Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Fue una esperanza cuando vimos cómo iban las matas de frijol; pero, con este fenómeno de las lluvias (ETA e IOTA), lo hemos perdido todo, nos perjudicó a todos; ahora tenemos que ver cómo vamos a buscar insumos para nuestros hogares”, expresó Isabel Marina de Martínez, de la Cooperativa San Isidro, La Libertad, al señalar una probable hambruna en la población rural por cosechas perdidas.
La Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria de la Región Central (FECORACEN) informó sobre las afectaciones y estragos en la producción de granos básicos, por las recientes depresiones tropicales que trajo abundancia de lluvias, por los huracanes ETA e IOTA, en las últimas semanas; a las que se suman la cuarentena por varios meses debido a la pandemia de la COVID-19 y las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal, entre mayo y junio del presente año.
“Nosotros vivimos del maíz y el frijol. Y estas lluvias nos han afectado a nivel nacional y hay gente que ni irá a ver cómo están los cultivos porque -saben- que de nada sirve, porque ya está todo afectado, todo es irrecuperable”, agregó Isabel Martínez.
Alex Chavarría, de cooperativa Montemar de La Libertad, que integra FECORACEN, señaló que pese a la pandemia mucho del campesinado del país continuó en su trabajo de producción de la tierra y la comercialización de la cosecha, reconociendo que el apoyo del Gobierno central, fue poco o nulo en algunas zonas del país.
“Solo un 37 % de la población rural recibió el bono de 300 dólares. Y no se implementó ningún plan de apoyo y reactivación de la agricultura post-pandemia. Y ahora, de nuevo, la producción de granos básicos vuelve a recibir otro fuerte golpe, con pérdidas de hasta un 80 % en frijol y un 20 % en maíz, a nivel nacional”, afirmó.
En sus estimaciones, Chavarría agregó que, solo en el departamento de La Libertad, se estima daños en 15,000 manzanas de frijol, que ocasionará la pérdida de 173,000 quintales de este grano básico. En cuanto al cultivo del maíz, son 31,000 manzanas afectadas con una pérdida de alrededor de 350,000 quintales, con el agravante que no visualizan un plan de acción del Gobierno central para contrarrestar esta situación.
“Es una realidad que tendremos a corto plazo: escasez de alimentos, falta de ingresos para el campesinos y campesinas, la reducción del empleo rural. A esto sumamos los precios bajos a los que obligan a la población campesina a vender sus productos en el mercado, que nunca compensan los costos mínimos de su inversión en de sus cultivos y también, sufrimos por la inundación del producto importado”, señaló.
Ante esta situación, la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria de la Región Central (FECORACEN) planteó un grupo de demandas a los órganos Ejecutivo y Legislativo, así como a la población en general, a fin de incentivar el consumo de mercados locales y una ayuda sostenible para la agricultura de subsistencia.
Al presidente, Nayib Bukele, le solicitaron un Plan Nacional de Atención a las Pérdidas de Campesinos y Campesinas; así como, crear un Fondo Especial para Inversión No Reembolsable, en la producción de alimentos en manos de la agricultura familiar y transparentar, generando participación ciudadana para el manejo de recursos, proyectos y políticas destinadas a la producción de alimentos.
“El Ejecutivo debe implementar una política de compras locales a pequeños productores y productoras antes de realizar importaciones masivas a costos sumamente altos; y construir de manera participativa una Política Nacional de la Agroecología para hacer frente al Cambio Climático”, sostuvo Chavarría.
En cuanto al órgano Legislativo, FECORACEN demanda la aprobación de la Ley de Soberanía Alimentaria, que impulsa el movimiento campesino desde hace más de doce años y no han obtenido respuesta; así como, la aprobación y posterior ratificación de la reforma constitucional que reconozca el Derecho Humanos al Agua y la Alimentación.
Rutilio García García, presidente de la cooperativa San Isidro, Tamanique, La Libertad, que se dedican a la siembra de frijol, maíz y maicillo, comentó que solo ellos enfrentan una pérdida total del 80 % en 500 manzanas de cultivo, cuando esperaban una cosecha récord arriba de los 12,000 quintales; pero se perdió la mayoría, afectando a 1,500 personas, pertenecientes de los 160 socios de la cooperativa.
“Nosotros somos los que vivimos esa realidad, los que enfrentamos esos problemas de los agricultores y agricultoras, no hemos visto a ninguna institución de Gobierno en esos lugares para que verifiquen nuestras pérdidas de maíz, frijol y maicillo. Allí donde vivimos no ha llegado el CENTA, el MAG u otra institución para un levantamiento de pérdidas y es muy extraño que diga el Gobierno que no ha habido pérdidas, cuando hemos vivido los daños de los cultivos y solo queremos una salida, una solución”, indicó.
Mientras, Adalberto Blanco -representante de FECORACEN- afirmó que las afectaciones de las cooperativas tienen varios componentes, que inician con la Emergencia Sanitaria por la pandemia del coronavirus; seguido de las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal, que provocaron un agotamiento de las reservas de alimentos de los campesinos y campesinas. Por tanto, la esperanza se resumió a la última cosecha del año de frijol y maíz, que terminó afectada por los huracanes ETA e IOTA en el país.
“Recordemos que ellos producen y almacenan durante la temporada agrícola los alimentos, para poder alimentarse todo el año. Porque se han quedado sin reservas de estos granos básicos, así también una reducción del empleo local y no van a poder comprar otros alimentos complementarios o medicamentos; esta es la crisis en el campo y debe atenderse de inmediato. No conocemos ningún plan nacional. Y es preocupante la falta de presencia y trabajo de las instituciones del Gobierno”, puntualizó.
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