César Ramírez
@caralvasalvador
Durante décadas nos enfrentamos a la muerte tantas ocasiones, cheap que un día nos cobrará todas nuestras insolencias; esta presunción será martillada con los sellos del destino por tanta audacia de los tímidos, sovaldi los reprimidos, sildenafil los de abajo, esos que apenas tienen unos cuantos dólares para llegar a la otra orilla del mes. El domingo 2 de febrero asistiremos a otro enfrentamiento con la muerte, el adversario sufre una descomposición letal, no puede ocultar su corrupción pública, la saga de los millonarios robos al dinero del pueblo, sus gritos fascistas claman por una historia fracasada, los aspirantes a oligarcas levantan una bandera de odio contra el pueblo, son en esencia la clase que mira hacia el pasado con las manos vacías de esperanzas, nos venden temor por los cuatro puntos cardinales, pero no temen tomar de las arcas del Estado el dinero del pueblo, no ignoran que la corrupción también mata, pero eso los tiene sin cuidado. Durante décadas la democracia nació bajo la inclemencia del autoritarismo, las constituciones eran tan débiles que un solo hombre podía transformarlas a su voluntad, todo demócrata era comunista, porque en nuestra nación la democracia es revolucionaria, simplemente transforma la injusticia, la institucionalidad, libera de la opresión. A pesar de todo, este país que soportó los peores calabozos, las peores torturas, herido a culatazos, secuestrado, golpeado a patada limpia y sin defensa, levanta desde su pequeño refugio de esperanza, la tímida bandera de la alegría por un camino diferente, en esa pequeña venganza de los pobres, la vida se impone a la muerte. Ya sabíamos que vivir en este país era muy triste, a puñetazos de hambre se forjaba el carácter de las mayorías, por eso cantábamos el himno de Beethoven para olvidar la realidad cada vez que abríamos los ojos; así desde la infancia comprendimos que combatir era una pelea de boxeo, era una batalla desigual, en el ring éramos un peso ligero contra un peso completo -un crucero-, cada golpe dolía y nos refugiábamos en las humildes oraciones del Padre Nuestro, aquella vida era una especie de lucha desarmada contra la artillería blindada, a lo lejos veíamos la otra orilla del mar, veíamos una nación en democracia a la cual era posible llegar atravesando el río Aqueronte (el río de la tragedia), pero pagamos ese precio. Un día atravesamos aquella inmensidad, del combate aún debemos recuperarnos, apenas ganamos un round y nos faltan otros quince –son peleas al viejo estilo-, hasta que abandonen su indefendible cruzada oligárquica. En febrero ganaremos por knout, el formidable adversario a pesar de los golpes bajos, -más dolorosos que los poemas de César Vallejo y Guayasami juntos- está grogui, tiene la mira perdida tirando golpes al aire, mareado en sus sueños millonarios, olvida que combate contra los mejores boxeadores del mundo: afrosalvadoreños, nonualcos, izalcos, obreros, trabajadores, hombres y mujeres que tienen en sus victorias un brillante palmares contra las dictaduras y la represión. Mañana es febrero, las banderas populares se elevan victoriosas por el triunfo democrático, vencer la desesperanza es posible, cruzar el mar de la tragedia es realidad, amo esta nación valiente que a pesar de las prisiones, navega hacia la Victoria Popular, ahora levanta su rostro y sonríe por su futuro. Mañana podremos celebrar el triunfo y extender la mano al adversario, podremos abrazar al que perdió la batalla democrática, para compartir en el futuro en una nación para todos y es febrero, febrero rojo.
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