros países, justifican ese y cualquier esfuerzo», dijo.
Entre los temas álgidos de las negociaciones, además del desbalance comercial y los estándares laborales, está el de las reglas de solución de controversias, especialmente sensible para Canadá por discrepancias con Estados Unidos por el sector de la madera, y la espinosa discusión sobre las normas de origen.