Dr. Víctor M. Valle
El 28 de febrero de 1991 fue un día muy triste para la izquierda y las fuerzas progresistas de El Salvador: ese día falleció Guillermo Manuel Ungo, sovaldi “Memo” Ungo para quienes fuimos sus amigos y compañeros durante los últimos 30 años de su valiosa vida.
Conocí a Memo Ungo en 1960, cuando un gobierno progresista de fines de 1960, que duró tres meses, lo nombró miembro del Consejo Central de Elecciones con la intención de adecentar este organismo que servía para cohonestar mascaradas y fraudes electorales. Los otros dos miembros del Consejo eran Eduardo Jiménez Castillo y Rodrigo Antonio Velázquez Gamero. Este último fue el fundador del Movimiento Nacional Revolucionario, partido de centroizquierda que fue inscrito en 1967 y al que llegó Guillermo en 1969.
Un par de años después, nos vimos trabajando juntos en una alianza amplia de política universitaria para llevar a la Rectoría de la Universidad, en 1963, a Fabio Castillo Figueroa. Juntos anduvimos los primeros pasos de la reforma universitaria impulsada bajo el liderazgo de Fabio y el apoyo sin fisuras de la izquierda.
Desde la llegada a la presidencia del FDR de Guillermo, cuando Enrique Álvarez Córdova fue asesinado en noviembre de 1980 por los escuadrones de la muerte exterminadores de progresistas e izquierdistas, mantuvimos una estrecha relación política, pues yo fungía como representante del MNR en Washington D.C. como parte del colectivo político-diplomático de la alianza FDR-FMLN.
Esta relación se hizo más frecuente después de que, en enero de 1990, en la secuela inmediata de la ofensiva del FMLN “Hasta el Tope y Punto”, de fines de 1989, Héctor Oqueli Colíndres fue asesinado en Guatemala, mientras hacía una escala, como parte de un operativo combinado de los servicios de inteligencia de Guatemala y El Salvador.
A fines de 1990, Guillermo Ungo fue proclamado candidato de la Convergencia Democrática para las elecciones legislativas del 10 de marzo de 1991, las que se llevaron a cabo cuando en el país todavía había conflicto armado interno, aunque ya la negociación por la paz estaba avanzada.
Cuando se propuso su candidatura, Guillermo me encargó que elaborara un pequeño folleto publicitario de propaganda política que titulé “Guillermo Ungo y sus treinta años de lucha política”. Lo revisamos juntos en una visita que hizo a Washington D.C. en el segundo semestre de 1990 para enviarlo a imprenta. El folleto fue impreso, pero Guillermo ya no lo vio, pues en enero de 1991 fue operado en México, por un asunto médico que no parecía de mucha gravedad. La operación quedó inconclusa por una inesperada embolia. A mediados de febrero de 1991, fue operado por segunda vez y falleció el 28 de febrero de 1991 cuando casi tenía 60 años, pues había nacido el 3 de septiembre de 1931.
Los años estudiantiles universitarios de Guillermo en la Escuela de Derecho de la Universidad de El Salvador, fueron de militancia católica. Su padre Guillermo Ungo fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano en 1960.
En los 1950 los estudiantiles católicos se asociaban en una organización llamada “Acción Católica Universitaria Salvadoreña”, ACUS, que agrupaba a los sectores conservadores de la Universidad de El Salvador, por ese entonces la única en el país. Abraham Rodríguez y Guillermo Ungo, entre otros, eran los dirigentes de esta agrupación estudiantil católica. Desde entonces, Guillermo mostró inclinación a la justicia, la tolerancia y el respeto a las leyes lo cual le hizo hacer amistades personales y alianzas políticas en el amplio espectro de la política progresista de El Salvador.
La vida de Guillermo Ungo en sus 30 años de acción política, entre 1960 y 1990, fue intensa y fecunda.
En los 1960 y 1980 fue miembro del Consejo Central de Elecciones, profesor universitario y autoridad de la Universidad de El Salvador, dirigente político socialdemócrata como Secretario General del Movimiento Nacional Revolucionario, candidato a la Vice presidencia de la República en la amplia alianza política de la Unión Nacional Opositora de 1972, exiliado político, dirigente de la Internacional Socialista como uno de sus vice presidentes, miembro dirigente del Foro Popular que trabajó por la democratización del país en 1979, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno al ser derrocado el general Carlos Humberto Romero en octubre de 1979.
En los 1980, cuando salió al exilio otra vez, (en 1972 también tuvo que salir al exilio) pues la Junta Revolucionaria había sido desplazada por sectores derechistas, Guillermo fue Vicepresidente y Presidente del Frente Democrático Revolucionario, la amplia coalición de sectores populares y progresistas que se alió con el FMLN para luchar por la democracia y los cambios revolucionarios en El Salvador, candidato la presidencia de la República en las elecciones de 1989 y candidato a diputado para las elecciones de marzo de 1991; pero la muerte se le adelantó para dolor de las fuerzas progresistas del país. Ambas candidaturas fueron propuestas por la Convergencia Democrática, organización política que agrupaba partidos sociales cristianos y socialdemócratas.
Durante todas sus actuaciones intelectuales y políticas, Guillermo fue un ferviente partidario del diálogo con los otros; pero con firmeza. En 1963, cuando era el secretario particular del rector Fabio Castillo Figueroa publicó en la revista La Universidad el artículo “La insurrección en el Derecho Constitucional Salvadoreño” donde expresó la base de su credo democrático: todo poder público emana del pueblo.
Por esos días de 1964 acompañó al Rector Fabio Castillo Figueroa a un viaje por Europa y la Unión Soviética que causó campañas virulentas de la derecha contra la Universidad de El Salvador y su liderazgo. En ese célebre viaje se juntaron en Moscú con Roberto Castellanos Calvo y Miguel Sáenz Varela, dirigentes del Partido Comunista.
