Álvaro Darío Lara
Ezra Pound (1885-1972), el prodigioso poeta, creía en el poder sobrenatural de la poesía. Vivió y murió en función de ella. Nada era más importante para Pound que la demoledora exactitud de la metáfora o la belleza precisa de la imagen. El resto era vano, perecedero e intrascendente.
Pound trabajó su obra con obsesiva pasión a lo largo de su existencia. Muy especialmente su texto “Cantos” publicado por primera vez en París en 1925. Esta obra fue revisada, ampliada y corregida, para luego incorporarle “Cantos Pisanos” en 1949 y “Cantares” en 1956. En su producción se distinguen principalmente: la versión de “Personae” de 1926 y el volumen final de “Cantos” en 1970.
En la Italia, que tanto amó y donde murió el erudito poeta, el escritor salvadoreño Waldo Chávez Velasco (1933-2005), un gran admirador de la obra de Pound, tuvo la fortuna de ser alumno, hacia los años cincuenta, del profesor Luciano Anceschi, el notable traductor de Pound al italiano, quien acrecentó el respeto de Chávez Velasco hacia el gran autor, durante sus tiempos de estudiante de Derecho Internacional en la Universidad de Bolonia.
En el 2001, hablamos largamente con Chávez Velasco sobre Pound. De esa conversación, en el particularísimo estilo de Waldo, quedó esta entrevista, que encontré en medio de amarillentos papeles del ayer. Para que no quede en el olvido, entonces, van de nuevo estas palabras en memoria del magnífico poeta.
-En una entrevista usted declaró que uno de sus maestros fue Ezra Pound y que además tuvo la oportunidad de conocerlo ¿Nos podría hablar sobre esto?
Yo considero que hay grandes escritores, grandísimos escritores a los que se debe leer cuidadosamente, y si es posible estudiar qué técnica utilizaron, cómo fue que llegaron a tal sentimiento, cómo provocaron determinada emoción. Pero hay muy pocos maestros de escritores, maestros de poetas, yo nunca había conocido a ninguno. Pero una vez el profesor de literatura de la Universidad de Bolonia (era una cátedra eminente ya que el profesor anterior había ganado el Premio Nobel de Literatura). Este primer profesor se llamaba Luciano Anceschi, y era el traductor de Pound al italiano, además de ser también el traductor de T.S. Eliot. Por eso fue que mi esposa (la escritora Irma Lanzas,1933-2020) hizo su tesis de doctorado sobre T.S. Eliot. Nosotros nos encontramos con que los libros eran carísimos, y nos salía más barato irnos a vivir a Londres, así que nos fuimos a Londres. Además, juramos ir a “tocar” a Eliot, poco tiempo antes de que muriera.
Ezra Pound era un monstruo, es el que introdujo al inglés, y a varios idiomas, una cantidad de culturas extrañas. El poeta se movía en veinte y siete idiomas. Era un monstruo. Y de cada uno de los poetas que traducía o que estudiaba trataba de sacar la técnica. Él era un hombre cuyos estudios iban de los poetas provenzales en adelante.
-Pound hacía una poesía de la erudición, de la cultura.
Sí, y de pronto, si estaba escribiendo un verso -y con esto de los idiomas- si la palabra le salía mejor en chino, pues la ponía en chino. Claro, después se armaba un gran lío. Por ejemplo, su último libro “Los Cantos de Pisa” tuve que leerlo traducido porque no lo entendí en la versión original. Era terrible. Pound enseñaba la seriedad de la literatura, la seriedad de la poesía. Y llegó a ser el centro de la cultura literaria de su tiempo. Era un hombre de mucho dinero, que creía en la cultura de los Estados Unidos del Sur, odiaba el Norte…
-Además, había sido víctima del desprestigio norteamericano, por su supuesta colaboración con la radio italiana durante el tiempo de la Segunda Guerra Mundial.
