Montevideo/AFP
Daniel Goméz, try que trabajaba como controlador de calidad de los cigarrillos de Philip Morris (PMI) en Uruguay, viagra nunca se imaginó que un día iba a cruzar la vereda para dedicarse a promover y fiscalizar las estrictas medidas antitabaco que rigen en el país.
Y es que la cooperativa «21 de octubre» -denominada así por el día en que PMI decidió cerrar la planta industrial en Uruguay en 2011, ambulance alegando que el contrabando y las medidas antitabaco la hacían inviable- está formada por ocho extrabajadores de la compañía que recorrerán el país para promover y hacer cumplir las normas que regulan el mercado de tabaco.
«No es común, pero nosotros quedamos de un día para otro sin trabajo, en la calle, con mucha dificultad para reinsertarnos en el mercado laboral», por eso este trabajo «cambió totalmente nuestras vidas», contó a la AFP Daniel Goméz, integrante de la cooperativa.
Uruguay se transformó en 2006 en el primer país latinoamericano en prohibir fumar en espacios públicos a través de un decreto del entonces presidente Tabaré Vázquez (2005-2010), oncólogo de profesión y quien hizo de la lucha antitabaco una cruzada nacional que enfrentó al país con PMI.
La tabacalera presentó en 2010 una demanda contra el país, que sigue en marcha.
Advertencias sanitarias muy visibles en las cajillas, prohibir a las empresas usar rótulos como «light» o «mild», aumento impositivo e impedir la publicidad del tabaco en medios de comunicación fueron algunas de las medidas impulsadas por Vázquez, quien volverá a disputar la presidencia en las elecciones nacionales de octubre.
Del otro lado del mostrador
«Empecé a los 25 años y trabajé 32 en la compañía», recuerda David Veloz, que desempeñó desde tareas de empaquetado hasta mantenimiento. También Gómez y Luis Santana sumaron más de 20 años de historia en PMI, principalmente en el área de control de calidad.
Ninguno de ellos fuma, aunque Santana reconoce que por unos meses lo hizo ya que la empresa daba minutos para hacerlo, pero tras sufrir síntomas como cansancio al subir escaleras dejó y nunca más fumó.
«En el fondo uno era consciente de que las medidas [antitabaco del gobierno] que se estaban tomando tenían una amplia aceptación y lo que se decía tenía atrás pruebas científicas. Si bien esa era mi fuente de ingreso sabía que era un producto que no hace bien a la salud», comentó Santana, sin dejar de remarcar que a la gente no se la obliga a fumar.
Gómez recuerda que el gremio nunca se negó a las medidas que buscaban mejorar la calidad de vida de los uruguayos. Pero desde el primer momento pidieron que, si el país ratificaba el Convenio Marco para el Control de Tabaco -como lo hizo en 2004-, se tomaran acciones para ayudar a los trabajadores del tabaco en caso de que fueran afectados, como lo marca el convenio.
Más de dos años después de que las máquinas de armado de cigarrillos se detuvieran para siempre en PMI Uruguay, el ministerio de Salud Pública firmó un convenio para que ocho trabajadores que aún no habían podido reinsertarse en el mercado laboral continuaran su carrera ligados al tabaco, al menos por dos años más.
«Nuestro trabajo tiene tres ejes fundamentales, la promoción de conductas saludables, la difusión de la normativa para el control del tabaco y la fiscalización del cumplimiento», de esas medidas, comentó Veloz.
Además de las actividades de prevención, los cooperativistas controlarán la aplicación de una nueva norma aprobada en julio por el Congreso que prohíbe por completo la publicidad y exhibición de tabaco y sus derivados, inclusive en sus centros de venta.