Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Las declaraciones del exteniente del ejército Yusshy René Mendoza Vallecillos, en el caso de la masacre de los seis sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras, ocurrida en noviembre de 1989, fueron lapidarias para la defensa del coronel retirado Inocente Orlando Montano, el Estado Mayor y el comandante de las Fuerzas Armadas de 1989.
Con el inicio de las pruebas testimoniales este 8 de julio, Yusshy René Mendoza dio aportes importantes en la causa del Caso Jesuitas, al mencionar que altos mandos militares como Juan Rafael Bustillo (FAES), Francisco Elena Fuentes, René Emilio Ponce y otros militares de alto rango definieron el asesinato colectivo en la UCA conocida como la masacre de los jesuitas.
A las preguntas del abogado querellante, Manuel Ollé, sobre los hechos sucedidos en noviembre de 1989, Mendoza Vallecillos narró cronológicamente los hechos, que culminaron en el operativo contra los sacerdotes, detallando intercambios de información, preparación y órdenes recibidas del coronel Guillermo Benavides, quien terminó siendo juzgado y condenado por 30 años, pero luego de aprobar la Ley de Amnistía se le permitió recuperar por un tiempo su libertad y, por ahora, guarda de nuevo prisión.
A la pregunta sobre quiénes más estaban en la reunión con el coronel Benavides, en donde se definió el asesinato de los Jesuitas, Mendoza respondió que estaban el general Emilio Ponce (fallecido en 2011), general Juan Orlando Zepeda, general Inocente Orlando Montano, coronel Dionisio Ismael Machuca, coronel Óscar Alberto León Linares, coronel Juan Emilio Velasco Alfaro y el coronel Joaquín Arnoldo Cerna Flores.
“El coronel Benavides dijo que todo el contenido de la reunión lo iban a informar al expresidente Alfredo Cristiani, quien se encontraba en camino hacia el Estado Mayor en ese momento y, si el presidente Cristiani se oponía o daba una contraorden, me lo iban a comunicar”, afirmó.
Agregó que en una reunión posterior, el coronel Guillermo Benavides los llamó a su oficina para hablar con el teniente José Ricardo Espinoza y le comunicó específicamente que irá a la UCA, porque ha recibido la orden del Alto Mando para que elimine al padre Ignacio Ellacuría, sin dejar testigos.
“Fue una operación autorizada, todo el mundo lo supo; los que estábamos en la Escuela Militar, todos sabíamos, nadie puede decir que al coronel Benavides se le ocurrió en ese momento hacer ese tipo de desplazamientos y procedimientos; por orden del coronel Benavides, esto fue ordenado por alguien más arriba que él, y dadas las circunstancias en las que nos encontrábamos, era el Alto Mando quien da la orden”, reafirmó Mendoza.
Sobre la misión encomendada consideró que pudo haber temor en ejecutarla, porque reconoció que era “totalmente ilegal, porque era asesinar a una persona civil”.
Asimismo, se desligó de las acciones contra los jesuitas y sus colaboradoras, al explicar que no tenía relación como oficial con el batallón Atlacatl, y que fue sorprendido, cuando alguien -no identificó quién- pidió que era conveniente que alguien de la Escuela Militar acompañara al teniente Espinoza y que fueran de la misma promoción de graduación y, efectivamente, Mendoza era compañero de promoción de Espinoza y otros cuatro más.
“Se ordenó que no se usarán armas de equipo para dispararle a las personas, sino con fusiles AK-47, que había proporcionado el coronel Hernández Barahona. No presencié la muerte de los sacerdotes jesuitas y en ningún momento disparé; mientras, en las instalaciones de la UCA no hice uso de mi arma de equipo, no di la orden de disparar, ni vi que le dispararan a nadie”, subrayó.
Al regresar a la Escuela Militar, en horas de la madrugada, solo le dan parte del operativo al coronel Benavides, los oficiales que habían sido asignados. Y más tarde en el mismo día, el coronel Benavides envía a los coroneles Hernández Barahona y Hernández Ayala para darle parte al coronel Ponce en el Estado Mayor.
Asimismo, reseñó que se destruyó información sobre el operativo. El maletín con dinero extraído de la UCA y un cambio de los cañones de las armas utilizadas, con el objetivo de ocultar indicios y el encubrimiento de los autores intelectuales. Cuando les correspondió enfrentar la investigación y posterior juzgamiento, la estrategia de la defensa fue negar haber cometido los hechos en mención.
“Al anunciarse el juicio contra nosotros, el abogado líder del equipo de la defensa dijo que iban a tener acceso a la lista de jurados e iban a buscar la forma de conversar con algunos de ellos, para tener un veredicto absolutorio”, recordó.
Posteriormente, condenados y guardando prisión, Mendoza reseñó sobre las conversaciones que mantuvieron, luego de las visitas que le hicieran al coronel Benavides, el alto mando como Ponce, Zepeda, Montano y Elena Fuentes.
“Me comentó que le decían que se ‘aguantara’, que después de las negociaciones de paz habría una amnistía (1993), que no fuera a hablar con la Comisión de la Verdad, y básicamente que aguantara y, de haber amnistía, no habría oposición política de parte del Gobierno, ni oposición jurídica, que todo estaba bajo control”, afirmó.
Sobre la carta enviada al padre José María Tojeira, por el teniente Yusshy René Mendoza, en la cual pidió “perdón” por los hechos del 16 de noviembre, y la mención que había recibido dinero de parte de la UCA, aclaró que le sugirieron dejar el país por el peligro de ser asesinado por su testimonio a miembros de la Comisión de la Verdad.
“Estando en prisión se realizó la visita de (integrantes de) la Comisión de la Verdad, que estableció las Naciones Unidas (ONU); colaboré con ellos y les hice esta misma narración a ellos; salgo de prisión luego de la Ley de Amnistía, me reúno con el padre Tojeira y me aconseja que salga del país porque colaboré con la Comisión de la Verdad”, puntualizó.