(Palabras del Dr. Víctor Valle, en la presentación del libro “Una Vida Ejemplar” biografía de Félix Ulloa padre por Félix Ulloa hijo. Sala de sesiones del Consejo Superior Universitario, Universidad de El Salvador, 26 de octubre de 2022)
Es honroso y emocionante, que Félix hijo me haya honrado para presentar su libro biográfico sobre su padre.
Un saludo a todos los asistentes, especialmente a Félix y su esposa Lilian y demás familia con quienes me unen antiguos lazos de amistad. He conocido y tratado 3 Félix: Félix padre, con quien fuimos compañeros de Facultad de Ingeniería y Arquitectura; Félix hijo con quien compartimos militancia en el partido político MNR, Félix III, a quien traté adolescente cuando él participaba en actividades políticas del MNR
Mi saludo y mi gratitud a las autoridades de la UES, Rector Roger Arias y Vicerrectores Azcúnaga y Rosa, por albergar esta actividad con la convicción institucional de que “Honrar honra” como nos enseñó José Martí, prócer de la dignidad y la soberanía de Nuestra América.
Un libro, sobre todo si es bueno, siempre me causa admiración pues en él concurren materia y pensamiento en síntesis dialéctica y condensa el trabajo de muchos, especialmente de trabajadores manuales. Y en el caso del libro de Félix Ulloa hijo significa para mí el cruce de varios caudales: lo personal afectivo, lo político y lo histórico. Hazaña intelectual de Félix que en un apretado volumen de conceptos, informaciones y fotografías nos haya entregado un libro que en mucho refleja nuestras realidades, con historia de luchas, sacrificios, inequidades y adulteraciones.
El título mismo, Una Vida Ejemplar, tiene importancia. Un maestro nato, como fue la de Félix Ulloa padre, debe servir de ejemplo para las nuevas generaciones. Con sus actuaciones, sus pasiones y martirio la vida de Félix es un mensaje.
El complemento del título del libro, “Por la ciencia y la cultura, hacia la libertad y democracia” encierra una verdad: Félix vivió y vibró por la ciencia, la cultura, la libertad y por la democracia, y por eso lo mataron para ubicarlo en el espacio de los muertos que nunca mueren, pero sobre todo porque toda su actuación, desde sus años juveniles de maestro, hasta su llegada como rector de la Universidad de El Salvador, fue en función de los de abajo.
En lo afectivo personal, la biografía de Félix padre escrita por Félix hijo, representa la justa admiración y cariño filial, de un hijo que bebió en el ejemplo de su padre y, en mi caso, tiene muchas evocaciones de mi amistad y compañerismo con Félix padre desde que ingresó a la Facultad de Ingeniería y Arquitectura en mayo de 1960, hace más de 62 años.
En lo político, el libro recoge un mosaico de eventos que, entrelazados, ilustran sobre el drama que, con largas y centenarias raíces, hunde a El Salvador en un subdesarrollo escandaloso y que obliga, sobre todo desde la Universidad de El Salvador, a no bajar la guardia para cumplir su rol de iluminar los esfuerzos de transformación nacional en función del pueblo porque, por eso, Félix murió como verdadero mártir de los de abajo, o, eso que algún ilustrado diría, por la población en los 8 ó 9 deciles inferiores de la escala de ingresos en un país.
Desde la perspectiva histórica, la biografía de Félix recoge un conjunto de eventos y fenómenos que, a manera de un lienzo multicolor armonizado, le dan contexto a los hechos políticos que vivió Félix en su tránsito por este mundo en su ruta hacia la posteridad. Conocí a Félix padre en 1960, cuando ingresó a la Escuela de Ingeniería Industrial, y yo ya estudiaba Ingeniería Civil. Fue un año, punto de inflexión en la historia de El Salvador. Ese año hubo escalada de represión, un dictadorzuelo de turno fue derrocado. (Hoy mismo he publicado un artículo en Colatino y El Independiente “26 de octubre de 1960, una aurora que duró poco”) y vivimos un efímero experimento político que intentó construir democracia y había euforia juvenil y progresista por la rebelión de los barbudos. Fidel Castro había llegado al poder.
