Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Los testimonios de las madres Guadalupe Mejía, Sofía Hernández y Antonia Morales colman desde sus historias dolor, pérdida y denegación de justicia, a casi cuatro décadas de acaecidos esos hechos de violencia que arrebataron a sus seres queridos, en vísperas y durante el conflicto armado de doce años que vivió El Salvador.
Es por eso que integraron -en los años ochenta- a diversas organizaciones y comités de “Madres y Familiares” (CODEFAM, COMADRES y COMAFAC) en la lucha por los presos, desaparecidos y asesinados por motivaciones políticas, quienes enfrentaron en ese contexto histórico el Estado dictatorial y represor que violentaba los derechos humanos de la población y que denunció durante su pastoral San Óscar Arnulfo Romero.
En un conversatorio entre las organizaciones dedicadas por décadas a la defensa de los Derechos Humanos, FESPAD realizó el conversatorio “Lucha contra la impunidad de los crímenes de Guerra: A cuatro años de la inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía”, en donde presentaron el documental “Pronuncia mi Nombre”.
El documental es un testimonial de diversas mujeres y hombres, que han marcado la historia del país con su trabajo en la denuncia, defensa y promoción de los derechos humanos de las víctimas del conflicto armado y su contribución al sistema democrático salvadoreño.
“Lo que me motiva a mí (a buscar justicia) es el asesinato de mi esposo, la desaparición de mi hermano y mis compañeros”, señaló madre Guadalupe, nacida el 26 de mayo de 1943, en el cantón La Ceiba, municipio Las Vuelta, Chalatenango. Reseñó cómo su esposo fue sacado de su casa por un grupo de hombres que marcó su puerta con la “Mano Blanca”, un Escuadrón de la Muerte llamado Unión Guerrera Blanca le dio quince días para salir de su casa o sería asesinada junto a sus hijos.
“Allí comencé el calvario de salir a buscar dónde vivir. El asesinato de mi esposo (Justo Mejía) fue cruel, lo asesinaron en Dulce Nombre de María, lo secuestraron, capturaron y cuando lo llevaban en el carro lo bajaban, lo torturaban y volvían a subir; así fue en toda la carretera de San Fernando, donde le quebraron sus brazos, le sacaron un ojo y le quitaron las uñas de los pies con la boquilla de los fusiles, antes se asesinarlo, eso fue terrible”, recordó.
¿A dónde están o dónde los tiraron?, ¿qué pasó con nuestros seres queridos?, ¿por qué no nos dicen la verdad?, expresó madre Sofía, al mencionar que el 23 de marzo de 1980, cuando vivía en Verapaz, San Vicente, 300 miembros de la Guardia Nacional ingresaron a su cantón, hiriendo y asesinando a sobrinos y cuñados.
“Catearon todas las casas, llegaron a las 5:30 de la mañana y se fueron a las 4:00 de la tarde, dejaron un gran desorden en las casas y un aviso: que, sino no nos íbamos, llegarían en la noche a matarnos. Y, a esa hora, enterramos a los fallecidos y nos fuimos”, relató.
Mientras, el hijo de Antonia Morales afirmó que a su hijo lo capturó la Guardia Nacional (GN) y no ha vuelto a saber de él. “Comenzamos a trabajar por la justicia, por los desaparecidos, los asesinados y capturados. Nos integramos como veinte madres, porque a las comunidades llegaban llorando las madres, denunciando la captura o desaparición de sus hijos y fue así como formamos el comité y nos integramos con las otras madres”, narró.
Las tres madres, que vienen de una “lucha emblemática” por la justicia de las víctimas, reiteraron su convicción de seguir luchando. Recordando que, en los tiempos más difíciles del conflicto armado, lograron la liberación de alrededor de mil presos políticos. Ahora, seguirán por la respuesta del Estado salvadoreño, que les diga “donde están sus familiares”.
Para Amanda Castro (antropóloga) es importante “abrazar la memoria, hacer una lucha imbricada de todas las cosas y ver cómo transformar, a través de alzar la voz y perder el miedo, en un país con muchas heridas y en donde el miedo fue impuesto de las maneras más violentas, por eso, es fácil que muchos se queden en el silencio”.
“Un 30 de noviembre de 1988 nació FESPAD”, dijo Saúl Baños, director ejecutivo, en la presentación del documental “Pronuncia mi Nombre”, en donde enfatizó la razón de su organización pro derechos humanos, para tratar de edificar un mejor país.
“FESPAD siempre ha enfrentado al poder público y privado, ese poder que es bastante arbitrario y discrecional. Y, en esa medida, hemos tratado de contribuir a un Estado constitucional, social y democrático de derecho. Ese trabajo nos ha generado problemáticas, pero también nos ha constituido como una organización defensora de derechos humanos y creemos que hemos contribuido un poco a este avance dentro del régimen democrático que ha tenido el país”, afirmó.
Sobre los retos a futuro, Baños reconoció el aporte de otras organizaciones con el compromiso de defender los derechos humanos de la población como Tutela Legal “Dra. María Julia Hernández”, Generación Romero y CDHES, que consideró un honor por la contribución a la justicia en el país.
“Es una herencia que está ahí y que no ha sido resuelto. El propósito de este evento tiene como fin generar espacios de discusión, diálogo y reflexión con las víctimas, con los familiares de las víctimas, con representantes de organizaciones de derechos humanos, quienes por décadas hemos tratado que el Estado salvadoreño cumpla con lo que ha determinado el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, pero que se ha negado a hacer. Igualmente, hay resoluciones de la Sala de lo Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia, que no se han querido acatar. Y estos espacios de reflexión son sumamente necesarios porque permiten tomar nuevas acciones e implementarlas a efecto de que haya justicia en el país”, puntualizó Baños.
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