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Estrategia de la derecha en su lucha contra los gobiernos democráticos populares

Francisco Américo Mejía

En la lucha por lograr un desarrollo social que favorezca la satisfacción de las necesidades urgentes de los sectores populares, la izquierda latinoamericana se enfrenta a tres poderes: el poder económico primeramente local (oligarquía) pero también internacional (imperialismo), el poder mediático nacional  y trasnacional y el Poder  Judicial.

En la actualidad las fuerzas de las diferentes derechas oligárquicas de Latinoamérica desarrollan una estrategia para derrotar a las fuerzas de izquierda que, desde el triunfo de Hugo Chávez en 1999  iniciaron una época de triunfos de gobiernos de izquierda, opuestos como él (Chávez) al neoliberalismo económico y a las injerencias estadounidenses y preocupados por las clases más desfavorecidas y las minorías originarias: Luis Ignacio Lula de Silva 2002 Brasil, Néstor Kirchner 2003 Argentina, Evo Morales 2005 Bolivia, Rafael Correas 2006 Ecuador, Daniel Ortega 2006 Nicaragua, Cristina Kirchner 2007 Argentina, Mauricio Funes 2009 El Salvador, Dilma Rousseff 2011 Brasil, Salvador Sánchez Cerén 2015 El Salvador.

Los elementos de esta estrategia se pueden resumir en los siguientes aspectos:

• Promocionar, por los medios de comunicación que controlan, que los funcionarios de los gobiernos de izquierda son incapaces, para lo cual ocultan los logros obtenidos y destacan los fallos y en muchos casos los inventan.

• Difundir masivamente que los funcionarios de izquierda por lo único que trabajan es por sus intereses personales y de su propio grupo, beneficiando a familiares y amigos.

• Convencer a las masas  que en los gobiernos de izquierda la corrupción es galopante y es la mayor que ha vivido el país, para lo cual ocultan lo que sus gobiernos han hecho. El Dr. Salvador Arias en su investigación en nuestro país nos informa de los fondos que usurpó cada gobierno de ARENA: Alfredo Cristiani 5195 millones, Calderón Sol 5166 millones, Francisco Flores 15651 millones, Antonio Saca 11091 millones. Al presidente Mauricio Funes se le acusa de no haber justificado 700 mil dólares y ya se tiene en la mira al presidente Sánchez Cerén.

• Impulsar la guerra económica en dos grandes vertientes: en el campo económico propiamente dicho no invirtiendo, no pagando impuestos, evadiendo sus obligaciones, etc. y en el campo político, negando préstamos, donaciones y declarando inconstitucionales los decretos de los poderes Ejecutivo y Legislativo.

• En el caso de El Salvador, utilizar y fomentar el crecimiento de la delincuencia y el crimen organizado para crear malestar y zozobra en la población y culpar de ello al gobierno y al FMLN.

• Desprestigiar a los funcionarios de gobierno y del partido atribuyéndoles todos los defectos y fechorías imaginables, por medio del control monopólico de los medios de comunicación.

Estas medidas les han dado resultado en Argentina donde las calumnias sobre Cristina Kirchner le hicieron perder las elecciones contra el ultraconservador Macri, de lo que se están arrepintiendo los argentinos (despidos, clausura de los programas sociales, aumento desbocado de los precios, entrega de la soberanía de las Malvinas, etc.). Golpe de Estado en Brasil contra Dilma Rousseff con acusaciones de corrupción que no son probadas, pero que el parlamento y el poder judicial legalizan;  guerra económica, lucha de calles y parlamentaria, desprestigio y burla contra el gobierno Venezolano.

Revisemos con un poco más de detalle algunos casos ejemplarizantes. El 11 de abril de 2002, el gobierno de Chávez fue objeto de una fallida asonada golpista cívico-militar que elevó a la presidencia a Pedro Carmona, el presidente de la patronal Fedecámaras; el gobierno de turno de ARENA fue uno de los pocos que reconoció al gobierno golpista. Prisionero por dos días en la Isla de la Orchila, Hugo Chávez fue repuesto en sus funciones gracias a la acción de fracciones del Ejército Nacional y de sus partidarios, y el país retornó al orden constitucional. La oposición organizó nuevas manifestaciones que desembocaron en una huelga general entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. Los conflictos con la oposición no cesaron, y en agosto de 2004 Chávez hubo de hacer frente a un referendo revocatorio de su mandato presidencial, del que salió fortalecido al conseguir el 59% de los votos, y que lo habilitó para gobernar hasta finalizar su mandato. A la muerte de Hugo Chávez gana la presidencia Nicolás Maduro, ante el cual la derecha pro-imperialista arrecia su ofensiva ya que lo consideran un blanco más accesible que Chávez. Después de la lucha violenta en las calles (los grupos de derecha asesinaron a más de 40 personas), arrecian la guerra económica, la difamación y la burla contra el gobierno venezolano; cuentan con el apoyo de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, además del gobierno norteamericano, la derecha continental y toda la prensa del monopolio imperial-oligárquico.

