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Elmer Henríquez Cortez, director de la Escuela Alfredo Espino, en la colonia Los Tulipanes, de Ahuachapan, muestra fotografías de la escuela. Foto Diario Co Latino / Jorge Rivera.

“Estamos conscientes que solo con una buena educación,  podemos lograr nuestros sueños”: Bryan Arroyo

Patricia Meza
@pmeza1

Los alumnos de parvularia  ondeaban las  banderas bajo el sol, hospital sudorosos sonreían para dar la bienvenida a los periodistas y funcionarios de la embajada de Japón que visitaban el Centro Escolar Alfredo Espino, sale en Ahuachapán, health para conocer el proyecto de inversión en el lugar y con el cual se ha mejorado la infraestructura  y la  calidad de la educación.

La historia de esta institución se remonta a 1946, cuando fue fundada, pero no contaba con infraestructura propia, pues por años funcionó en un local de la alcaldía y  en el 2012 les donaron  un terreno que estaba en comodato municipal.

A  falta de fondos para construir, se seguía alquilando bajo el auspicio del Ministerio de Educación, hasta que pidieron la  ayuda al Programa de Asistencia Financiera no reembolsable para proyectos comunitarios de Seguridad Humana (APCS) del Japón.

En enero del 2015 empezaron a funcionar en las nuevas instalaciones que fueron inauguradas en junio de este año. Y ahora que cuentan con nuevas instalaciones y amplias aulas, se ha mejorado la calidad de la enseñanza, porque es un lugar seguro, sano y limpio.

El estudiante Bryan Rafael Arroyo Rivera, de 15 años, fue quien  dio las palabras de agradecimiento a la cooperación japonesa y a  otras instituciones que aportaron un total de $303,294.76 dólares para la construcción de las aulas, una dirección, un muro de contención, muro perimetral, portón, servicios sanitarios y cocina-bodega, entre otros. De estos fondos, el gobierno de Japón aportó $ 269, 266 dólares, el MINED una contrapartida de $28, 560.11, la comunidad contribuyó con la mano de obra por $2, 468.65 y la Asociación Conjunta para el Desarrollo Integral-Ahuachapán en marcha (ACDIAM) con la donación de la carpeta técnica por $3,000.

En la clase de educación física los alumnos de la Escuela Alfredo Espino en su nueva infraestructura, obra de los proyectos del Gobierno de Japón.
En la clase de educación física los alumnos de la Escuela Alfredo Espino en su nueva infraestructura, obra de los proyectos del Gobierno de Japón.

El resultado de este esfuerzo es para los estudiantes una oportunidad de educarse sanamente y en un lugar óptimo.

Arroyo forma parte de los 650 alumnos que se atienden en el lugar, en los turnos matutino y vespertino y que en su mayoría son hijos de las vendedoras del mercado o provienen del cantón Achapupo.

María Isabel García de Najera, maestra de la institución, dijo que en este centro educativo en la mañana se atiende de parvularia a quinto grado, y por la tarde del sexto al noveno, además de que se cuenta periódicamente con seguridad y asistencia de la salud pública.

¨Teníamos el deseo de aprender en un lugar libre de violencia, es lo que hacemos ahora, porque aquí hay muchos compañeros  que trabajan antes de llegar a la escuela y son criticados por vender en el mercado”, agregó el estudiante convencido de que el ocio y la vagancia no son buenos para la juventud.

“Ahora vemos la vida diferente, estamos conscientes que solo con la educación podemos lograr nuestros sueños”, señala el joven, quien llegó a la institución en séptimo grado y que este año saldrá de noveno grado y piensa estudiar una carrera relacionada a la aeronáutica.

El director del centro escolar, Elmer Córtez,  afirmó que la ayuda que han recibido para que el centro escolar funcione es valiosa, ya que el no contar con un local propio,  aulas reducidas y cupo limitado, no les permitía impartir la enseñanza en óptimas condiciones.

Córtez explicó las limitantes en las que se trabajaba en el centro educativo cuando funcionaban frente al mercado municipal de la ciudad, las improvisadas aulas no daban a vasto, sin embargo, hoy el centro tiene capacidad para atender un promedio de mil estudiantes.

Además cumple los requisitos básicos que pide el MINED, entre ellos 4 ventanas, dos puertas y capacidad para 50 estudiantes, en cada salón.

Arroyo afirmó que la educación que reciben hoy les formará para ver la vida diferente y esto es gracias al apoyo que han recibido de la cooperación.

“No tenemos tiempo para el ocio y la vagancia porque queremos cambiar nuestra realidad en que vivimos y esperamos que nuestros hijos sean también beneficiados con esta educación, en este centro escolar que en el futuro será el mejor de Ahuachapán”, añadió el alumno. Arroyo se esfuerza en cumplir las metas que tiene, con dedicación y esmero, en una realidad del país que para los jóvenes, como él lo señala:  “es dura y cruel al ver como se desperdician vidas matándose entre si”.

La juventud debe aprovechar el tiempo en cosas sanas, en el arte, la música, el deporte, agregó. Este estudiante está luchando por conseguir una beca para estudiar el bachillerato industrial, si no la consigue le tocará en el instituto nacional de la zona.

La cooperación japonesa, desde 1991, hasta 2014, ha invertido en 31 proyectos de educación, solo en Ahuachapán, y el monto de inversión en todo el país, en este rubro ha sido de $17, 459,658, con lo que han dado a miles de salvadoreños una oportunidad para mejorar su formación académica. Los estudiantes de parvularia que dieron la bienvenida y agradecieron con sonrisas la cooperación, regresaron a sus salones, bajo la plena confianza de que su educación ahora es diferente, de mejor calidad.

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