Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Con un ambiente de oración, fe, devoción y amor al Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, la feligresía católica celebró la solemnidad del Corpus Christi, que recuerda la institución de la eucaristía durante la última cena del Jueves Santo, cuando Jesús convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre.
En el Corpus Christi se destaca la participación de los feligreses en las procesiones con Jesús Sacramentado, y es característico los altares dedicados que recuerdan el momento de la Última Cena de Jesús. La procesión del Cuerpo y Sangre de Cristo se lleva a cabo después de la misa principal del día, que es la más importante de todas las procesiones del año.
El jueves siguiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad, la iglesia católica celebra la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, cuando se otorga a la eucaristía culto público y solemne de adoración, amor y gratitud; sin embargo, en muchos países, por razones pastorales, la fecha se traslada al domingo consecutivo.
En la parroquia El Calvario desde el pasado jueves, se llevó a cabo las 72 horas de adoración a Jesús sacramentado, donde los feligreses expresaron su amor al “Amor de los Amores”, que constituyó un espacio de oración y espiritualidad.
El origen e historia del Corpus Christi surgió a mediados del siglo XIII, cuando Pedro de Praga, sacerdote que dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, llevó a cabo una peregrinación a la ciudad de Roma para pedir, sobre la tumba de San Pedro, una gracia especial.
Cuando regresó a Bolsena, Italia, y mientras celebraba la santa misa en la Cripta de Santa Cristina, se percató de que había un rastro de sangre sobre el corporal, el paño litúrgico de color blanco que se coloca sobre el altar, cuya fuente era la forma u hostia consagrada que tenía en sus manos.
Este suceso es conocido entre la comunidad católica como “El milagro de Bolsena”, fue considerado como un evento santo, y acabó por consolidar la celebración del Corpus Christi.
Asimismo, la religiosa Juliana de Cornillon comenzó a promover la idea de tener una festividad que rindiera homenaje al cuerpo y la sangre de Jesucristo presente en la eucaristía. El 11 de agosto de 1264 el papa Urbano IV finalmente instituye la fiesta del Corpus Christi en la bula Transiturus hoc mundo.
El Papa Francisco afirmó que la eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, al hambre de vida verdadera, “en ella Cristo mismo está realmente en medio de nosotros para nutrirnos, consolarnos y sostenernos en el camino”, reiteró.