Por David Alfaro
25/12/2024
Hoy, 25 de diciembre, es Navidad…
El Salvador es un país donde la Navidad podría ser motivo de reflexión, unión y esperanza, pero los salvadoreños enfrentan una realidad marcada por la sombra de una dictadura que ha destruido las bases de la democracia, los derechos humanos y la dignidad. Sin embargo, en medio de esta adversidad, la Navidad puede también ser un momento para fortalecer nuestra fe, no en un milagro externo, sino en la capacidad de los pueblos de resistir, organizarse y cambiar su destino.
Un sistema que oprime y fractura
La dictadura de Nayib Bukele y su clan se ha consolidado como un modelo autoritario: una dictadura que combina propaganda, represión y manipulación de las instituciones. Los 32 meses de régimen de excepción han traído detenciones arbitrarias, el colapso del sistema judicial y el encarcelamiento masivo, especialmente de jóvenes de comunidades vulnerables. Miles de familias han sido desgarradas por la represión, mientras los recursos del Estado se desangran en megaproyectos opacos, corrupción y militarización, dejando a los sectores más vulnerables -niños, mujeres y ancianos- en el abandono absoluto.
El tejido social se fractura aún más con el aumento de la pobreza, el desempleo y la emigración masiva. La promesa de una «nueva era» se ha convertido en un espejismo, donde el armamentismo y la minería amenazan a comunidades enteras, mientras los sistemas de salud y educación colapsan bajo el peso del desinterés estatal.
Esperanza activa: la fe que mueve a los pueblos
En este contexto, enviar un mensaje de esperanza no es un acto ingenuo ni desconectado de la realidad, sino una apuesta crítica y consciente. La fe en el cambio no debe basarse en esperar la llegada de otro «mesías político» o en el colapso espontáneo del régimen, sino en el despertar de la conciencia ciudadana, la organización social y la acción reivindicadora colectiva.
La historia está llena de ejemplos donde los pueblos han superado la opresión mediante la resistencia organizada y la reivindicación de sus derechos. Desde las luchas por la independencia hasta los movimientos por la justicia social, la clave ha sido siempre la movilización de una ciudadanía informada, consciente y decidida a construir un futuro diferente.
Construyendo una Navidad con lucha y esperanza
Este 25 de diciembre, más que un llamado a la resignación o a la simple celebración, es un momento para renovar el compromiso con la justicia y la libertad. Que nuestras reuniones familiares, reflexiones personales y actos comunitarios sean espacios para discutir, proponer y actuar en favor de un país donde la dignidad humana sea el centro de todas las decisiones.
La Navidad nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros hay lugar para la luz. Esa luz no viene de fuera, sino de la capacidad de los pueblos de resistir y luchar. Por eso, hagamos de esta Navidad un símbolo de esperanza activa, donde nuestras acciones marquen el inicio de un camino hacia el cambio.
Hoy, al desear «Feliz Navidad», añadamos un propósito claro: trabajar por un país justo, libre y solidario. Que las luchas de este año que comienza sean el puente hacia un futuro donde la justicia, la equidad y la paz sean una realidad, no solo una aspiración.
¡Feliz Navidad con luchas por la justicia y la libertad!
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