Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
En un escrito sucede lo mismo, drugstore pero sin entrar en el campo de la gravedad. Una obra literaria tiene la candidez de ser creada para compartir otros mundos, otras formas de vida. No para adormecer naciones, aunque hayan sido utilizadas por algunos regímenes. Sin embargo, el panfleto nunca tendrá la categoría de literatura. La misma experiencia nos la demuestra gracias a la crítica, que es el cúmulo de experiencias de conocer información, compararla, digerirla.
Gracias a la experiencia nos damos cuenta de lo que vale y lo que no; lo que aún está en proceso y lo que está depurado. La experiencia dice cuando el literato está realmente preparado para entrar en la palestra y cuando luchar por un lugar en ella.
Tristemente ser escritor es un trabajo desarrollado en un verdadero campo de batalla, así como la vida, donde se debe competir contra otros autores, grupos, editoriales, espacios de divulgación y contra uno mismo.
Ser escritor implica un mundo de retos que nos demuestra que el ansiado bien de vivir sólo de escribir no es una tarea fácil porque para llegar a ese momento se requiere de sacrificios, luchas, decepciones y sólo se llega al final de esto cuando la vida se acaba. Algunos autores deciden retirarse porque no encuentran salida a este laberinto. Una verdadera pena, porque si no hubieran tenido minado el camino seguro hubieran continuado.
La experiencia nos dice que no existen atajos, sólo un proceso a seguir: estudiar, leer y escribir.
Estudiar la gramática y la preceptiva literaria. La gramática porque es la herramienta que nos hará expresarnos correctamente. Aprender a utilizar la sintaxis, la ortografía y así ser justos y puntuales para no confundir cima con sima, la primera que nos habla de altura y la otra de profundidad. En cuanto a la preceptiva literaria porque al tener conocimiento de los recursos estilísticos podemos tener un mayor dominio del arte que vamos a trabajar.
Leer a otros autores es fundamental, para ver su maestría, para disfrutarlos, ver lo hermoso de los párrafos o versos, la riqueza de plumas que el mundo nos ha dado, además de saber lo que se puede y lo que no se debe hacer. Es una gran enseñanza, todo autor se convierte en un gran maestro ante un lector receptivo.
Y escribir. Es otro de los fundamentos que debe tener, un escritor debe escribir. No debe cansarse de ejercitarse, de borrar y romper cuartillas. La perfección no se logra nunca, en cambio la obra maestra sí; somos perfectibles, la experiencia nos lo demuestra.
Un autor que no ponga validez en sus experiencia es un autor que no crecerá. La literatura no es un acto espontáneo, en este oficio se encuentra inmerso mucho de lo que somos, de dónde somos y cómo vivimos, además de dónde vinimos. Y en este camino, la experiencia es el pasaporte para seguir creando.