Alma Vilches
@AlmaCoLatino
A 37 años del asesinato de los cuatro periodistas holandeses, a manos de las tropas del batallón Atonal, los feligreses que cada domingo se reúnen en la Cripta de Catedral Metropolitana, recordaron su martirio, profesionalismo y entrega para informar los hechos ocurridos durante el conflicto armado en El Salvador.
El sacerdote Pablo Edgardo Hernández dijo que la celebración de este domingo es especial, porque se recuerda a hombres que creyeron en la verdad y fueron seducidos por la realidad del país hace 37 años, cuando se vivía una situación de violencia, persecución y represión, con el objetivo que el mundo supiera quienes eran las víctimas de este país.
“Hoy honramos a los cuatro que querían dar a conocer la verdad y la realidad de estas tierras, después de 37 años familiares de estos periodistas han venido a El Salvador. Ustedes como familiares deben estar orgullosos por tener a seres valientes que creyeron en la verdad, que dieron la vida porque el mundo supiera que aquí había una guerra y un sufrimiento injusto, por eso son parte de esa memoria y ese recuerdo”, afirmó el religioso.
Durante la procesión de ofrendas, se presentó el libro “La Emboscada, Asesinato y memoria de los cuatro periodistas holandeses en El Salvador”, dedicado a la valentía, sensibilidad y profesionalismo de los comunicadores, que se interesaron por dar a conocer los hechos del conflicto armado.
Asimismo, se presentó una corona de ciprés, como símbolo de fraternidad entre Holanda y El Salvador, para hacer memoria, reconstruir la verdad y buscar justicia en un crimen de guerra y lesa humanidad, así como un caso pragmático de violación a la libertad de expresión. Los cuatro periodistas muertos pertenecientes a la empresa periodística News son Jacobus Andries Koster, Ter Laag Hans. Lodewijk, Ghiusper Jan Cornelis y Johannes Jan Williemsen. Previo al asesinato, el jefe del equipo, Koster, fue citado por la Policía de Hacienda para dar declaraciones.
El asesinato ocurrió la tarde del 17 de marzo de 1982, a sesenta kilómetros al norte de San Salvador, en una zona rural del departamento de Chalatenango. El hecho se dio horas después que un comando ultraderechista autodenominado Maximiliano Hernández hiciera pública una lista con nombres de 35 periodistas a los que daría muerte donde se encontrase.