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Un retrato de el expresidente de Bolivia, Evo Morales, es vista durante la marcha para demostrarle apoyo en Venezuela. [Foto Yuri Cortez / AFP]

Evo Morales teme «mucho» que se desate guerra civil en Bolivia

RT

El depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales, ha confesado el domingo, según entrevista con la agencia EFE que publica la agencia RT, que tiene «mucho miedo» a que estalle una guerra civil en su país, por lo que ha instado a sus compatriotas a acabar con los enfrentamientos, al tiempo que hace un llamamiento a un «diálogo nacional».

«Tengo mucho miedo. En nuestra gestión hemos unido campo y ciudad, oriente y occidente, profesionales y no profesionales. Ahora vienen grupos violentos», alertó Morales desde su exilio en México interpelado sobre el riesgo de una guerra civil en Bolivia.

«Están matando al pueblo»

El líder indígena explica que renunció el pasado 10 de noviembre «para que no haya más agresiones» a sus compañeros y para «evitar un baño de sangre». Sin embargo, si bien hasta aquel día hubo enfrentamientos entre civiles, con muertos y heridos, —algo que le «duele mucho» al derrocado mandatario— desde el 11 de noviembre «son ya 23 muertos de bala», denunció Morales, que acusa a las Fuerzas Armadas y la Policía de estar «matando al pueblo».

Diálogo con mediadores

El presidente dimitido no ve otra alternativa que entablar un «gran diálogo nacional» en Bolivia, del que desearía formar parte. Sobre esta cuestión, Morales enfatiza la importancia de que se involucren en este diálogo partidos que han perdido las elecciones, al tiempo que advierte de las actitudes racistas y fascistas de los grupos golpistas.

Por otro lado, se muestra favorable a que España y otros países participen como mediadores para acabar con la crisis en la nación andina. «Mi gran deseo es que haya diálogo con mediadores», apunta Morales, que señala como posibles candidatos al expresidente español y «experto en mediación» José Luis Rodríguez Zapatero o al uruguayo Pepe Múgica.

Otros gobiernos también podrían sumarse a la «mediación para la pacificación», al igual que la Unión Europea, la Iglesia católica y las Naciones Unidas, sugiere Morales, no sin lamentar la «posición» que tomaron algunos países europeos, en referencia al Reino Unido, que apoyó el golpe de Estado en Bolivia.

El depuesto presidente boliviano también se muestra decepcionado con la Organización de los Estados Americanos, a la que critica por tomar «decisiones políticas» en su informe preliminar sobre las elecciones, y por sumarse al golpe de Estado. «Ahora me doy cuenta qué rol juega la OEA en América Latina», recalca Morales, quien abogar por «revisar, reestructurar, refundar o finalmente enterrar» a la organización.

También está «convencido» de que «detrás de este golpe hay intereses trasnacionales y, especialmente, de Estados Unidos.», que fue el primero en reconocer el golpe de Estado.

Preguntado por sus posibles cuentas pendientes con la Justicia, Morales dijo que no entiende «semejante mentira». «Vengo de una familia muy humilde y los valores que aprendí en la familia son ‘No robar, no mentir, no ser flojo’. He llegado a la presidencia con la verdad y con la honestidad», enfatiza el presidente dimitido, que asegura que tampoco está «aferrado a ser candidato» en las elecciones.

«Lo que no nos perdonan países exageradamente industrializados»

El primer presidente indígena de Bolivia ha reiterado su agradecimiento al presidente de México, al Gobierno y al pueblo mexicano por haberle «salvado la vida», si bien no descarta que pueda haber «amenazas y atentados» en su contra.

«Algo que no nos perdonan algunos países exageradamente industrializados es que un país socialista pueda demostrar que con política de izquierdas hay futuro», explica Morales, admitiendo también que en el exilio le «cuesta quedarse en la ciudad» y que extraña su vida en Bolivia: «aprobar o inaugurar obras, a veces entrar en campos deportivos, jugar, bailar». «Cuesta, pero entiendo perfectamente mi situación», reconoce.

¿Cómo ocurrió el golpe?

El domingo 10 de noviembre, las Fuerzas Armadas y la Policía pidieron públicamente la dimisión del entonces mandatario, Evo Morales, quien estaba cerca de terminar su tercer mandato al frente del Ejecutivo y comenzar uno nuevo tras ganar los comicios.

Su victoria en las elecciones de octubre derivó en una ola de protestas y de violencia en el país suramericano. Dada la escalada de los conflictos, impulsados por grupos opositores que no reconocieron el triunfo de Morales, desde su Administración se convocó a auditores externos, incluyendo a la OEA y a partidos de la oposición, para someter a revisión los votos del escrutinio.

Al reportarse ciertas irregularidades, el presidente convocó nuevas elecciones generales «para buscar la paz». Sin embargo, su proposición fue rechazada por el arco opositor, que exigió su renuncia.

En ese contexto, y para evitar que se intensificaran las agresiones contra miembros de su partido, el presidente anunció su dimisión forzada y logró exiliarse en México, país que le garantizó el asilo. Recientemente, la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez Chávez, se autoproclamó presidenta interina, al afirmar que los altos mandos del Ejecutivo habían dimitido y considerar que ella seguía en la línea sucesoria.

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