Quito/AFP
Santiago Piedra Silva
El expresidente Rafael Correa se desafilió de Alianza País (AP), el partido que fundó y con el que gobernó durante una década (2007-2017), con lo que se consumó la fractura del oficialismo en Ecuador.
Su esperada desvinculación marca un punto sin retorno en la lucha de poder que mantiene el exmandatario con su sucesor en la presidencia y antiguo vicepresidente, Lenín Moreno.
«Podrán quedarse con el nombre, con las sedes, con el casillero de AP, pero las convicciones, el pueblo, la Revolución y el futuro están con nosotros», escribió Correa en su cuenta de Twitter.
La asambleísta Gabriela Rivadeneira, aliada de Correa y quien también se desafilió, agregó que el exmandatario liderará una nueva formación.
«Ya se había planteado el hecho de que si el gobierno lograba apoderarse de Alianza País nosotros continuaríamos a través de la organización de un nuevo partido», declaró a la AFP.
Sin la atadura partidista, Correa atizará seguramente la campaña contra un referendo promovido por Moreno, que busca suprimir la reelección indefinida.
De ganar el Sí en la consulta del 4 de febrero, en teoría Correa se quedaría sin opciones de recuperar el poder.
«La ruptura es la crónica de una muerte anunciada» pero «no va a generar problemas de gobernabilidad» en Ecuador, opinó el politólogo Santiago Basabe, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Quito.
En declaraciones a la AFP, agregó que «lo que sí podría generar inestabilidad sería que Moreno no ganara con mucha holgura la consulta popular, sobre todo en la pregunta de la reelección indefinida». El presidente fue elegido en abril pasado con apretado margen.
Futuro en ascuas
Correa y sus partidarios ya habían perdido el control de AP a manos de Moreno, pero recién el lunes el máximo Tribunal Contencioso Electoral (TCE) reconoció a la nueva dirección.
El expresidente, quien puso fin a una época de inestabilidad política con un gobierno de mano dura con los adversarios y muy popular entre los pobres, presentó su desafiliación en la población costera de Babahoyo (sur).
Tras la separación de Correa, varios exfuncionarios y diputados afines también se desafiliaron después de una rueda de prensa improvisada en las afueras de la sede del partido en el norte de Quito, la cual estaba bajo control de los correístas y el martes apareció cerrada.
Aunque todo apunta a que encabece un nuevo partido, el regreso de Correa al poder depende de la suerte que corra en el próximo referendo.
«Puede ser que Correa cree un nuevo partido pero que no pueda presentarse a las presidenciales de 2021», añadió Basabe.
Tras la división, la fracción correísta pasó a llamarse movimiento Revolución Ciudadana, el mismo nombre con el que Correa bautizó su proyecto nacionalista de izquierda.
Prueba de fuego
Rivadeneira apuntó que «el proyecto (de Correa) tiene que continuar» y que las desafiliaciones «continuarán durante las próximas semanas a lo largo y ancho del país».
«Ahora nuestra prioridad es ganar las elecciones el 4 de febrero», enfatizó.
Correa y Moreno fueron aliados hasta mayo último, cuando asumió el nuevo gobierno y el actual mandatario comenzó a distanciarse de su ahora excompañero de partido.
En las elecciones de 2017, AP ganó 74 de los 137 curules de la Asamblea Nacional, pero con la fractura del oficialismo la mayoría del bloque se volcó a respaldar a Moreno.
En octubre, dirigentes de AP afines a Correa destituyeron a Moreno de la presidencia del partido, pero el Consejo Electoral desconoció la decisión alegando que no fue tomada en una convención nacional del movimiento.
El TCE legitimó a la directiva de Moreno en AP al rechazar una apelación de Rivadeneira, quien fue removida de la Secretaría del partido en noviembre pasado.
Correa regresó hace una semana de Bélgica, donde vive tras dejar la presidencia, para impulsar el «No» en el referéndum, del que dependerá en buena parte su futuro político.