Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
El tema es considerado tabú en muchos sectores políticos, debido a la condición de las tesis marxistas clásicas sobre la lucha de clases, la plusvalía capitalista, las relaciones sociales de producción etc. debo aclarar que la emancipación de la mujer como identidad social productiva es el resultado del capitalismo industrial, aunque en el capitalismo mercantilista cuando la organización social de los proletarios era básica, la mujer en su colectivo general estaba asociado a “reproducir el capital” ese término que identifica el descanso en casa, la crianza de los hijos, la unidad reproductiva de las fuerzas sociales que significa en pocas palabras recuperar fuerzas para producir una mercancía, -en términos generales-.
Si construimos el concepto de fuerzas productivas y relaciones sociales de producción, que coinciden en un momento temporal caracterizando un período capitalista, las mujeres están incluidas “en abstracto”, pero el avance de los modelos capitalistas: mercantilista, industrial, financiero etc., que ahora tiene agregación de valor por medios tecnológicos, cibernéticos, aeroespaciales, aseguradores, inmobiliarios, etc. continúan con el principio del capitalismo clásico: “valor” y “mercancía” como producto del trabajo. Estos elementos incluyen a la mujer, la cual como fuerza productiva se incorpora a mediados del siglo XX y el presente siglo XXI como identidad laboral o política, reivindicando en esencia la igualdad de salarios, la libertad de opción a cargos, así como su participación histórica; su accionar es muy significativo porque refleja su grado de organización y discurso laboral y revolucionario. Algunos teóricos como Philippe Zarifian anotan que el avance de las mujeres en el seno capitalista identifica los problemas fundamentales del concepto Hombre en Sociedad y además Humanidad en el modelo capitalista, situación que no puede negar la participación de la mujer, la cual ya no debe ser vista únicamente como un elemento “reproductor del capitalismo” sino una identidad igualitaria y protagónica en la sociedad global.
En relación a la especificidad de la división del trabajo, el cual vendría a ser una especie de reinos de hombre o mujer desde la antigüedad, ahora esos roles tienden a eliminarse, las demandas en determinados trabajos antes de exclusividad del hombre, ahora son compartidos también por mujeres por ejemplo en las fuerzas armadas, los cargos públicos, los deportes, ciencia, arte, etc. pero también persiste la negación en muchas religiones a otorgarles responsabilidades a las mujeres, en pocas palabras el nivel de desarrollo político de las naciones es directamente proporcional al liderazgo de las mujeres en las estructuras de poder: social, político, jurídico, religioso etc.
La característica de la sexualidad en el capitalismo ya no es un tema de debate social en el primer mundo, pero si en las naciones conservadoras como las de América Latina; la revolución industrial, tecnológica, científica del siglo pasado ha permitido la caída del tabú sexual en las sociedades postmodernas por la educación sexual, pero también por la prevención de enfermedades; no es un tema religioso, es un tema que propone romper el esquema del desconocimiento del cuerpo y los riesgos de embarazos no deseados como un objetivo de la mujer dueña de su destino, de su consciencia, al igual que su trabajo en sociedad.
En general no es la lucha de clases la que reivindica a la mujer, es el avance del capitalismo el obligado a reconocer la importancia de la mujer en las relaciones sociales de producción y sus derechos laborales.