¿O aceptas la corrupción, el saqueo, la ineptitud, las violaciones a todas las leyes de la república, el recorte salvaje de programas sociales y la pérdida de libertades… o prefieres volver al pasado con las pandillas libres?
Por David Alfaro
04/04/2025
En el discurso político de Nayib Bukele y sus seguidores, uno de los argumentos más recurrentes ante cualquier crítica es la supuesta dicotomía entre aceptar su modelo de gobierno —con todas sus sombras de corrupción, autoritarismo y recorte de derechos— o regresar al pasado caótico de las pandillas libres. Esta estrategia discursiva responde a una falacia lógica conocida como falso dilema o falsa dicotomía.
¿En qué consiste el falso dilema?
Esta falacia plantea que solo existen dos opciones excluyentes, cuando en realidad hay múltiples alternativas que se ignoran deliberadamente. El mensaje de Bukele intenta simplificar la complejidad política del país a un único esquema binario:
O estás conmigo (aceptando la corrupción y el autoritarismo), o estás con las pandillas.
El problema con este enfoque es que invisibiliza cualquier otro camino posible, como el de un gobierno que combata el crimen respetando los derechos humanos, promoviendo la transparencia, la honestidad y garantizando programas sociales sólidos.
¿Por qué es peligroso este argumento?
Este tipo de razonamiento reduce el análisis político a una lógica tribal, en la que cualquier crítica legítima se convierte automáticamente en apoyo al pasado oscuro de la violencia pandilleril. De este modo, se niega el derecho a exigir un gobierno honesto, eficiente y respetuoso de las libertades civiles, bajo el pretexto de que cualquier oposición supone un regreso a la inseguridad.
¿Qué podemos hacer?
Para desmontar este falso dilema es necesario enfatizar que la crítica al gobierno de Bukele no equivale a apoyar el caos de las pandillas. Es fundamental exigir una alternativa que garantice seguridad sin sacrificar libertades ni caer en la corrupción. Un país mejor es posible, sin tener que elegir entre dos extremos igualmente dañinos.
Aceptar el argumento de Bukele es caer en su chantaje y también renunciar a una política compleja y diversa. Y en esa simplicidad peligrosa radica su éxito entre quienes prefieren respuestas rápidas a problemas profundos. Sin embargo, reconocer el falso dilema es el primer paso para abrir el debate hacia nuevas posibilidades.