Mire, dudo que Pound se haya dado cuenta. Él tenía ese programa del cual yo escuché, luego, grabaciones. El profesor Anceschi nos explicaba, nos enseñaba las traducciones, en donde Pound se dedicaba a hablar pestes del capitalismo industrial de los Estados Unidos del Norte, no del capitalismo rural que él apreciaba muchísimo, el capitalismo del Sur. Él era un hombre del Sur.
-Una visión más aristocrática.
Así es. Ese programa que tenía en Radio Roma, lo hacía en inglés. Yo no sé si se dio cuenta de la guerra, pero cuando sintió lo capturaron los norteamericanos. Esto ocurrió en la ciudad de Pisa, por eso el nombre de su último libro. Y allí, en Pisa, lo metieron en una jaula, y lo pasearon como un animal, y le gritaban, y Pound era un hombre viejo.
No nos olvidemos que sin Pound, no hubiera existido ni Hemingway.
-Sobre la generosidad y nobleza de Pound con los artistas, especialmente con T.S. Eliot, habla Hemingway en “París era una fiesta”.
Por supuesto. Mire, de repente se encontró con James Joyce y lo mandó a traer para que se fuera a París. Si Pound no hubiera hecho eso, o hubiera existido el “Ulises”.
Mire, no es que le concedan a nadie el Premio Nobel por una obra específica, pero la obra “La tierra desolada”, que en ese momento conmovió al mundo, es una obra hasta católica. Eliot le mandó a Pound el original, para que se lo corrigiera, que se lo viera, y que luego se lo mandara de regreso –ese original está en el Museo Británico- un año antes que le dieran el Nobel a Eliot. Pound simple y sencillamente le quitó tres páginas. Y ahí están las tres páginas a la par del poema ¿Me explico? Y quedó algo maravilloso. Y cuando uno lo lee dice: – ¿qué pudieron quitarle a esto tan bello? Que es, honradamente, después de lo de Dante o de los grandes españoles, algo verdaderamente grande.
-Doctor, a Pound lo recluyeron en un hospital psiquiátrico…
Es decir, a él lo tuvieron preso. Hubo un movimiento de todos los que le debían algún favor en su vida. Un movimiento espantoso. Incluso Hemingway no iba a aceptar el Premio Nobel. Ya había un movimiento para hacer como Eliot, que adoptó la ciudadanía inglesa. Fue una campaña verdaderamente mundial, sobre todo en los periódicos. Los norteamericanos enloquecieron, y para defenderse ellos mismos, y que por lo menos cuidaran de la salud de Pound, lo metieron en un manicomio. Producto de lo cual, lo volvieron loco. Hasta que, definitivamente, lo sacaron. Le dieron el indulto presidencial, y él se fue para Italia, donde su hija estaba casada con un noble polaco. Pound tenía una gran fortuna, incluso las becas que otorgaba, se siguieron cumpliendo aun cuando él estuvo preso.
-¿Cómo conoció personalmente a Pound?
Mi esposa y yo tomamos el tren y lo fuimos a visitar al castillo donde vivía con la hija. Francamente fuimos a “tocarlo”. A decirle a la hija que nosotros lo admirábamos. Él ya no entendía. Casi no podía hablar, miraba y sonreía, con una sonrisa muy linda. Eso fue todo. Después, nos regresamos. No sabíamos si íbamos felices de haber visto a Pound, de haberlo conocido o si íbamos llorando. Porque de verdad, estaba loco.
–¿En su opinión doctor, la acusación norteamericana de “colaboracionismo” con el fascismo tenía fundamento?
Claro que no. Lo que pasa es que los gringos son súper idiotas.
-A finales de los años cuarenta y en la década del cincuenta, principalmente, los norteamericanos censuraron, en sus publicaciones, a Pound, y cuando les fue imposible, lo marginaron.
Hicieron una canallada. No nos olvidemos que estaba Hoover en el FBI, quien era un ignorante y un desalmado. Lo peor que ha existido en el mundo. Tal vez sólo comparado con un emperador romano.