Félix llegaba desde sus orígenes de trabajador y maestro, docente de física y matemáticas en varios centros de educación secundaria. Tenía once años más que el resto de sus compañeros que apenas salíamos de la adolescencia y muchos de nosotros éramos “hijos de dominio” como se decía en nuestra jerga casi medioeval. A pesar de eso, se integró bien a la algarabía juvenil. Pero llamaban la atención su mesura, su buen juicio, su inteligencia y su preocupación por los problemas sociales. El “viejo” Ulloa, como le decíamos, pronto se ganó el aprecio de la “chiquitinada”.
Pronto después de su ingreso, Félix Se enroló en un movimiento político universitario, el Movimiento de Izquierda Democrática, fundado por Ivo Alvarenga. Eran moderados y tirados al centro político, pues los izquierdistas profundos éramos otros, los del FURIA. Llegaron las elecciones estudiantiles de 1963 y el MID y el FURIA lanzaron candidatos separados y el FURIA ganó 6 cargos, el MID, 2 y un se agregó un independiente tirando a la derecha. Desde nuestra mayoría de 6, invitamos a los 2 del MID a unirse y logramos una aplanadora que tuvo que funcionar en una crisis universitaria causada por el acoso de la derecha a la rectoría de Fabio Castillo Figueroa. Eran tiempos de vivir la democracia interna en la UES,
Durante ese año, de reunión semanal, aquilaté mejor los rasgos que he mencionado de Félix: prudencia, buen juicio, excelentes relaciones humanas, sentido del humor y claro compromiso con una universidad en función del pueblo.
En los años 1960 partimos a estudiar, él a Georgia y yo a Pittsburgh. Cuando regresamos él llegó a ser Decano de la FIA y yo uno de los asesores académicos del Rector Rafael Menjívar. En eso llegó el zarpazo de lesa cultura, propinado por el gobierno de Molina a la UES, con la complicidad de universitarios. Ese día fuimos capturados juntos y compartimos celda. Salimos en libertad y, poco tiempo después, me ausenté de El Salvador por un largo período hasta 1991, en la antesala de la firma de los Acuerdos der Paz.
Supe del desempeño académico y político de Félix, entre 1972 y 1980. Su llegada a la rectoría, en 1979, con el apoyo esperanzado de una izquierda en ascenso y acumulando victorias populares. Y supe con mucho dolor su asesinato, verdadero sacrificio y martirio, por ser un académico en función de los de abajo.
El año de su asesinato, está de sobra sabido, hubo matanza desde los escuadrones asesinos, instrumentos realmente de oligarcas y militares coludidos: Mario Zamora, PDC, Monseñor Romero pastor de todos por la paz, Antonio Handal, arquitecto comprometido a fondo con la revolución popular, Enrique Álvarez y sus compañeros del FDR, por estar del lado de la justicia y la paz en alianza con el FMLN, las religiosas estadunidenses por su compromiso con los pobres, y millares de sacrificados del pueblo, como los centenares masacrados en el río Sumpul en mayo de ese año, muchos de ellos anónimos, que cayeron por el hecho de ser pobres, marginados y, para las derechas de siempre, sospechosos y desechables.
Es admirable, concluyo, todo lo que despierta el libro de Félix sobre su padre y lo más importante es que de su lectura se desprende un espíritu de reflexión y lucha para que la Universidad de El Salvador se niegue a morir, como afirmó el rector mártir en su frase legado moral para los universitarios y, principalmente, para que se fortalezca en su autonomía y en su compromiso con los de abajo, como lo creyó Félix y por lo cual fue asesinado.
El mejor homenaje a Félix Ulloa, rector mártir, es defender con firmeza la autonomía de la Universidad. Esta moriría si pierde su autonomía, pues entraría, sometida, a un estado vegetativo.
Gracias Félix por tu libro. Tu padre ha de estar sonriendo en la infinitud del universo, de dónde venimos y al cual vamos.
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