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Filosofía sin Constitución en El Salvador. Por Caralvá

Caralvá

 

Intimissimun

 

El título es muy extraño en nuestra realidad salvadoreña, pero efectivamente es una sensación no expresada o publicada como documento oficial, la Constitución a partir del 1 de junio de 2024 parece un artefacto sin sentido, de manera que por inercia habitamos este territorio, pero nuestra vida civil no parece determinada por un instrumento referido en leyes, sino una suerte de improvisaciones extrañas o contingencias ajenas al colectivo social.

 

De tal manera que parece una nueva forma de filosofía de apariencias, estas coexisten día con día, por ejemplo: “pensar en la realidad” es un ejercicio extraño, observar que las instituciones de la República no tienen un funcionamiento en la misión reseñada en la Carta Magna parece ciencia ficción, así tenemos una realidad fragmentada entre olvido-tragedia-capitalismo-historia-religión etc. todo unido día con día, vivimos en fragmentos del pasado con un presente en régimen de excepción, no somos ciudadanos en ausencia de nuestros derechos.

Ahora pocos ciudadanos se detienen a “pensar la realidad”, es un ejercicio difícil, no sabemos los límites de nuestros derechos, ni la libertad que ejercemos si la ley no lo prohíbe, no sabemos entonces si de un momento a otro somos capturados acusados por una llamada anónima, podemos ser prisioneros por arbitrariedades… se parece al paseo en un tren que no conocemos donde será la próxima estación y tampoco su destino.

Así existe ese limbo de incertidumbre sin salvación -en los habitantes del país- ante una captura “accidental”; esa situación nos identifica en la intemperie, al menos la filosofía no salva a nadie, solo ayuda a comprender este instante: en presente, en materia, en nosotros.

En pocas palabras no tenemos paz, ni felicidad, porque prevalece la ausencia de un componente esencial: la estabilidad económica y social que nos permita planificar los siguientes años, en otras palabras: “poder morir de viejos” en paz…  es muy significativo que la estabilidad se encuentre ligada a la Constitución de la República y este evento es conocido desde hace siglos, esa concreción no es invento de los poetas, ni seres luminosos extrahumanos, sino por la humanidad en sus rupturas en reconocimiento de los Derechos Humanos, un ejemplo:

En nuestra historia salvadoreña existió un momento de esta naturaleza, en el Informe del Capitán General de Guatemala Don José de Bustamante[1] sobre la Insurrección efectuada en la Ciudad de San Salvador el Día 24 de enero de 1814 dice: Yo vivo, señor, en estos países, soy testigo ocular de los sucesos, y juzgo por lo menos. El 20 de marzo de 1812 se leyó en el congreso soberano un oficio en que se ponderaba la cultura y religión de San Salvador, prefiriéndola en esto a las demás provincias, la felicidad de su pueblo, la lealtad de su clero, las músicas, paseos y demostraciones con que solemnizó la publicación de la constitución de la monarquía y la unión de ambos continentes, figurada en dos globos de fuegos artificiales. Pocos meses después se ha descubierto el plan de la nueva constitución de independencia que se meditaba en San Salvador, el destino que se había decretado a los europeos, el influjo maligno de su clero y las relaciones que se deseaban con los insurgentes de Nueva España”…

Es una referencia de momentos cruciales de nuestra historia, reseñada hace 230 años, en consecuencia, podemos indicar que Constitución de 1812 da paso a la de 1814 insurgente, la primera la otorga España, la segunda el pueblo salvadoreño.

En nuestra reciente historia una fecha feliz es el 16 de marzo de 1992, que significó el fin del conflicto en una nueva condición salvadoreña, con signos que resucitaron nuestra imaginación del hades, con muchas historias breves que aún en vigilia tienen retazos de melodías, aquellos tiempos donde la felicidad social pareció ineludible.

Pero ahora 32 años después, retornamos “a la mala” al ciclo de incertidumbre, pensar que durante mucho tiempo alegremente nos despedimos de la vida en más de una ocasión y ahora…

Así la paz y felicidad tiene ese componente externo, que refleja al Ser, no somos iluminados, somos sociales y necesitamos ese contrato social para todos.

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[1] DHE pág 294 -307 San Salvador desde la conquista hasta 1899 Tomo I  MAG

Cordialmente

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