Santiago de Chile/PL/AFP
Fausto Triana
El representante regional de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué, afirmó que el retorno de la hambruna a América Latina y el Caribe »es aterrador».
Pero no podemos cruzarnos de brazos, creo que la alimentación debe constituirse como un derecho humano para evitar estos desfases, atizados por la crisis económica internacional aunque también por ciertas coyunturas políticas, apuntó Berdegué.
Al responder a Prensa Latina, el titular de la FAO para la región, igualmente subdirector general de la entidad de la ONU, admitió que es imprescindible retomar el camino y no perder el pulso, porque ‘veníamos avanzando muy aceleradamente’.
El mundo miraba qué estaba haciendo América Latina y nuestras políticas se implementaban en Asia y en Africa, por eso es tan importante debatir en la XXXV Conferencia Regional de Montego Bay (Jamaica) estos asuntos.
La FAO enunció las proyecciones del encuentro en Jamaica, sobre las cuales Berdegué detalló las ideas con el objetivo central de reducir al máximo las tres millones de personas con hambruna en la zona.
‘Nos interesa resaltar la participación de los 33 países de la FAO y delegados de la sociedad civil. Debemos recordar que nuestra área debe prepararse para elevar la producción de alimentos en un 75 por ciento’, comentó.
Erradicar el hambre, el sobrepeso y la obesidad son tres pilares en las acciones que reclama la FAO a América Latina y el Caribe, paradójicamente la región mayor productora de alimentos del mundo, precisó el alto funcionario de nacionalidad mexicana.
La obesidad mata más que la violencia
«En la región, más personas mueren a causa de la obesidad que producto de los homicidios», dice la FAO, que espera fomentar en el encuentro de marzo «alianzas entre todos los actores del sistema alimentario, para transformarlo y garantizar una alimentación sana, balanceada y nutritiva para todos».
La crisis económica y los episodios climáticos han contribuido al aumento del hambre, pero hay factores más difíciles de combatir y que emanan de la desigualdad, según Julio Berdegué.
En las zonas rurales, la pobreza afecta al 47% de la población y una cuarta parte está en condiciones de indigencia, asegura.
‘La mitad de nuestra población tiene sobrepeso y 96 millones tienen obesidad’, remarcó.
Aunque el hambre y la pobreza se ensañan en particular con las poblaciones indígenas y afroamericanas, y con las personas de la tercera edad, la peor parte se la lleva el combo «mujer, indígena y rural», advierte el funcionario.
En una región que se ha convertido en el principal productor de alimentos del mundo, el hambre no es producto de la falta de alimentos.
Sin un impulso inmediato, y a gran escala, la región no podrá alcanzar la meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible: Hambre cero para el año 2030, advierte la FAO, que quiere pedir a los 33 países miembros de la región un mandato para identificar los 100 territorios más vulnerables y poner «más dinero, más tiempo y más profesionales» para eliminar estos bolsones de pobreza.
Además de trabajar en una agenda para frenar el alza del hambre y la malnutrición, la FAO espera que en la próxima conferencia se creen las bases para construir un futuro sin pobreza rural, transformar la agricultura para que sea sostenible y resiliente al cambio climático, o resolver la emigración desde sus causas para que sea una «opción y no una necesidad».
También, la conferencia de Montego Bay se pronunciará por acabar con la pobreza rural, desencadenar el potencial de las mujeres del campo; promover sistemas agroalimentarios inclusivos, junto con una agricultura sostenible y resiliente al cambio climático.
No obstante el regreso del hambre a la zona, el delegado de la FAO afincado en Chile destacó los progresos en este renglón que dio un giro de 180 grados en comparación con el panorama que había en los años 1960.
Explicó que el hambre ahora se concentra principalmente en poblaciones indígenas, en zonas rurales remotas, mujeres y personas de la tercera edad, y se relaciona directamente con el flagelo del ‘enorme problema latinoamericano de la desigualdad social’.
Respecto a la incidencia positiva que pueden tener los denominados superalimentos, con la quínoa a la cabeza, Berdegué resaltó la determinación de la FAO de establecer la Marca Andina como señal de identidad y respeto a las tradiciones.
‘La quínoa nuestra puede ser un ejemplo mundial, que nos ayudará también a preservar las tradiciones ancestrales de los pueblos indígenas, junto con establecerse como gran alimento’, argumentó.