Casi veinte años después, cuando llegó a Washington D.C. en la primera mitad de1980 con Enrique Álvarez Córdoba y otros dirigentes del Frente Democrático Revolucionario a buscar apoyos para la lucha por la democracia en El Salvador, Guillermo nos explicaba por qué era justo y obligatorio que se apoyara la alianza del FMLN y el FDR que ya habían emprendido la lucha político-militar para buscar los cambios sociales y la democracia en El Salvador. Confirmaba una de sus convicciones: “No se puede ser demócrata sin ser revolucionario, ni ser revolucionario sin ser demócrata”.
Guillermo Ungo en el decenio de los 1980 fue un portador del mensaje que contenía el anhelo de una solución política al conflicto interno político militar que ya había encendido todos los rincones del país. Creía firmemente que lo que procedía era construir y consolidar la democracia y sostuvo en una ocasión: “El Salvador será democrático cuando tengamos un gobierno para todos ¡sin excepciones”.
El mensaje de Guillermo Ungo para lograr de diálogo y negociación que resolviera el conflicto de El Salvador fue escuchado, gracias a su credibilidad y probadas credenciales democráticas, en todo el mundo. Jefes de Estados, dirigentes políticos y sociales, editores de periódico y líderes religiosos, gracias a la voz de Guillermo se convencían que la lucha del FLMN-FDR en El Salvador era justificada.
Por eso, Luis Ayala, Secretario General de la Internacional Socialista dijo, en el entierro de Memo Ungo en el Cementerio de San Salvador que él había sido “la voz de un pueblo en lucha”. Un par de años antes de su muerte, Guillermo recibió importantes reconocimientos: en 1988 los trabajadores de Dinamarca le otorgaron el premio “La Rosa Roja por la Paz” y en 1988 la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos le concedió el Premio Monseñor Leonel Proaño.
La voz de Guillermo Ungo era escuchada y respetada por actores políticos de variado signo. Me consta que lo recibía el senador Edward Kennedy, dirigente del Partido Demócrata a, de Estados Unidos, el embajador Ricardo Alarcón, cuando era embajador de Cuba ante Naciones Unidas y otros de variado espectro. Poco después de la ofensiva del FMLN de noviembre de 1989, Guillermo se reunió con el embajador Thomas Pickering, destacado diplomático de Estados Unidos de esos que se llaman bipartidistas. Conversaron sobre la ofensiva y sus secuelas. Seguramente, sin ser explícitos, de la conversación, que trató sobre las perspectivas del Frente en la arena política y la necesidad de hallar una solución política negociada al conflicto armado de El Salvador, emanaron mensajes que fueron conocidos por las partes interesadas.
Guillermo tuvo tiempo de conocer el gran avance que significó el Acuerdo de Ginebra, de abril de 1990 cuando el Gobierno de El Salvador y el FMLN, con la mediación del Secretario General de Naciones Unidas, decidieron comenzar la negociación que dio por resultado el Acuerdo de Paz de enero de 1992.
A fines de 1990, se entusiasmó con la candidatura para Diputado en las elecciones que se llevarían a cabo en marzo de 1991. Para su campaña se decía que era un líder del pueblo y para el pueblo y que era el diputado que el pueblo necesitaba.
La inesperada muerte el 28 de febrero de 1991, le impidió a Guillermo Ungo ser Diputado y, a la política progresista de El Salvador, tener un diputado de altos quilates éticos e intelectuales.
El cuerpo de Guillermo Ungo fue traído de México a San Salvador en un avión militar proporcionado por el Gobierno de México quien encargó al Subsecretario de Relaciones Exteriores de México, Sergio González Gálvez que dirigiera la delegación que lo trajo. En el avión venía su familia inmediata, esposa Nora de Ungo y sus hijos, además de otros compañeros políticos, entre ellos Francisco Altschul y el que esto escribe.
Mientras sus restos estaban en una funeraria de San Salvador, hubo manifestaciones populares para expresar el pesar. Fue impresionante el largo desfile de luchadores que, bajo el liderazgo del FMLN, pasaron enfrente de la funeraria manifestando su tristeza y confirmando su espíritu de lucha. Diez meses después se firmaron los acuerdos de paz.
Guillermo Ungo no alcanzó a estar en las ceremonia de firma de los Acuerdos de Paz que se llevó a cabo en el Castillo de Chapultepec, México, el 16 de enero de 1992; pero su nombre resonó en la oratoria de Schafik Handal quien, en nombre del FMLN, en el discurso oficial, rindió homenaje a Guillermo Ungo como el hombre síntesis de las fuerzas democráticas que enriquecieron el pensamiento de la lucha del FMLN y abrieron amplios espacios, a esta lucha, por todos los caminos del mundo. La Asamblea Legislativa de El Salvador tuvo el acierto de declararlo, el 11 de julio de 2013, Hijo Meritísimo de El Salvador, por sus aportes a la paz y el desarrollo del país.
Así hay que recordar a Guillermo Ungo 25 años después de su inesperada muerte. Es bueno que la juventud de El Salvador sepa su historia personal, como fuente de mensajes y ejemplos.
Estas líneas que son una narrativa basada en vivencias y recuerdos personales son para evocarlo como un actor político de diálogo y por y para la democracia plena, anhelos que continúan como necesarios en la política actual.
Eso fue Guillermo Ungo.
Los jóvenes que han nacido en El Salvador después de 1991 y que son más de la mitad de la población, deben conocer la trayectoria de personas que, como Guillermo Ungo, se descubrieron a sí mismos en las luchas populares y, por eso, lucharon al lado del pueblo hasta sus últimos días.
Debe estar conectado para enviar un comentario.