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Alma Vilches
@AlmaCoLatino
El arzobispado se encargó de confirmar la muerte de monseñor Fernando Sáenz Lacalle, a causa de complicaciones por el Alzheimer. Sáenz Lacalle fue el décimo obispo y sexto arzobispo metropolitano de San Salvador, quien ejerció el cargo desde el 13 de mayo de 1995 hasta el 27 de diciembre de 2008,
Saénz Lacalle falleció a las 5:50 a.m. del 28 de abril de 2022, en su residencia, a los 89 años de edad. Sus restos se mantienen desde hoy viernes en capilla ardiente en Catedral Metropolitana, donde permanecerán por tres días. La misa de funeral será el lunes 2 de mayo a las 10:00 a.m. y posteriormente se le dará sepultura en la Cripta, donde reposan los restos de Monseñor Romero y otros obispos.
El arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, pidió a todos los sacerdotes celebrar un novenario de misas en sus parroquias con los fieles en los horarios habituales, por el descanso eterno del alma del obispo Sáenz Lacalle.
Actualmente, Saénz Lacalle tenía el título de arzobispo emérito, asignado a un obispo católico en el momento en que deja de conducir una diócesis, tras alcanzar el límite de edad, que son 75 años; la última vez que apareció públicamente y con mucha dificultad para caminar fue el 22 de enero de 2022, en la beatificación de fray Cosme Spessotto, el padre Rutilio Grande y los dos laicos.
El religioso nació el 16 de noviembre de 1932, en Cintruénigo, España, hijo de Eusebio Sáenz Sánchez y Constanza Lacalle Camara; fue ordenado sacerdote en Madrid, el 9 de agosto de 1959, incardinado en la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei. En 1962 viajó a El Salvador, al centro del Opus Dei, fue nombrado obispo auxiliar de Santa Ana el 22 de diciembre de 1984 por el Papa Juan Pablo II, y nombrado arzobispo de San Salvador en abril de 1995 para suceder al fallecido arzobispo Arturo Rivera y Damas, tomó posesión del cargo el 13 de mayo de 1995.
Siendo arzobispo presidió en marzo de 1999 la inauguración de la reconstrucción de Catedral Metropolitana. Sáenz Lacalle fue uno de los que más apoyó la causa de canonización de su predecesor Monseñor Romero.
En los últimos años fungió como párroco en la iglesia Montelena de Antiguo Cuscatlán, donde mantuvo el título de arzobispo honorario de San Salvador.
Impulsó a la recién fundada Universidad Católica de Occidente, hoy Universidad Católica de El Salvador (UNICAES), colaboró en impartir clases, consiguiendo becas en universidades extranjeras, preparar a los futuros docentes, así como gestionando con ayudas para proyectos de promoción social.
El ex arzobispo tenía una profunda devoción a la Sagrada Eucaristía, fue un buen predicador de la vida de Cristo y la Virgen María, su trabajo sacerdotal lo llevó a visitar a pie cantones y caseríos donde celebraba la misa a los habitantes.
Dedicó muchas horas a dirigir espiritualmente a mujeres y hombres de toda condición social, obreros, profesionales y amas de casa, a quienes ayudaba a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de las actividades ordinarias.
