Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
“Que su Pascua sea para nosotros una invitación a la conversión y agradecer a Dios por su vida y su servicio a la Iglesia, particularmente a la nuestra. Y a la beatificación y canonización de San Oscar Romero”, dijo Monseñor Rafael Urrutia, en nombre del Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, luego de conocerse el fallecimiento del Nuncio Apostólico, Monseñor León Kalenga Badikebele.
Monseñor Kalenga Badikebele nació el 17 de julio 1956, en la ciudad Kamina, de la República Democrática del Congo, África. Sus estudios teológicos y fillosóficos los culminó en 1982, y trabajó en la Diócesis de Luebo, pueblo de Kasai en la provincia suroeste central de la república del Congo.
Sus estutios en derecho canónico los culimina en 1988, y es enviado como Nuncio Apostólico en Haití, Guatemala, Zambia,Brasil, Egipto, Zimbabue, Japón, El Salvador y Argentina.
Fue nombrado nuncio apostólico en El Salvador, en el año 2013, durante el período papal de Benedicto XVI, y dejó su cargo por orden del papa Francisco, en el año 2018, y fue enviado a Argentina. En El Salvador ha sido relevado por el italiano Carlo María Donatti.
En un comunicado de prensa, el canciller del Arzobispado de San Salvador, Monseñor Urrutia, invitó a las Comunidades Parroquiales, a ofrecer oraciones y misas por el eterno descanso, de Monseñor Kalenga.
“Pidamos a Dios que Jesús, El Buen Pastor lo conduzca sobre sus hombros hasta la casa del Padre y que desde allá, interceda junto a San Oscar Romero, por la paz del mundo y la fidelidad de la iglesia que tanto amó”, reiteró.
Monseñor Léon Kalenga, también recibió de la Asamblea Legislativa la distinción de “Noble Amigo de El Salvador”, en junio del año pasado , en reconocimiento a su labor como Nuncio Apostólico por su esfuerzo y dedicación a la cultura de la paz y convivencia para el país. El nuncio León Kalenga, al recibir la distinción de parte de pleno legislativo, expresó su alegría por la Canonización de San Oscar Romero y el nombramiento del Cardenal, Gregroio Rosa Chávez, para El Salvador, que lo consideró una “gracia de Dios”.