Por Kelly Velásquez
Roma/AFP
Italia llora a uno de sus intelectuales más ilustres, el dramaturgo Dario Fo, premio Nobel de Literatura en 1997, quien falleció este jueves a los 90 años por una insuficiencia respiratoria.
«Italia pierde a uno de los grandes protagonistas del teatro, de la cultura, de la vida civil de nuestro país», lamentó el jefe de gobierno italiano Matteo Renzi al rendir homenaje al escritor.
«Su obra satírica, su búsqueda, su trabajo escénico, su actividad artística de múltiples facetas son la herencia de un gran italiano del mundo», agregó Renzi.
Inconformista y observador de su época, Fo, que además era actor, saltó a la fama en 1969 con su obra «Misterio Bufo», una epopeya sobre los oprimidos inspirada en la cultura medieval.
En «Misterio Bufo» el héroe, un malabarista, estimula la rebelión con la risa.
El llamado a la rebelión contra los poderosos y los hipócritas, mediante una lengua inventiva, es un tema constante de la obra Dario Fo.
Entre sus obras teatrales más conocidas figuran «Muerte accidental de un anarquista», «Pareja Abierta» y «Aquí no paga nadie».
Conocido en todo el mundo, y en particular en América Latina, donde participó en varios Festivales de Teatro como los de Bogotá y Caracas a comienzos de los años 90, su teatro se caracterizaba por un lenguaje absurdo en el que mezclaba dialectos, latín, italiano y citas literarias.
Fundador junto con su fallecida esposa Franca Rame, musa, compañera y coautora de numerosas obras de teatro, del grupo «La Comune» en los años 70, Darío Fo supo con humor e ironía tratar tanto temas políticos como conflictos de amor y sexo.
Anticonformista, simpatizante comunista, admirador de la experiencia chilena con Salvador Allende, Darío Fo era llamado «el maestro» por la mayoría de gente del teatro, y sobre todo por aquellos callejeros y experimentales que acudían a sus talleres, coordinados por su hijo, Jacopo Fo.
Fustigador del poder político y eclesial
Fo, que murió justo el día en que la Academia sueca debía anunciar el vencedor del premio Nobel de este año, publicó más de cien obras teatrales y numerosos libros, en las que fustigaba al poder político y eclesial.
Su muerte generó una oleada de reacciones en Italia, tanto de líderes políticos como del mundo de la cultura.
«El premio Nobel más alegre de todos los tiempos falleció. En vez de una lágrima le debemos una sonrisa», tuiteó el escritor Erri De Luca.
«No temo la muerte pero tampoco la seduzco. Si has vivido bien es la justa conclusión de la vida», comentó recientemente en una charla con el diario Il Corriere della Sera.
Nacido el 24 de marzo de 1926 en Lombardía (norte) en el seno de una familia obrera antifascista, Darío Fo estudió pintura y arquitectura antes de iniciar su exitosa carrera teatral a principios de la década de 1950.
Conocido por su activismo político y su estilo juglar medieval, estuvo siempre en primera fila para defender sus principios, en particular en los años 1970 y 1980, los llamados «años de plomo», cuando fundó la organización «Soccorso rosso» (Socorro rojo) para dar asistencia legal a los militantes de izquierda.
En la década de los noventa luchó a favor de la legalización de la droga, del aire puro, del control de la natalidad, atemorizando a los católicos con su divertido anticlericalismo.
El maestro de la sátira y a la vez referente de la izquierda italiana, fue uno de los mayores críticos del estilo de gobierno del multimillonario y ex primer ministro Silvio Berlusconi y en los últimos años apoyó el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo.
«La muerte de Dario Fo priva al país de una gran voz crítica, un guía espiritual para el espíritu cívico. Pero también priva a M5E de un punto de referencia fundamental, un compañero alegre, brillante y profundo», escribió en un comunicado el grupo parlamentario del movimiento.
Pese a ser un azote de la casta política, el senado italiano le rindió homenaje con un minuto silencio.