Alma Vilches
@AlmaCoLatino
A pocos días de cumplirse 43 años del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, los feligreses en la Cripta de Catedral Metropolitana, donde reposan los restos del obispo mártir, se preparan para conmemorar este 24 de marzo el aniversario de su martirio.
A las 9 de la mañana está programado el inicio de las actividades que incluye romerías, testimonios, la ponencia “Nada me importa tanto como la vida humana”, a cargo de la teóloga Theresa Denger; así como a las 3:00 p.m. la eucaristía celebrada por el sacerdote diocesano, Juan Vicente Chopin.
Desde este domingo el mausoleo donde descansan los restos de San Romero, fue decorado de una forma especial, para esperar a todos aquellos que llegan día a día, pero en especial este 24 de marzo, a pedir la intercesión del obispo mártir.
Durante la misa dominical en la Cripta, los feligreses católicos escucharon el mensaje de Monseñor Romero, que aún después de 43 años continúa vigente y señala la realidad del pueblo salvadoreño.
El entonces arzobispo de San Salvador enfatizó que la finalidad de la iglesia es defender los derechos humanos de todos los ciudadanos, con preferencia a los más pobres, débiles y marginados; promover el desarrollo de la persona humana, ser la conciencia crítica de la sociedad. La represión no es el camino, sino el encauzar por caminos ilegítimos estas aspiraciones que no se pueden contener en el pueblo y el hombre.
Además, exigió que se cumple y respeten los derechos fundamentales de la persona humana y la salvación de las almas, porque una iglesia que no cumpla estas finalidades con claridad, no es la verdadera iglesia del evangelio.
Recalcó que la iglesia no pretende poder político ni basa su acción pastoral sobre el poder, tampoco entra en el juego de los diferentes partidos ni se identifica con ningún de ellos; pero si tiene que decir su palabra autorizada aún en problemas que guardan conexión con el orden público cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas.
“También queremos en este momento pedir justicia para aquellos que han sido presos, que no se les torture y que se les someta a un juicio justo si es necesario, es la oración que trasciende hacia Dios, y que defiende en consuelo para las familias que ponen en ella su esperanza, por eso, la libertad de creer, amar a Dios, e invocarlo como uno quiere, es uno de los derechos más sagrados de la persona humana”, expresó en su homilía del 5 de marzo de 1978.
Además, indicó que es un deber de los gobiernos respetar y canalizar el derecho de igualdad y de participación, en primer lugar, orar por los difuntos, consolar a los que lloran, también reflexionar y llamar a la conversión a quienes han sido causa de atropellos, muertes que han dejado en la orfandad y en el dolor a las personas que los lloran.
Mientras tanto, en la oración de fieles de la celebración eucarística en la Cripta se pidió porque en la víspera de la conmemoración del martirio de San Romero, siga guiando con su luz profética, para anunciar buenas nuevas al pueblo de Dios, así como denunciar las acciones de quienes dejan fomentar el pecado.
Además, se pidió por el pueblo salvadoreño que enfrenta una crisis social y económica, donde los bienes de consumo son más escasos y los recursos no alcanzan, por quienes se han quedado sin trabajo para el sustento diario; para que la solidaridad sea expresada en cada una de las familias a través de sus hermanos.
Al momento de la procesión de ofrendas la Comunidad Monseñor Romero de la Cripta de Catedral presentó un cuadro del obispo mártir, simbolizando que el Señor lo ungió para ser el pastor del pueblo, porque le conoció su buen corazón, su opción por la defensa a los humildes y oprimidos.
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