La Asamblea Legislativa aprobó en la sesión plenaria de la semana pasada, la novena prórroga al Régimen de Excepción, una medida que, en efecto, apoya un alto porcentaje de la población, pero que es cuestionada por organizaciones defensoras de derechos humanos, pues ha violentado y sigue violentando los derechos fundamentales de miles de capturados que no están vinculados a las pandillas, o grupos terroristas como también les llaman.
Pero al gobierno de Nayib Bukele no le basta con el Régimen de Excepción, por lo que el Gabinete de Seguridad también presentó una reforma a la Ley Especial Contra el Delito de Extorsión, con la que incorporan dos figuras, el encubrimiento de extorsión y delito de financiamiento ilegal de organizaciones criminales.
Con la primera figura, el gobierno busca procesar a familiares que encubren a terroristas que cobran extorsiones. “Se faculta al Estado a procesarlos, independientemente de la relación de afinidad o consanguinidad”, comentó Villatoro.
En la segunda figura, se prohibirá y sancionará penalmente, de 5 a 8 años, a empresas, directivos o representantes legales que paguen extorsión a estructuras criminales. “Las reglas se respetan. No toleraremos que continúe el financiamiento de terroristas”, destacó Villatoro.
Pareciera que el Régimen de Excepción, con sus 60 mil capturas, entre los que se encuentran miles de inocentes, no ha sido suficiente para garantizar la seguridad a la ciudadanía. Es decir, algunos de los delitos que los pandilleros han cometido los siguen cometiendo, como las extorsiones que son tan graves como los homicidios mismos.
Y así, como el fracaso del propagandizado y millonario Plan Control Seguridad no dio los resultados en tanto política pública , el Gobierno tuvo que recurrir al Estado de Excepción, por lo que a esta fecha es ya es el verdadero plan de seguridad, pareciera también que ya dio todo, y por eso es que hoy anuncia nuevas medidas, que busca castigar a quienes son víctimas de las pandillas como los empresarios que han sido obligados a pagar extorsiones para que no les maten a sus empleados, o a quien bajo amenaza de muerte es obligado en las comunidades a recoger la extorsión.
Hay que recordar que el presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, manifestó que el Régimen de Excepción “tiene un impacto muy positivo”. “Lo podemos observar en el territorio; por ejemplo, los emprendedores ya no pagan extorsiones y los padres no tienen temor de enviar a sus hijos a las escuelas”.
Detengámonos en la afirmación antes mencionada, al asegurar que “los emprendedores ya no pagan extorsiones”, si no pagan es porque ya no hay pandilleros que ya no les exigen el pago de la renta, entonces, ¿por qué esas dos propuestas de ley que amenaza con cárcel a los empresarios que han sido obligados a pagar extorsión? Lo que cualquier persona puede pensar es que lo dicho, entonces, no es cierto, y que las extorsiones siguen cobrándose, sino al ciudadano que transita por las comunidades, si a los empresarios.
Por cierto, conocemos de empresas que mensualmente pagaban extorsiones para llevar sus productos a las comunidades y que hoy no lo hacen. Pero, hay otros que seguramente lo hacen. Y si este es el caso, entonces tiene sentido la propuesta del Gobierno de perseguir ante la imposibilidad de erradicar a las pandillas y castigar a los que son obligados a pagar las extorsiones. Y cuando decimos tiene sentido, en ningún momento lo estamos avalando, solamente que ante un segundo fracaso, el Gobierno sigue inventando formas para afrontar el problema, algunas de las cuales son descabelladas.
Porque tan descabellado es el Estado de Excepción como amenazar con cárcel a las víctimas de extorsiones.
El Gobierno, en su desesperación, no logra entender que una cosa es financiar a los grupos terroristas y otra cosa, y muy distante, es el pago de la extorsión.
Más bien pareciera que el Gobierno está utilizando la amenaza a los empresarios, para tenerlos temerosos y, por lo tanto, que aplaudan todo lo que el Gobierno hace, sobre todo las violaciones a la ley, comenzando con la Constitución.