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Con una procesión por el centro capitalino, los fieles católicos celebraron el domingo a Nuestra Señora del Rosario, patrona de la Arquidiócesis de San Salvador. Con estas actividades se conmemora la aparición de la Virgen María en el año 1208 que le enseñó el rezo del Rosario a Santo Domingo Guzmán, fundador de los frailes dominicos.
Para fray Gustavo Villalobos, párroco de la iglesia El Rosario, el mes de octubre es de muchas actividades dedicadas a la patrona de la Arquidiócesis, una de ellas es el rezo de las tres súplicas a la Virgen, donde muchos feligreses se reúnen a las 12 del mediodía el primer domingo del mes de octubre para pedir de una forma especial.
“Con esta tradición de las tres súplicas nos acercamos más a la devoción de la Virgen del Rosario, especialmente ahora en el año de la misericordia y en el Jubileo dominicano, por los 800 años de nuestra orden. Nos alegra grandemente compartir ese momento de oración con María y pedir por la misión permanente en América Latina”, afirmó Fray Villalobos.
El religioso recordó que la imagen de Nuestra Señora del Rosario presenció las homilías y oraciones del beato Monseñor Romero en la iglesia del Rosario, además contempló el dolor de un pueblo pobre y herido por la guerra en los tiempos del conflicto armado; su templo fue víctima de las balas en varias oportunidades, así como descanso eterno de las víctimas de la ofensiva en octubre de 1979 y refugio de un pueblo perseguido.
“La Virgen del Rosario sigue acompañando la peregrinación del pueblo salvadoreño, sigue escuchando las súplicas de tantas personas que acuden con devoción a su presencia, contemplar a la señora del Rosario es una oportunidad para descubrir la misericordia de Dios que se extiende de generación en generación”, reiteró Villalobos. Durante la solemne eucaristía, el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas recalcó que la Santísima Virgen del Rosario, siempre ha sido la protectora de esta ciudad desde los inicios de su fundación.
Escobar Alas dijo que el 25 de noviembre de 1942, en el 1er Congreso Eucarístico Salvadoreño, se dio la coronación canónica de la Virgen del Rosario, Patrona de la Arquidiócesis de San Salvador, por parte de Monseñor Luis Chávez y González, Arzobispo de San Salvador.
Según el libro “Memorias del Congreso Eucarístico” la magna celebración comenzó desde tempranas horas del día 25 de noviembre con mucha alegría y júbilo por las calles de San Salvador.
La Imagen de Nuestra Señora del Rosario ataviada bellamente para la ocasión se dirigió rumbo al “Campo Marte” hoy Parque Infantil, dónde fue el acto de la coronación.
La imagen de la patrona de la Arquidiócesis es resguardada en la iglesia El Rosario, cuyo templo diseñado en forma de arco, es un alarde de uso del espacio, de la luz y de suspensión de techo. Sin columnas interiores, las paredes sostienen, en escalera, un techo de hasta 8 pisos de alto. Todo en concreto armado, el edifico rompió con los habituales cánones de construcción religiosa, tipo cruz latina y griega, que San Salvador había mantenido durante toda su existencia, de aquí se desprende la resistencia a valorarlo.
En todo el arco desde la entrada, hasta la pared final, se colocaron resistentes vitrales que permiten la iluminación natural del interior en un juego visual de excepción y cargado de arte y espiritualidad. Como están de oriente a poniente, la luz corre junto con el movimiento del sol. Un gigantesco “Ojo de Dios”, también en vitrales, ocupa toda la pared sur y el espectáculo visual adquiere categoría de majestuoso e irrepetible. Con este trabajo plástico, el edificio no necesitó de pinturas ni frescos; el vidrio y su colorido le dieron lo suficiente, en sustitución. Lo han visitado muchas personalidades de todo el mundo y de todas las actividades.
El templo no solo ha padecido terremotos, también injurias y ataques, es mucho más que una extraordinaria obra de diseño arquitectónico, es la muestra de la fortaleza salvadoreña ante la adversidad, es la presencia que habla de la historia, por que El Rosario, no ha sido testigo mudo de los hechos; muchas veces en su largo caminar, ha sido la propia historia.
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