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En un ambiente de oración y regocijo, los feligreses católicos reunidos en la Cripta de Catedral Metropolitana recordaron y festejaron el natalicio de Monseñor Romero, quien el próximo 15 de agosto estaría cumpliendo 100 años de vida. En la eucaristía celebrada en la Cripta de Catedral por el obispo Giovanni Ricchiuti de la Diócesis de Altamura, Italia, participó una comitiva de feligreses italianos que llegaron al país exclusivamente para ser parte de las actividades del natalicio del obispo mártir.
“A nombre de todo el grupo de Italia, desde ahora les decimos gracias desde lo más profundo del corazón por vuestra acogida, estamos aquí para presenciar y honrar la memoria del profeta mártir Oscar Romero.
Estoy conmovido al saber que desde la parte de arriba de este lugar Monseñor Romero habló mucho a ustedes, al pueblo salvadoreño”, afirmó el obispo Ricchiuti.
Asimismo, dijo que la Cripta de Catedral Metropolitana es un lugar muy santo, porque es donde reposan los restos de Monseñor Romero, por lo cual, es necesario pedir la intercesión del beato, para toda la Iglesia y los obispos, a fin que sepan verdaderamente guiar al pueblo, tal como él lo hizo, en especial con los pobres y oprimidos.
“La palabra de hoy nos dice no ser hombres y mujeres de poca fe, es decir, dejarse guiar totalmente por Dios, ya que con él podemos caminar en veredas muy difíciles, porque nosotros somos los portadores de la buena noticia que es Jesucristo; este es el ejemplo del profeta Monseñor Romero, cuando Dios lo llamó para ser sacerdote, arzobispo y estar con su pueblo él aceptó”, enfatizó el obispo. A la vez, destacó la importancia de seguir el ejemplo de Monseñor Romero en un mundo de lleno de injusticias, guerra y violencia, para ser testigos de justicia y paz.
El beato Romero nació el 15 de agosto de 1917, en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, su padre era telegrafista y su madre de oficios domésticos. Al terminar sus estudios básicos se dedicó al aprendizaje de carpintería y a la música. En 1930 y a los trece años de edad, recibió su llamada al servicio de Dios, ingresó al seminario menor en San Miguel y luego, en 1937, se mudó a Roma donde terminó sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana el 4 de abril de 1942. Regresó a El Salvador en 1943, a su natal San Miguel y el obispo le confió la parroquia de Anamorós, un pueblo cerca de San Miguel donde se venera la patrona de El Salvador.
Romero representa el hombre humilde, pobre y valiente que supo decir la verdad en los tiempos difíciles que vivió El Salvador, es considerado un patriota y noble ciudadano, independientemente de la creencia religiosa que se practica.
Monseñor Romero es para el pueblo salvadoreño y los cristianos, un verdadero héroe que veló por el bienestar de los sin derechos. Es el salvadoreño más admirado internacionalmente, ya que fue una persona valiente, que decía las injusticias de este país, en una época donde decir esas cosas significaba la muerte.
Los 100 años del nacimiento del obispo mártir ha sido un acontecimiento de mucha alegría y gozo no solo en la comunidad católica, sino también en personas de otras denominaciones religiosas, que comparten el pensamiento de Monseñor Romero.