Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
Sonja ter Laag, en su comparecencia ante el Juzgado de Primera Instancia de Dulce Nombre de María, Chalatenango, se declaró como “ofendida” por el asesinato de su hermano, el periodista Hans ter Laag, que junto a otros tres periodistas holandeses fueron emboscados y asesinados por una patrulla del Batallón Atonal, hace 40 años.
El caso del asesinato de los cuatro periodistas holandeses, en el desvío a Santa Rita, hacia el Norte de San Salvador, fue documentado en el Informe de la Comisión de la Verdad, presentado públicamente el año de 1993, meses antes que se decretara una Ley de Amnistía.
En el informe se detalla que el 17 de marzo de 1982, en horas vespertinas los cuatro periodistas holandeses: Hans ter Laag, Jan Kuiper, Koos Koster y Joop Willemsen se encontraban realizando entrevistas y reportajes sobre la situación política y conflicto armado en El Salvador, para la cadena IKON TV, del Reino de los Países Bajos. Y cuando se dirigían a realizar su trabajo junto a seis miembros del FMLN, en aquel entonces una fuerza insurgente, fueron atacados por los efectivos militares.
A la diligencia judicial le acompañaron su hijo Robin ter Laag, Gert Kuiper, hermano de Jan Kuiper y Jan Albert Hootsen, periodista holandés y representante para México del Centro para la Protección de Periodistas, así como el representante de la Fundación Comunicándonos, Oscar Pérez, y Pedro Cruz, abogado de la Asociación Salvadoreña para los Derechos Humanos (ASDEHU).
Sobre los autores de este crimen de Lesa Humanidad se ha identificado plenamente al coronel Mario Adalberto Reyes Mena, excomandante de la 4a Brigada de Infantería, con sede en El Paraíso, Chalatenango, quien dio la orden a la patrulla del batallón Atonal para emboscar y masacrar a los periodistas holandeses.
Gert Kuiper, que estuvo presente en las diligencias judicial, expresó “No hay mucho progreso, es el momento de exigir mucho más que antes justicia”, al salir del Juzgado de Primera Instancia. Y agregó, que las autoridades políticas y castrenses deberían reconocer que fue “un crimen y que los culpables deben ser castigados” y conocer por fin la verdad de estos hechos del 17 de marzo de 1982.
Mientras, Jan Albert Hootsen, representante del Centro para la Protección de Periodistas, expresó “fue el momento más doloroso para la prensa holandesa”, al calificarlo como un Crimen de Lesa Humanidad, al recordar que en esa época las autoridades gubernamentales decidieron que los periodistas, independiente su nacionalidad, “eran un blanco legítimo de violencia”.