Ecuador: El 30 de septiembre de 2010, aprovechando el descontento sobre una ley de Servicio Público, que incluye aspectos salariales de la policía, se creó una revuelta policial, que la derecha local quiso convertir en un golpe de Estado, la revuelta involucró tomas de calles, toma del acceso a la Asamblea, cierre del aeropuerto, agresión e intento de secuestro del presidente.

Bolivia: El mes de septiembre de 2008, en las provincias donde reside la oligarquía boliviana, “surgió” una crisis que adoptó la forma de una confrontación territorial entre la región andina occidental, donde se concentra la mayor riqueza minera principalmente en los departamentos de Potosí, La Paz y Oruro, y la región de los llanos orientales, rica en hidrocarburos y por su agro-ganadería (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando). La confrontación se manifestó en algunos medios como una confrontación étnica, entre pueblos originarios,  la población mestiza y los blancos;   se intentó convertir la coyuntura en una guerra civil. Se trataba de derrocar al presidente Evo Morales, a quien la prensa internacional-imperial trata como un ignorante por ser indígena.

Brasil: Uno de los casos más repugnantes ha sido el golpe de Estado parlamentario contra la presidenta legítima de Brasil, Dilma Rousseff, atacando también a Luis Ignacio Lula da Silva. Desde que el Partido de los Trabajadores (PT) está al frente de Brasil, con el mandato de Lula iniciado en 2003, más de 50 millones de brasileños han salido de la pobreza. Además se ha registrado un crecimiento de las clases medias de la población gracias al aumento de los puestos de trabajo y a la implementación de programas sociales que garantizan la inclusión.

Desde que comenzaron las investigaciones por el caso de corrupción en Petrobras, la campaña mediática está enfocada en contra de la presidenta Dilma Rousseff, su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva y, en general, el Partido de los Trabajadores (PT). Las investigaciones y acusaciones en contra de otros legisladores del Senado y de la Cámara de Diputados señalados por corrupción parecen ser ignoradas por las grandes corporaciones de medios de comunicación. La estrategia de la derecha utilizando los grandes medios fue desprestigiar a Dilma y su gobierno; en portadas de revistas salían Dilma y Lula señalados de cómplices y por último dirigentes de la corrupción en la petrolera estatal. Finalmente, sin prueba alguna, el senado destituye a Dilma y la derecha neoliberal corrupta toma el gobierno.

Una historia semejante con otros argumentos se aplicó al presidente Zelaya de Honduras y al presidente Lugo de Paraguay. En resumen el modelo es el siguiente: se parte de un descontento real o creado, se profundiza con violencia, especialmente si hay muertos, se responsabiliza al gobierno, se arma a la oposición que cuenta con el apoyo internacional económico, militar y mediático; la otra variante es descubrir o crear un caso de corrupción, de violación a los derechos humanos o de violación a la Constitución de la República y pedirle al Poder Judicial (Corte Suprema, Sala de lo Constitucional o Tribunal Supremo) que declare ilegal al gobierno que ha sido elegido por el voto popular. Para preparar las condiciones se declara la guerra económica con sus modalidades como en Venezuela o la modalidad de El Salvador. Se utiliza también la promoción de la violencia delincuencial y todo lo que cause malestar social (restricción de la libertad de expresión, espionaje político, Estado fallido, etc.) que los grandes medios harán responsable al gobierno y el partido de izquierda; la difamación y las campañas contra la corrupción e incapacidad del gobierno de izquierda aderezan el guiso. Los matices son propios de cada país. Existen demandas legítimas de varios sectores que los gobiernos de derecha negaron, pero si no se tiene el tacto y la orientación adecuada pueden hacerle el juego a las fuerzas desestabilizadoras y favorecer los planes golpistas de la derecha. Consideremos que hoy las fuerzas conservadoras neoliberales de todo el continente se encuentran en crisis y con un futuro incierto por el cambio de coyuntura internacional.

Las fuerzas del pueblo deben redoblar su accionar y desarrollar su lucha popular político-democrática de carácter masivo y estratégico para lograr la correlación que permita conquistar nuevos compromisos y lograr así la reconciliación y el desarrollo social beneficioso a los sectores populares.

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