Licenciada Norma Guevara de Ramirios
El domingo 7 de julio, centenares de familiares de víctimas inocentes del régimen de excepción se concentraron y marcharon, para denunciar la injusticia que se comete con sus familiares. Vale decir, tienen derecho a protestar sin ser reprimidos.
Ya es bastante sufrimiento el que soportan con la ausencia de sus seres queridos, con la incertidumbre sobre el estado de sus hijos, hijas, esposas, padres, madres, parientes que, sin cometer delito alguno, sin pertenecer a maras, han sido capturados y son mantenidos en cárceles del régimen.
No es la primera vez que protestan y exigen libertad para sus familiares pero, en esta última ocasión, la policía nacional civil intentó evitar su concentración y se conoció, luego, la denuncia de dos periodistas de El Diario de Hoy, sobre la detención de un bus donde viajaban algunos de los que habían participado en la concentración y marcha, a quienes se les pedía su documento de identidad y se les tomaba fotografía.
Fue valiente la actitud de los periodistas, que también fueron amenazados con aplicarles el régimen de excepción, es decir poner de pretexto una ley injusta para impedir su ejercicio profesional y privarles de libertad también a ellos; esta situación evidencia la manera de proceder con la cual se han llenado las cárceles de personas inocentes.
El contexto en el que ocurrió la protesta y el malestar de la policía por ella, es la finalización de los juegos olímpicos, hecho con el cual se ha pretendido presentar al exterior la imagen de un país seguro; país que, sin embargo, es realmente inseguro para quien quiere expresarse en ejercicio de su libertad.
El movimiento de víctimas del régimen de excepción (MOVIR), en las voces de sus integrantes, expresan la exigencia de libertad para sus familiares, denuncian los malos tratos que reciben en las cárceles, las muertes conocidas y las que se supone no han trascendido, pero que se afirma existen.
También denuncian el miedo que inmoviliza a otros familiares de víctimas, y llaman a romper el silencio y a sobreponerse al miedo por las amenazas.
La actitud represiva de la policía representa amenaza, pues revictimizarían a quienes exigen respeto a sus derechos y el derecho de sus familiares y, en el fondo, recuerda lo ocurrido el 30 de julio de 1975, bajo la dictadura militar, pues se masacró a estudiantes por el solo hecho de denunciar la intervención militar en el Centro Universitario de Occidente.
En aquel entonces, se quería mostrar al país como el “país de la sonrisa”, en el marco de la celebración en el país del concurso Mis Universo; ahora se quiere mostrar un país seguro y próspero, cuando la realidad para las mayorías es otra y al gobierno le interesa ocultar ese otro lado de la cara del país.
La cara de la pobreza, de la represión institucional, de la violación de derechos humanos; la cara de los despidos, la cara del atropello al comercio informal, de la emigración, del sometimiento de los funcionarios de muchas instituciones estatales.
MOVIR es uno de los movimientos sociales legítimos, surgidos en medio de este régimen de excepción. Y es, para decirlo, la expresión de que toda acción del gobierno tiene su reacción y que, al final de cuentas, el mismo régimen engendra su negación.
En absoluto una protesta legítima puede opacar el empeño de los deportistas en sus competencias, simplemente es mostrar que en el país existen realidades ocultas que es importante visibilizar.
Es preciso evidenciar la represión, lo han hecho los manifestantes y lo hicieron los periodistas que informaron de la acción represiva y amenazante de la policía. El fondo sigue pendiente, la justicia para las víctimas inocentes, pues los miembros del MOVIR, lo gritan con fuerza: “no defendemos delincuentes”. Exigen libertad para los capturados que son inocentes, y que hasta el ministro de justicia ha dicho públicamente, que sí hay inocentes capturados.
Entre juegos deportivos, concurso de miss universo y elecciones, la escalada represiva puede arreciar si el pueblo mismo no le pone alto. Por eso, los familiares de víctimas del régimen de excepción merecen la solidaridad de quienes queremos un país en paz, con respeto a la dignidad humana y el restablecimiento de las garantías constitucionales para todos y todas.