Marlon Chicas
El Tecleño Memorioso
El arte de cantar es la producción armónica de tonos musicales a través de la voz humana, requiere de técnicas físicas que suministran a los pulmones el aire a la laringe, la que actúa como lengüeta o vibrador; por su parte, las cavidades del cuello y cabeza funcionan como amplificadores.
Está habilidad es un don dado por Dios en algunas personas que destacan en ello, en la mayoría de los seres humanos, su práctica se limita a la hora de la ducha, lo que motiva frecuentes llamados a guardar silencio por parte de propios y extraños, ante lo discordante de la interpretación, bajo el argumento que “cantado se escucharía mejor”.
Todo ello me hace recordar esas épocas de juventud en la que, algunas instituciones educativas promovían festivales de la canción entre sus estudiantes, lo que motivó a muchos a inscribirse en estos, con la ilusión de figurar algún día en los escenarios nacionales. De ello hay algunos ejemplos como en el caso de Alfredo Galileo, quien surgió de un popular concurso de canto aficionado, convirtiéndose años más tarde en la voz oficial de los Juniors de Santa Tecla.
Algunas de estas instituciones impulsoras de festivales de la canción en la Ciudad de las Colinas, puede mencionarse al colegio Santa Cecilia, de donde surgió la agrupación Prueba de Sonido, de igual forma el Colegio Champagnat, con el grupo OVNI de los hermanos Alfaro; ambos conjuntos se mantienen vigentes a la fecha.
Otro centro educativo promotor de certámenes de canto religioso en la ciudad, fue el Colegio Santa Inés, con el fin de honrar a Nuestra Santísima Madre, por medio de la música sacra denominado “Cantatas Marianas”, es de aclarar que el mismo no era un concurso entre centros educativos participantes, este consistía en la presentación de composiciones originales o adaptaciones ofrendadas a la Reina del Cielo, de él guardo gratas reminiscencias, ya que, el Instituto Nacional Damián Villacorta se convirtió en la única institución seglar en participar de él, conformando para ello un coro entre sus estudiantes que encabezaba el suscrito.
Imposible no perpetuar los concursos en esta rama del arte realizados en Santa Tecla, con motivo de las fiestas decembrinas en la desaparecida Concha Acústica, en la que algunos ciudadanos se aventuraban a participar en ellos, recibiendo el aplauso del público o la silbatina de este, dicho escenario brindó a muchos la oportunidad de darse a conocer, otros aprovechaban el desarrollo de maratones artísticas pro-damnificados de fenómenos naturales, en los que en alguna vez participe.
Un evento que marcó las aspiraciones musicales de nuevos talentos en 1986, fue la realización del “Festival Cantemos Juventud” patrocinado por la extinta librería y papelera Hispanoamérica, en coordinación con la Ex Televisión Educativa de El Salvador, tocando en suerte al Instituto Nacional Damián Villacorta, convertirse en sede de sus eliminatorias, en la que participaron la mayoría de sus estudiantes, luego de varias jornadas de clasificación, obtendría el primer lugar la joven Zara Zepeda, quien escribía así su nombre.
En síntesis, la Ciudad de las Colinas, ha sido testigo e impulsor del éxito de muchos jóvenes que brillaron con luz propia como en el caso de los tecleños: Jaime Turish (Chile 1986); Walter Artiga (Argentina 1988 – Las Vegas 1990); Rafael Alfaro (Lima 1997); quienes representaron al país en el Festival OTI de la Canción, los cuales debieron migrar a excepción de Rafael Alfaro, en la búsqueda de sus sueños por la música.