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El presidente boliviano Evo Morales, asilado en Argentina tras el golpe de Estado, advirtió que el Gobierno de facto lleva a su país «a la quiebra», porque «han paralizado el aparato productivo y frenado la inversión pública».
A través de su cuenta en Twitter, el mandatario indígena mencionó como principales responsables de la recesión económica al «paro cívico», «la acción golpista de OEA (Organización de Estados Americanos), «el asalto a instituciones y empresas públicas» y otras «decisiones políticas trasnochadas del Gobierno de facto».
Durante la gestión del Morales, la economía boliviana se mantuvo como líder en crecimiento en América Latina y el Caribe gracias a la política de nacionalización de los recursos naturales.
No obstante, el presidente alertó, constantemente, sobre el interés de la derecha de regresar a las privatizaciones y venta de activos a empresas internacionales.
Para el cierre de 2019, el Instituto Nacional de Estadística (INE) previó un crecimiento económico de 3,38 por ciento, mientras que el 2018 cerró con 4,6 por ciento y 2017 con 3,94 por ciento.
La actual administración de facto de Bolivia ha dejado abierta la posibilidad de comenzar a privatizar algunas empresas estatales.
“Las compañías que actualmente son administradas por el Estado y exhiben señales de ineficiencia tienen que ser negociadas y manejadas por firmas privadas”, aseveró el pasado 12 de diciembre el ministro de facto para el Desarrollo Productivo y Economía Plural de Bolivia, Wilfredo Rojo.