Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Bajo bombardeos y con miles de muertos, entre ellos niños y mujeres, los niños nos recuerdan que Palestina existe.

En un video difundido en redes nos afirman con total convicción que existirá Palestina. Es un reto para el mundo que vive dramas en todas partes, ante la mirada impotente del llamado orden internacional.

La Navidad es una tradición, es la manifestación de creencias y culturas, es para católicos un acto de fe, renovación de esperanza. También es mercadeo.

Las canciones a esta tradición abundan tanto como las expresiones gráficas y, lo concreto, la forma de vivirla en el hogar, en casa, en la comunidad. Cantores populares pintan el drama de vivirla en la mayor parte de la humanidad, en pobreza, pero a nadie escapa.

Los niños esperan un regalo, los adultos buscamos cómo compartir en familia la Noche Buena, con una cena, o el almuerzo del 25. Angustia no tener para un juguete, para un estreno, para un regalo, para colocar el nacimiento.

Si los niños de Palestina, viviendo bajo el criminal holocausto causado por Israel y sus aliados en un claro propósito de exterminio de un pueblo, tienen la convicción que vencerán, que sobrevivirán y no solo que resisten, sueñan que un día Palestina será libre y en paz, el resto tenemos el deber moral de levantar nuestros espíritus y rehacer esperanza y propósitos de liberación.

En nuestro país da tristeza saber que justamente en estos días se cierran Casas de la Cultura, que son espacios de construcción social y aprendizajes de niños y jóvenes; se piensa en los trabajadores que ya se ven despedidos, pero preocupa más el abandono que se deja a los usuarios naturales de las Casas de la Cultura.

¿Como será la Navidad en los hogares de quienes se han dedicado a enseñar a niños y jóvenes en esos espacios y ahora están despedidos? Es el caso mas reciente, pero la pregunta vale para los despedidos de las alcaldías, de los ministerios e instituciones eliminadas en la arquitectura del Estado salvadoreño.

La pregunta vale para las familias de quienes perdieron el trabajo por el cierre de empresas, para los campesinos que no pudieron cosechar por falta de apoyo.

La Navidad debe ayudarnos a repensar y crear, para formular metas y aplicar el dicho que reza “A Dios rogando y con el mazo dando” y, como los luchadores del pueblo palestino, creer que podemos liberarnos de la pobreza en que nos han sumido las políticas del gobierno, que podemos recuperar los derechos arrebatados, como el derecho a hablar con libertad, sin miedo a ser perseguido por el Estado, por el hecho de decir nuestra visión y nuestra verdad.

Fortalecer, pues, una esperanza y antes que el año termine la mejor reflexión de cómo vivimos y por qué, para asumir las responsabilidades de un cambio para construir un El Salvador en libertad, con respeto a la gente, donde nadie tenga que pagar abogado para que trate de demostrar que es inocente de lo que el Estado le acusa .

Sabiendo que con lo que tenemos compramos menos alimentos, menos medicina, pero con lo que somos como salvadoreños de fe, con nuestras familias y amigos, con nuestra comunidad, entre todos podemos imaginar y hacer un camino para salir adelante, a pesar de los obstáculos.

Navidad con un tamal compartido, con un pan con pollo o gallina, con una carne asada; Navidad con los vecinos, los amigos; Navidad con esperanza y con voluntad de ser parte de quienes se esfuerzan por soluciones.

Navidad sin presos políticos; Navidad con inocentes capturados, con la certeza de que son inocentes y que los que acusan no pueden probar delitos que no cometieron, que tendrán que liberarlos.

Porque hasta en la forma de razonar ha impactado el régimen de terror que existe y las familias de las victimas invocan un juicio donde se permita probar la inocencia.

Una Navidad con deseos de paz en el mundo, con la exigencia a quienes impulsan la guerra para que paren la guerra.  Al fin y al cabo, son las voces de los pueblos las únicas que pueden hacer que quienes gobiernan cambien decisiones.

 

Somos los pueblos los que tenemos el poder de cambiar si nos unimos en propósitos de justicia y paz. Que en Navidad fortalezcamos nuestra esperanza y pasemos una Noche Buena en familia. ¡Feliz Navidad!

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