Washington / AFP
Delphine Touitou
Estados Unidos y China acordaron reanudar las negociaciones comerciales pero el aparente descongelamiento de las relaciones entre ambas potencias apenas disimula los obstáculos que subsisten para cerrar su guerra arancelaria.
Cerrar un acuerdo con China es «extremadamente… complicado», dijo el presidente de Estados Unidos Donald Trump al margen de la Cumbre del G20 en Japón en donde anunció el reinicio de las conversaciones.
– Aranceles –
Pekín quiere que Washington deje sin efecto los aranceles a bienes chinos equivalentes a cientos de miles de millones de dólares. Empero, la administración Trump insiste en mantenerlos, al menos parcialmente, como factor de presión para llegar a un acuerdo.
Para volver a las negociaciones, Trump dijo en Japón que no impondría nuevos aranceles a importaciones chinas «al menos por el momento» pero no habló de levantar los vigentes.
Actualmente, Washington grava importaciones chinas equivalentes a 250.000 millones de dólares; algo menos de la mitad de todo lo que le compra a China cada año. Pekín, que importa menos desde Estados Unidos, ha contragolpeado con aranceles a productos de ese país por 110.000 millones de dólares.
– Huawei –
La carrera por el dominio de la alta tecnología es tal vez el asunto más espinoso de la disputa.
Funcionarios estadounidenses creen que China utiliza con fines de espionaje los equipos de telecomunicaciones fabricados por Huawei. La empresa, que es el segundo mayor fabricante mundial de smartphones, niega la acusación.
En mayo Trump prohibió a las empresas de Estados Unidos venderle a Huawei componentes que son clave para sus productos. Pero el pasado fin de semana, Trump ablandó su posición al decir que las empresas estadounidenses podrían reanudar las exportaciones «en donde no haya grandes riesgos para la seguridad nacional» de Estados Unidos.
De momento, Washington no ha especificado qué exportaciones serían permitidas. Y Trump dijo que la resolución de ese tema será discutida al cierre de las conversaciones comerciales.
– Obstáculos políticos –
Varios miembros del Congreso se oponen a reducir las restricciones contra Huawei.
Paralelamente, el presidente de China, Xi Jinping, debe lidiar con prominentes miembros del gobernante partido Comunista que acusan a Washington que intentar destruir el modelo económico que permitió a China convertirse en la segunda mayor potencia mundial.
– Cambios estructurales –
Washington exige que Pekín deje de intervenir en los mercados y de forzar a las compañías extranjeras a cederles tecnología como condición para operar en el país.
En mayo, Trump acusó a los negociadores chinos de dar marcha atrás en acuerdos que ya se habían cerrado y rompió las negociaciones y elevó los aranceles a productos chinos.
Trump reiteró el sábado que busca «un acuerdo correcto» y que no tiene prisa ni interés en un acuerdo incompleto. Empero, Pekín no ha dicho estar pronto para cambiar sus prácticas comerciales en medio del impasse en las negociaciones.
– Agricultura –
A cambio de suspender la aplicación de nuevos aranceles, Washington dijo que obtuvo de China el compromiso de comprarle más productos agrícolas.
Justamente el sector agrícola es el que más ha sufrido por la guerra comercial. Las exportaciones de soja a China, un mercado del cual los productores estadounidenses se han tornado dependientes, cayeron 75% el año pasado a solo 3.100 millones de dólares.
Trump lanzó en 2018 un paquete de ayuda a los productores por 12.000 millones de dólares y en mayo puso en marcha otro por 16.000 millones. No obstante, el descontento está creciendo justo cuando Trump se está poniendo en marcha para lograr la reelección el año que viene.
«China nos comprará una tremenda cantidad de alimentos y productos agrícolas», dijo Trump e indicó que el sector agrícola sería un «tremendo beneficiado».
«Les vamos a pasar listas de productos que quisiéramos que nos compren», dijo.
– Inversiones –
En señal de buena voluntad, China anunció el sábado que atenuaría inmediatamente algunas restricciones a la inversión extranjera en sectores como el de transporte marítimo, así como en algunos servicios de telecomunicaciones y exploración de petróleo y gas.