Por David Alfaro
2/11/2024
Y aquí hablamos de población local adulta, apta para votar, un millón de salvadoreños adultos que no existen!!
La noticia es, en sí misma, un motivo de alarma. Este dato desconcertante levanta una serie de preguntas inquietantes y apunta hacia la posibilidad de un problema mucho mayor: la integridad de los procesos electorales y la transparencia democrática en el país.
Implicaciones del hallazgo: ¿Fraude electoral?
El hallazgo de esta discrepancia entre el padrón electoral y el censo de población sugiere la posibilidad de un padrón inflado con nombres ficticios o registros de personas fallecidas que no fueron depurados, o, aún más preocupante, de manipulaciones deliberadas para afectar los resultados electorales. Un millón de personas es una cifra considerable, y si se tratara de un error o de un fenómeno natural, habría que analizar sus causas y efectos con minuciosidad.
La diferencia entre los registros no solo podría apuntar a fallas en la actualización del padrón, sino también a la potencial utilización de estos “electores fantasmas” para inclinar los resultados en favor de ciertos intereses políticos. Recordemos que en un país donde la política se ha visto marcada por la polarización y la concentración de poder, el más mínimo indicio de irregularidad puede tener repercusiones serias en la confianza del pueblo en sus instituciones democráticas.
El trasfondo político y las últimas elecciones
En el contexto de las elecciones recientes, en las que el presidente inconstitucional Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas consolidaron un dominio considerable del aparato estatal, esta noticia resuena con ecos inquietantes. ¿Podría ser que el uso de un padrón electoral inflado haya contribuido a mantener y fortalecer la hegemonía de un gobierno que algunos ya califican como autoritario? ¿Ese ese millón de fantasmas los que inflaron el resultado a favor de Bukele?
Es importante destacar que el uso de listas electorales manipuladas no es un fenómeno nuevo en el ámbito de las democracias que transitan hacia formas autocráticas. La manipulación del padrón, cuando ocurre, suele ser una herramienta eficaz para desvirtuar el voto popular y consolidar regímenes que, en la superficie, respetan la forma de la democracia pero socavan su contenido y su legitimidad.
La necesidad de una auditoría independiente
El hecho de que un millón de personas no aparezcan en el censo requiere una respuesta urgente y transparente. Una revisión independiente del padrón electoral, llevada a cabo por organismos de credibilidad nacional e internacional, es esencial para verificar la autenticidad de los registros. Esta medida no solo podría arrojar luz sobre las pasadas elecciones, sino también prevenir futuros intentos de manipulación que pongan en riesgo la estabilidad democrática de El Salvador.
Reflexión final: proteger la democracia
En un país que ha enfrentado décadas de conflicto, divisiones internas y procesos democráticos frágiles, la noticia de esta discrepancia debería encender todas las alarmas. No se trata simplemente de un enorme número, sino de lo que significa para la confianza pública en las elecciones y la capacidad de la sociedad civil de ejercer su voluntad en un sistema que se supone representativo y justo.
La población salvadoreña tiene derecho a exigir explicaciones y, más importante aún, a obtener garantías de que el sistema electoral será depurado, transparente y verdaderamente representativo de la realidad demográfica del país. Solo así se podrá garantizar que la voz de cada ciudadano sea escuchada y respetada en las urnas, y que la democracia no se convierta en un espectáculo vacío al servicio de unos pocos.