Por Ali Choukeir
Beirut/AFP
Estados Unidos participará en las negociaciones sobre el conflicto sirio, informó Ankara, que junto a Moscú organiza esta reunión, prevista el 23 de enero en Kazajistán, pero el viernes Rusia rechazó pronunciarse sobre esta decisión.
La tregua entre el ejército y los insurgentes, en vigor desde el 30 de diciembre, persistía, de forma frágil, en la mayor parte de los frentes. Este alto el fuego se considera un preludio de las negociaciones en Astaná, la capital de Kazajistán, que empezarán tres días después de la toma de posesión del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump.
Este cese de las hostilidades, seguido de las negociaciones intersirias, fue auspiciado por Rusia, aliada del presidente Bashar al Asad, y por Turquía, que apoya a los rebeldes, tras la victoria del régimen en Alepo el 22 de diciembre. La administración de Barack Obama fue entonces dejada al margen.
El jueves por la noche, en Ginebra, el jefe de la diplomacia turca, Mevlut Cavusoglu, anunció que su socio ruso estaba de acuerdo para que Estados Unidos entrara en el proceso de negociaciones.
«Estados Unidos definitivamente debería estar invitado y eso es lo que acordamos con Rusia», dijo en alusión al encuentro de Astaná, donde se reunirán representantes del régimen y de los grupos rebeldes.
«Necesitamos mantener el alto el fuego. Es esencial para las conversaciones de Astaná», indicó Cavusoglu, agregando que las invitaciones para la reunión serían enviadas la próxima semana.
«Nadie puede ignorar el papel de Estados Unidos. Y esto es una posición de principios para Turquía», afirmó.
Esperando a Trump
Según una fuente siria, el 23 de enero podría llevarse a cabo una reunión inaugural y protocolaria con varios países invitados, entre ellos Estados Unidos, como sucedió en 2014 en Montreux (Suiza). Después de este encuentro, se abrirían las negociaciones entre el régimen y los rebeldes bajo la supervisión única de Rusia y Turquía.
Preguntado en Moscú sobre la invitación a Estados Unidos anunciada por Turquía, el ministerio de Relaciones Exteriores no reaccionó rápidamente.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró sin embargo: «No puedo pronunciarme. Por supuesto, somos favorables a una representación lo más amplia posible de todas las partes» implicadas en el conflicto sirio.
«Pero no puedo responder concretamente por el momento», agregó.
El 29 de diciembre, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov dijo que «esperaba que cuando la administración de Donald Trump entre en funciones, (Estados Unidos) podrá asociarse también a estos esfuerzos, para poder trabajar en una misma dirección de forma armoniosa y colectiva». Pero no precisó si se trataba de los encuentros de Astaná o del proceso en general.
«Para la nueva administración estadounidense, no es una prioridad tener un papel en la resolución de la crisis siria», estimó el responsable del departamento de ciencias políticas de la Lebanese American University (LAU) de Beirut, Imad Salamey.
«Creo que cuando Trump esté en la Casa Blanca, el liderazgo seguirá en manos de los rusos pero (el presidente estadounidense) exigirá garantías, principalmente de seguridad para Israel y también sobre la reducción del papel de Irán», otro apoyo del régimen sirio, señaló a la AFP.
Irán y su aliado, el Hezbolá libanés, que ayudan a nivel militar al régimen en Siria, son los enemigos jurados de Israel.
En el terreno, las autoridades sirias acusaron a Israel de haber bombardeado el viernes con misiles su aeropuerto militar en la región de Mazzé, cerca de Damasco.
Asimismo, los combates entre rebeldes y las tropas del régimen persistían en Wadi Barada, a 15 km de la capital siria, una región donde se encuentran las principales fuentes de suministro de agua de Damasco.