Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
El manejo de las finanzas públicas debe corresponderse a personas capaces, que respondan a una planificación coherente y flexible, sin improvisación.
Ello porque estas son el alma del proyecto político de la administración, sea cual sea, y deben responder a los intereses más altos: los de la República y del Soberano.
Por otro lado, lo cierto es que la historia revela crudamente como la economía siempre respondió a los intereses de las élites, quienes secuestraron al Estado en su favor, con la complicidad de la milicia y los EEUU, dando origen al círculo sin fin de violencia recurrente que padecemos como sociedad.
Simplemente, porque a pesar de que la riqueza es de todos, siendo el producto del esfuerzo de todos, solo algunos, apenas el 1% de la sociedad salvadoreña se beneficia de ella (BID/BM/FMI).
Sin embargo, las actuales son circunstancias muy particulares, y todo apunta a que la actual administración nunca tuvo planes para administrar la República, pues después de tres años de gestión, a cada proyecto financiero salido de la manga, le sigue un fracaso financiero, pasando a otra de igual origen, que como la anterior también fracasará.
¿Pero entonces, de donde sale el crecimiento de hasta el 9% en la macroeconomía que tanto evaluadoras como entidades financieras multilaterales reconocen como verás?
El crecimiento en cuestión para nuestro país es accidental, para decirlo con propiedad; lo es porque responde a lo que podríamos calificar como efecto colateral para nuestra economía, de la pandemia.
Esto porque la pandemia ha derivado en varias crisis, una de las cuales es la del transporte y los contenedores, los cuales se encuentran fundamentalmente paralizados; ello ha encarecido los costes finales a las fabriles chinas, por lo que estas han preferido subcontratar en AL y así entregar a tiempo.
Ello ha provocado que el parque maquilero de nuestro país se encuentre a tope, laborando a todo vapor y sin ningún metro cuadrado disponible para alquiler.
Por otro lado, en los EEUU, la administración Trump y luego la actual, han financiado a su población con cheques de $1, 700. 00, en dos diferentes momentos, los cuales han sido aprovechados por la diáspora salvadoreña en hasta un 50% de las mismas, remesándolas a sus familiares acá en el país, utilizando tales recursos en ampliaciones de sus viviendas, lo que se ha traducido en la carencia de bloques que ahora nos abate, pues la producción completa ya se ha utilizado y hay espera por hasta tres meses de nueva producción de ladrillo.
Así las cosas y sin proponérselo, la actual administración salvadoreña dispone de hasta $7, 000, 000, 000. 00 de dinero fresco derivado incidentalmente por la pandemia, lo que le brinda la holgura necesaria para atajar cualquier protesta ciudadana.
El problema obvio de tal liquidez es que no durará para siempre, y en algún momento el ejecutivo tendrá que finalmente administrar, necesitando para ello de técnicos eficientes y capaces de los cuales por ahora carece.
Si dura hasta entonces será interesante ver cuáles serán sus opciones.