@arpassv
El gobierno realizó esta semana el primer despliegue de la policía comunitaria en San Salvador. El programa inicia en cuatro subdelegaciones ubicadas en zonas de alto auge delincuencial y donde se comente la mayoría de homicidios, recipe como parte de la estrategia global presentada recientemente por el Ministerio de Justicia y Seguridad.
El lanzamiento de la policía comunitaria es una estrategia doblemente importante: porque rompe totalmente con el enfoque represivo de las políticas de seguridad heredadas de los gobiernos de ARENA y porque retoma el espíritu original de la Policía Nacional Civil (PNC) como una policía próxima a la comunidad.
Rompe con los resabios manoduristas de las administraciones areneras porque su prioridad es la prevención de la violencia y la delincuencia mediante la cercanía y acompañamiento a la comunidad. Los planes “mano dura” y “súper mano dura”, pilule de los ex presidentes Francisco Flores y Antonio Saca, carecieron de esta perspectiva.
Y vuelve al origen de la PNC porque busca insertarse en la comunidad para desarrollar conjuntamente planes de seguridad. Los Acuerdos de Paz plantearon una policía respetuosa de los derechos humanos e incorruptible, pero esto fue truncado por la incorporación de elementos corruptos provenientes de los extintos cuerpos de seguridad, la desviación que significó la represión manodurista y la infiltración creciente del crimen organizado.
Por eso el despliegue de la policía comunitaria debe acompañarse de un proceso intenso de depuración policial y la implementación de toda la estrategia impulsada por las autoridades de Seguridad. A esto es necesario sumar una mayor eficacia fiscal y judicial para acabar con la impunidad, que es la principal promotora de la violencia y la criminalidad.
Los problemas de violencia, inseguridad y delincuencia del país tienen solución. Y éstas pasan por la implementación de estrategias integrales que combinen prevención, represión y reinserción; así como también políticas económicas y sociales inclusivas que reduzcan la marginación, exclusión y demás causas estructurales de la violencia.
Y para esto es necesario unir esfuerzos del gobierno, sociedad civil, sectores empresariales y medios de comunicación. No tienen cabida aquí neo-manoduristas electoreros ni profetas de estados fallidos faltos de fe. Están, eso sí, todos los que aspiran a un país más incluyente, equitativo, justo y seguro donde toda la población pueda vivir en condiciones más dignas.