Nueva York/Estados Unidos/AFP
Cuatro años de cárcel: esa fue la sentencia que una jueza de Nueva York aplicó al exjefe del fútbol brasileño José Maria Marín, de 86 años, al compararlo con “un cáncer” que carcomió el deporte más popular del planeta al aceptar millonarios sobornos.
Marín es el primer gran jefe del fútbol mundial en ser condenado y encarcelado en Estados Unidos en el marco del FIFAgate, el escándalo de corrupción de la FIFA.
“Marin dice que ama el deporte, pero él y sus co-conspiradores fueron el mismo cáncer en el deporte que dice amar”, dijo la jueza federal de Brooklyn Pamela Chen al anunciar su sentencia.
Cuando cometió los crímenes, Marín tenía más de 79 años y ya era multimillonario, recordó el fiscal Sam Nitze.
“Su crimen fue de pura codicia injustificada”, añadió la jueza al recordar que el exjerarca del fútbol brasileño recibió casi 3,4 millones de dólares en sobornos a cambio de contratos de televisación de las copas Libertadores, América y Copa de Brasil “y buscó obtener más de 10 millones de dólares en coimas en tres años, abusando de la confianza de las federaciones de fútbol que debía servir”, dijo la jueza.
Marín, condenado asimismo por aceptar un total de 154 millones de dólares en sobornos como integrante de una conspiración para delinquir de jerarcas del fútbol de las Américas, deberá pagar una multa de 1,2 millones de dólares y devolver los casi 3,4 millones en sobornos que recibió.
La fiscalía reclamaba 10 años de cárcel, y la defensa decía que debía ser liberado porque cumplió ya 13 meses de cárcel (cinco en Suiza y ocho en Estados Unidos), su edad es muy avanzada y su salud muy frágil.
Una audiencia para estimar el monto que deberá restituir a sus víctimas -la FIFA, la Concacaf y la Conmebol- tendrá lugar en octubre.
“Puedo morir en la cárcel”
Muy delgado y encorvado, el expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) compareció en la audiencia vistiendo un traje de presidiario beige, en vez del elegante traje que llevó en sus siete semanas de juicio.
No quiso pedir perdón ni mostró remordimientos, pero en una carta que leyó ante el tribunal Marín dijo que no sabía que lo que hacía estaba mal y que lamentaba si sus acciones habían perjudicado a alguien.
Al hablar de su esposa Neusa, con la que está casado hace casi 60 años y que estaba presente en la audiencia, rompió en fuerte llanto y se agitó terriblemente.
“Puedo morir en la cárcel. ¡La herencia de mi mujer y de mi familia, no les quiten sus medios para sobrevivir!”, urgió mirando al fiscal Sam Nitze, en referencia a las multas y restituciones que deberá pagar.
Por otra parte, Marín dijo que el fútbol era su gran amor, pero desde que fue arrestado el 27 de mayo de 2015 en un hotel de Suiza, a solicitud de Estados Unidos, se ha convertido en “una gran pesadilla”, y contó que su familia vive “un verdadero infierno”.
En el marco del escándalo FIFA, el gobierno estadounidense acusó a 42 personas y a empresas deportivas de 92 delitos y de aceptar más de 200 millones de dólares en sobornos.
De los 42 acusados, tres han fallecido. Del resto, uno fue absuelto, 22 se declararon culpables y dos ya fueron sentenciados por la jueza, incluido el exsecretario general del fútbol de Guatemala.
Catorce aún están en sus países, donde fueron juzgados por la justicia local, combaten la extradición o están en libertad, como los exjefes del fútbol brasileño Ricardo Teixeira y Marco Polo del Nero, este último suspendido por la FIFA de toda actividad ligada al fútbol de por vida.