Wilfredo Arriola
I
Si la vida tiene muchas muertes,
esta indudablemente sería una de ellas.
En tu casa, la de todos
cualquier lugar se llama soledad
si no estás.
Algo se detendrá a las doce
cuando unos oídos dejen de escuchar El pescador.
Será más lenta, menos tuya
ahora más nuestra, porque ese vacío
hace irreparable todo lo que llenabas.
II
Nadie está preparado para golpearse la mirada sin que estés.
Para perforar la puerta
y saber a qué sabe la resignación.
Aquel minuto de silencio no ha terminado todavía.
No sé cuándo terminará, nadie que te quiera querrá saberlo.
Es así, cuando de pronto hieres el recuerdo de una infancia.
No vendrás lerdo, ni sonreirás innecesariamente
para que todo cobre sentido.
III
¡Ay Fabian! como un alfiler de noche que agujera las lágrimas.
Los que te lloramos para dentro también te sabemos.
No lo creas así.
Las peores batallas perdidas raras veces encuentran una razón.
Lo nuestro fue una perfecta relación sin insistencia.
Como las sinceras.
Vos ya no estás para repartirte en cada uno de nosotros.
En cada quien dejaste algo y en algunos todo.
Espero también lo hayas sabido.
Vaya cobarde la forma de tu partida, larga y amarga.
Te pido perdón por todos, si la súplica fue que te marcharas.
Pero es que a veces uno aprende a llorar en otros ojos.
Esta vez, por varias veces fueron los tuyos.
IV
No encontrábamos otra razón.
Algo nos enseñaste desde tu último lugar; a luchar
contra el cuerpo y admirar la lucidez de tu recuerdo.
Sé que seguiste viajando desde tu cama en cada visita
trayendo leña desde Machacal y enseñándonos a nadar
y uno sin aprender, y uno también sin olvidar.
Reíste desde ahí poniendo en ridículo nuestros problemas.
También te tocaste
nadie en su sano juicio lo habría dejado de hacer.
En algún lugar descansan todas las fotos que hiciste,
aquellos marcos amaderados que nos retratan,
que dicen más de ti que de nosotros.
Tu familia lo sabe, nosotros lo sabemos.
V
Nadie, ni con demencia pondría tu foto en la pared
donde descansan tus nuevas compañías.
Vos no eres parte de una pared, eres los pilares de esa casa.
Creo que lo supiste Fabian.
Ahora que todo ha terminado; serás parte de una conversación,
de un departamento, una anécdota, un recuerdo, una infancia.
No sé si algunos no te conocieron, pero fuiste
una extraña mezcla de atención y honestidad.
Lo tuyo quedará ahí intacto.
Yo alguna vez contaré de ti
de tirar piedras rebotando en el río
de cordeles y trompos
del miércoles con mamá.
Alguna vez contaremos de ti; a su tiempo y manera.
Te espera Malena, como cualquier hijo siempre regresa a su madre.
Y con seguridad llevaras sombrero
como un caballero para quitártelo.
Te has ido Fabian, adónde estés lleva la sonrisa de todos.